Fiesta, desahogo y después
Por Mariano Pacheco*
La
precisión en el Palacio, la vitalidad en las calles. Crónica del 10
D. Una pincelada sobre el día en que la Plaza de Mayo se
transformó en el verdadero escenario de una auténtica fiesta
popular.
El Palacio
A las 11.15 horas el derrotado
presidente Macri bajó del helicóptero: llegaba, pero era claro que
se iba. Dos minutos después, Marta --la vice-presidenta derrotada--
dio inicio a la Asamblea Legislativa, mientras Sergio Massa se
preparaba para izar la bandera nacional. La sensación térmica para
entonces, es de 34, 02°, y afuera del Congreso una multitud ya se
encuentra concentrada a la espera de la asunción.
Para las 11, 23 Michetti
nombra a Don Fernández y el protocolo deja paso a un unánime
“Alberto Presidente, Alberto Presidente”. Tres minutos más tarde
Cristina Fernández sale desde Constitución rumbo al parlamento.
Minutos antes de las doce Alberto comienza a leer su discurso, que
dura poco más de una hora, y en el que se refiere a temas centrales
de las preocupaciones nacionales. Dice que la economía popular y sus
movimientos organizados “serán actores centrales” de las nuevas
políticas públicas y que se buscará desandar las injusticias y
desigualdades a las que se ven expuestas día a día las mujeres,
sobre quienes recae el trabajo doméstico. “Ni una menos debe ser
una de las banderas de toda la sociedad y de las instituciones de la
República”, expresó, a la vez que aseguró que “es deber del
Estado reducir la violencia contra las mujeres hasta su total
erradicación”.
El nuevo presidente también
llamó a construir un nuevo contrato social y ciudadano, fraterno y
solidario en un contexto de emergencia social y argumentó que “no
hay lugar para el colonialismo en el siglo XXI”, en una referencia
muy clara respecto de la soberanía argentina sobre las Islas
Malvinas, y la necesidad de una pujante unidad Latinoamericana, entre
otras cuestiones, de las que no faltaron referencias a la defensa de
los derechos humanos y la educación pública.
Las calles
Mediodía con sol radiante.
Las columnas marchan desde Congreso y desde Avenida de Mayo y 9 de
Julio hacia la Plaza de Mayo, ya sin rejas, donde se ha montado un
enorme escenario por el que pasarán decenas de artistas durante todo
el día.
Pasadas apenas las 14 horas
Malena D´ alessio rapea con Bruno arias sobre el fondo de “El
pueblo unido jamas será vencido”, la emblemática canción de la
banda chilena Quilapayum, dando inicio al festival. Pleno agite por
la plaza “recuperada” y reivindicación del ejercicio abierto de
la solidaridad Latinoamericana (sobre todo para con Chile y Bolivia).
“Se termino la pesadilla” y “La wipala se respeta carajo”,
son dos de las consignas que se gritan desde el escenario, mientras
abajo una multitud salta bajo el sol.
Todas las calles de los
alrededores de la Plaza se van transformando con el paso de los
minutos en pasarelas alternativas donde, en búsqueda de un poco de
sombra, miles de personas transitan mientras cantan, bailan y se
detienen para comprar algo de beber, conversar o descansar sentadas
en el cordón de una vereda.
A Bruno Arias le sigue Sudor
Marika, con un agite por Brasil, Chile y Bolivia y una reivindicación
de las lesbianas, maricas y no binaries. El sol arde, los puestos de
ventas de bebidas frías y vendedores ambulantes se multiplican al
ritmo de la cumbia y el cuarteto.
Sobre Rivadiavia, en la primera cuadra de la Plaza, una enorme bandera blanca reclamando por una “Navidad sin presxs políticxs” y frente a la Catedral, un enorme y verde Increíble hulk –con remera de Ate-- flamea, encabezando las columnas de gremios que se concentran en la esquina de diagonal Sur. Suenan la trompetas y los bombos y pibas de clase media con remeras de Cristina se entremezclan con pibes pobres de barriadas que, en cuero y con viseras, levantan sus banderas de la CTEP y otros movimientos de la economía popular presentes en el lugar.
Sobre Rivadiavia, en la primera cuadra de la Plaza, una enorme bandera blanca reclamando por una “Navidad sin presxs políticxs” y frente a la Catedral, un enorme y verde Increíble hulk –con remera de Ate-- flamea, encabezando las columnas de gremios que se concentran en la esquina de diagonal Sur. Suenan la trompetas y los bombos y pibas de clase media con remeras de Cristina se entremezclan con pibes pobres de barriadas que, en cuero y con viseras, levantan sus banderas de la CTEP y otros movimientos de la economía popular presentes en el lugar.
Sobre Avenida de Mayo las
columnas y banderas azules del Movimiento Evita y las celestes de
Somos-Barrios de pie se mezclan con las rojas del Movimiento Popular
La Dignidad. Hay gente de La Cámpora y Nuevo Encuentro por varios
lugares y desde el Peronismo Militante se mantienen incólumnes
sosteniendo sus banderas. Por diagonal Sur hay varios gremios de la
CGT y si bien en la misma Plaza de Mayo hay espacios para transitar,
tanto en la zona del Cabildo como en los ingresos por avenida de Mayo
y ambas diagonales las columnas se taponan y el ir y venir hacia
ambos lados complica bastante el tránsito de los manifestantes.
Y así todo el día.
El cruce intergeneracional
A diferencia de 2003, cuando
asumió Néstor Kirchner y gran parte de las militancias juveniles
que venían de ser protagonistas de los movimientos sociales
emergentes en torno a 2001 (movimiento piquetero, fábricas
recuperadas, asambleas barriales, agrupaciones universitarias y
culturales) no acompañaban al nuevo gobierno, lo que sucedió este
10 de diciembre expresa con claridad un profundo cruce
intergeneracional, no sólo expresado en la cantidad de familias
presentes en la Plaza (madres, padres con niñes, pero también con
hijas e hijos adolescentes, ya politizados), sino también por la
composición de las columnas, donde podía verse a gente de todas las
edades, desde pibas adolescentes con el pañuelo verde del aborto
hasta personas mayores, que contaban en su haber –seguramente-- con
miles de batallas libradas en lo que van de años de democracia, e
incluso, de años anteriores a la última dictadura. A ese cruce
intergeneracional no le faltaron canciones.
A las 17 Iván noble hace
sonar “Patri”, el clásico tema de los años noventa, al que
reversiona agregando un “Y se va, Macri se va”.
A las 17.30 una columna con la
consigna “Argentina plurinacional”, con decenas de wipalas y
banderas mapuches, pasa por la esquina de Florida y Avenida de mayo.
Hacen sonar instrumentos autóctonos mientras cantan a la pachamama.
Es con todos
Con el correr de las horas
pasaron varios músicos por el escenario: Andrés Calamaro, Eruca
Sativa, Los super ratones, Litto Nebbia, David Lebón, Juanse de Los
ratones paranóicos y Coti de Mala fama, dando al evento una amplitud
de sonidos, ritmos y melodías.
A las 20 estallan los cánticos
entre la gente con el himno nacional. En Diagonal Sur y Florida, el
coreo es ensordecedor. “Alberto presidente, Alberto presidente...”
y luego, la marcha peronista. Las chicas saltan y gritan “Alberto
presidenta, Alberto presidenta...”.
Cristina, a diferencia de la
mañana en Congreso, sí dio un discurso, en el que destacó la
persecución padecida en estos cuatro años. “Pese a todo hoy
estamos aquí”, dijo, y rescató el proceso de unidad alcanzado,
además de pedir generosidad y humildad a los dirigentes (“uno es
más grande cuando es parte de un todo, sino somos voluntades
sueltas”) y expresar la lealtad como valor. Lealtad al pueblo, a la
patria y a los más jóvenes. Cristina cierra sus palabras dando un
guiño al nuevo presidente, y desde abajo, la multitud canta:
“Alberto, querido, el pueblo está contigo”.
El nuevo presidente recuerda a
Néstor Kichner, habla del futuro y rescata poder cerrar esa noche
junto a Cristina.
A los discurso le siguen
fuegos artificiales y se arma un gran pogo con Jijiji, de Los
redondos. Son las nueve de la noche y parece que nadie se quiere ir.
Comienzan los avances y reotrocesos, la gente que comienza a
retirarse de la Plaza y la que se acerca, luego de haber permanecdio
durante horas a una, dos o tres cuadras del lugar.
A las 23.30, después de 12
horas de haberse realizado el traspaso presidencial, la Plaza de Mayo
y sus alrededores hay grupos de jóvenes tomando cerveza, saludándose
o haciendo fila para comprar una hamburguesa o un choripán. Sobre
Diagonal Norte, camino hacia la 9 de Julio, dos muchachos tocan con
sus trompetas la Marcha Peronista, detrás de una parrilla donde
agonizan las últimas brazas. La gente que pasa caminando se detiene.
Hay quienes colocan dinero dentro de una gorra que los músicos han
puesto “a modo de colaboración”. Pasan jóvenes y cantan
“Alberto Presidente” y otros “Presidenta”, retomando las
palabras finales del Fernández, que al cerrar dijo “volvimos y
vamos a ser mujeres/mejores”.
Es casi medianoche, y hay
quienes en aún tocan sus instrumentos. O más bien, como alguna vez
Mario Benedetti escribió en un poema, “tocan el bombo con su más
generoso rencor”.
* Revista Zoom
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