Por Mariano Pacheco
(Nota
publicada en el periódico "Me contó el Viejo Antonio", San Francisco, Córdoba)
Alguna
vez, un viejo dirigente político argentino subrayó que “la justicia y la
libertad” “no se regalan”, sino que “se conquistan, se defienden”, y a veces
–aclaraba– “hay que morir por ellas”. Luego de que, décadas atrás, miles de
personas –sobre todo jóvenes– padecieran en sus cuerpos las políticas del
Terrorismo de Estado, resultaría a todas luces absurdo que un Estado no
comprendiera que no debería hacer falta morir por ningún reclamo. Así y todo,
la cantidad de asesinados en protestas sociales o a manos de la “violencia
institucional” (los denominados casos de “gatillo fácil” o nuevas
“desapariciones”), en más de 30 años de democracia, no es menor. De allí la importancia
de “no olvidar” los crímenes actuales. Tal como destacó Enrique Carpinero
(director de Topía, revista de
psicoanálisis, cultura y sociedad), “si olvidamos esos muertos, desaparecen
como muertes que simbolizan la arbitrariedad de un poder”.
La
masiva “8° Marcha de la Gorra”, realizada el 20 de noviembre pasado en la
capital provincial para exigir la derogación del Código de Faltas, y el
importante “Festival Contra el Gatillo Fácil”, desarrollado días antes en la
misma ciudad, organizado por familiares de víctimas de estos casos, lograron
dar cuenta de que una importante fracción de la sociedad cordobesa está atenta
a las violaciones actuales de los derechos humanos.
Hace
unos años, en una visita que realizó a Buenos Aires, el pensador francés Alain
Badiou sostuvo: “pasar del estado de víctima al estado de alguien que está de
pie, eso es la justicia”. Sospecho que nadie que actúe de “buena fe”
podría sostener hoy en día que los organismos de Derechos Humanos no son un
claro ejemplo de ese proceso, de ese pasaje, que hizo –ni más ni menos- que la
memoria sea entendida como un campo de batalla que alimenta los actuales
combates sociales y políticos por sostener y ampliar “la justicia y la
libertad” para todos aquellos que habitan este suelo que llamamos patria. De
allí que produzca cierto escozor enterarse que, por tercer año consecutivo, los
“Sitios para la Memoria y la promoción de los Derechos Humanos de Córdoba”
lleguen al 10 de diciembre (Día Internacional de los Derechos Humanos), sin que
la gestión de José Manuel De la Sota haya ejecutado la totalidad del
presupuesto provincial destinado a dichos espacios. Y lo peor de todo es que
2014 no es una excepción.
En 2011, el presupuesto ejecutado fue 46,22% del
total. En 2012, el 71,60%. En 2013, el 51,34 %. Este año se llega a la triste
cifra de 40%, es decir, menos de la mitad.
Dichos espacios son el Archivo Provincial de la
Memoria (que se creó el 22 de marzo del 2006, bajo la Ley Provincial N° 9286 y
pasó a funcionar en el edificio que del ex Centro Clandestino de Detención D2,
donde funcionara el Departamento de Informaciones de la Policía de Córdoba), y los
ex CCD La Perla (que abrió sus puertas en 2009), y Campo de la Ribera (inaugurado
en 2010). Los tres son espacios públicos, de entrada libre y gratuita.
Tal
como ha remarcado Emiliano Chiappero en un informe publicado en la edición
Córdoba del diario El Argentino, son
de una vital importancia para la sociedad cordobesa las tareas emprendidas por
estos espacios. A marzo de 2014, más de 160 mil personas los habían visitado (de los
cuales alrededor de 53 mil fueron en el marco de recorridos educativos, es
decir con estudiantes de jardines, escuelas primarias, secundarias, terciarias
y Universidad de todo el país e incluso del exterior); más de 650 docentes y
estudiantes de magisterio habían participado en las diferentes propuestas de
formación docente en Derechos Humanos y Memoria; más de 1.500 jóvenes, de 30
escuelas de la ciudad y la provincia, lo hicieron en el marco del Programa “Jóvenes
y Memoria” y alrededor de 300 estudiantes universitarios en el marco de las “Prácticas
Socio Educativas y Pasantías”. En cuanto a la elaboración de material
bibliográfico, se destaca la creación de la editorial Ediciones del Pasaje, con
la edición de 20 publicaciones que reflexionan sobre lo ocurrido en torno al Terrorismo
de Estado en Córdoba, junto a la producción de 41 realizaciones audiovisuales.
Como puede apreciarse, la creación ha ido de la
mano de la digna resistencia emprendida por “los organismos” durante todos
estos años. Es una pena que el gobierno actual no esté a la altura de semejante
experiencia.
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