“Buscamos garantizar alimentos sanos a precios justos
para el pueblo, y un trabajo digno para el productor”
Por
Mariano Pacheco
Conversamos
con Nahuel Levaggi, dirigente de la Unión de Trabajadores de la
Tierra (UTT), la organización que protagonizó los “Verdurazos”
en los años macristas. Ahora es el Director del Mercado Central.
Surgida
en 2010 para agrupar a pequeños productores que viven y trabajan en
y de la tierra, la Unión de Trabajadores de la Tierra (UTT) agrupa
en la actualidad alrededor de 16.000 familias en 15 provincias del
país y es la organización que ha creado el Primer Mercado Mayorista
Agroecológico y una extensa Red de Comercialización de Productos
Cooperativos.
Nahuel
Levaggi es el Coordinador Nacional de la UTT, una de las
organizaciones que agrupa a quienes producen alimentos en Argentina,
realidad de la que viven – según cifras de 2019 del Registro
Nacional de Agricultura Familiar (RENAF)-- unas 200.000 personas.
Junto
a otras expresiones del sector, el año pasado la UTT impulsó el
Foro Agrario por un Programa Soberano y Popular, que se propuso
promover una Ley de reparación histórica de la agricultura
familiar, fomentar el arraigo a la tierra y la agroecología como
política de Estado, apuntalar la democratización de las estructuras
del sector público agropecuario con integración de las
organizaciones sociales y democratizar las cadenas de
comercialización, entre otras cuestiones.
A
fines de marzo, en medio de la pandemia del Coronavirus, Nahuel
Levaggi asumió la dirección del Mercado Central de Buenos Aires, el
sitio que comercializa todos los meses unas 100 mil toneladas de
frutas y verduras de todo el país. A continuación la conversación
que sostuvo con este cronista para la Agencia Paco Urondo.
¿Qué
desafíos se les presentan ahora que forman parte de la gestión del
Mercado Central?
Asumimos
este desafío porque entendemos que el Mercado es un lugar
estratégico y determinante para continuar la construcción de
soberanía alimentaria que venimos realizando, y garantizar alimentos
sanos a precios justos para el pueblo, y un trabajo digno para el
productor.
Llegamos
con una idea fuerte de abrir el Mercado a los pequeños productores,
a las cooperativas agropecuarias, las fábricas recuperadas y las
organizaciones sociales, y no sólo a los grandes productores, al
poder concentrado. Y por otro lado, que el Mercado Central ocupe el
rol social que entendemos tiene que ocupar, con una visión y una
interacción social en función de una política alimentaria. Es
importante, porque el Mercado Central es el espacio concentrador más
grande de la Argentina y uno de los más grandes de América Latina.
Por eso lo que allí ocurra, va a impactar en muchísimas economías
regionales, además de que abastece a 14 millones de personas en el
área metropolitana. Eso lo transforma, por otra parte, en un posible
sitio de irradiación política: promover la agroecología,
transparentar la cadena de precios. Con esa idea llegamos. Con esa
idea es que aceptamos asumir la gestión del Mercado.
¿Y
asumieron en medio de una pandemia mundial?
Sí,
llegamos un martes a las 9 de la mañana y nos encontramos con toda
esta situación. Y lo primero que tuvimos que hacer fue construir un
protocolo de seguridad, sanitario, en un lugar por donde transitan
15.000 personas por día. Así que todo ese proceso, en el que aún
estamos, se trató de fortalecer el protocolo sanitario a la vez que
se buscó sostener el abastecimiento: esas fueron las dos grandes
tareas de este primer momento. De allí surgió la propuesta de
Compromiso Social de Abastecimiento, que es algo histórico, porque
por primera vez en el Mercado Central se acuerdan precios. No fue un
precio máximo impuesto, sino un criterio surgido de la convocatoria
que hicimos a los operadores, con quienes conversamos sobre la
necesidad de asumir una conciencia social capaz de enfrentar esta
situación, garantizando el abastecimiento estableciendo un precio
por semana.
¿Qué
otros desafíos se les presentaron?
Bueno,
uno muy importante fue el de construir un perfil de gestión, que
implica ir y estar ahí, caminando el Mercado desde las 3 o 4 de la
mañana, hablar con los cooperativistas, los changarines, gestar un
espacio de diálogo colectivo para también poder escuchar a esa
comunidad. Hay gente que está ahí hace más de treinta años, y
nunca o muy pocas veces fueron escuchadas. Y ahí hay miles y miles
de vidas trabajadoras, en un lugar inmenso, que es como una pequeña
ciudad.
Es
una concepción, la dialógica, muy presente en los movimientos
sociales, como la Unión de Trabajadores de la Tierra de la que
provenís. ¿Qué desafíos se les presentan ahora, cuando la tarea
militante pasa por la gestión del Estado? ¿Qué tensiones de
lógicas podés visualizar, si es que las hay o las notas, y cómo se
proponen abordarlas?
Mirá:
vamos dos semanas y media de gestión. La primera semana, nos
dedicamos a abordar las cuestiones más urgentes, que como te decía
pasó por el protocolo de salud y el control de los precios. La
segunda semana convocamos a la mayoría de los movimientos sociales y
actores de la comunidad, como las iglesias e incluso mantuvimos
reunión con intendentes del conurbano, para dejar en claro que
nosotros llegamos acá para estar en función de lo que se necesite,
más en este contexto: gestar instancias para que la mercadería
llegue a precios más económicos a los territorios. Para eso
implementamos una dinámica que incluye, por ejemplo, que nosotros
pongamos el espacio, que los operadores del Mercado dejen la
mercadería a precios más baratos y que las militancias aporten lo
suyo armando los bolsones para llevar a los barrios, que son
trasladados por camiones de las empresas que están en el Mercado y a
quienes hemos comprometido a aportar transporte.
Después
por las tensiones a las que te referís, te podría decir que en
nuestro caso, asumir en el Mercado Central tiene que ver con
continuar un poco el accionar que teníamos, y nos convocaron a que
sigamos haciendo lo que ya veníamos haciendo y no otra cosa. Y la
realidad es que en estas dos semanas y media no hemos tenido
problemas, ha sido puro apoyo de la gestión hacia nuestras
propuestas. Y tal vez no viene habiendo demasiada tensión porque
nuestro aporte está muy ligado a nuestra realidad e incluso, a
nuestra gremialidad. Nosotros ahora gestionamos al Mercado en función
de las propuestas que venimos gestando desde la UTT. Por ejemplo: la
construcción de precios. Nosotros vamos a darnos todo el trabajo que
sea necesario para que las quintas también sean parte del proceso
de fijar los precios. Entonces: pasada la cuarentena, cuando nos
podamos juntar, vamos a estar conversando en torno a cómo
construimos los precios desde todos los actores concretos del campo.
Por
último: en este proceso de asumir funciones de gestión en el
Estado, desde las militancias que provienen del movimiento popular,
¿qué expectativas les genera lo que pueda emprenderse de acá en
más? Sobre todo teniendo en cuenta esto de que les tocó asumir en
medio de una situación de emergencia.
Por
esto que decía antes, de la relación directa entre esta gestión
del Mercado y el tipo de militancia en la que venimos embarcados
desde hace años, la cuestión no tiene tantas tensiones para
nosotros. No es que pasamos de una militancia de un tipo a una
gestión política que nada que ver. Acá fue un planteo de que nos
hagamos cargo del Mercado Central porque se entendía que en base a
lo construido podíamos aportar. El desafío es cómo transformar los
planteos que surgieron de la organización de base en políticas
públicas del Estado. Y en ese camino estamos. Es diferente a la
situación de los movimientos sociales en otro contexto, como el de
2001, donde por un lado estaba la lucha reivindicativa concreta y por
otro una consigna general de cambio social, pero en donde en el medio
no había demasiado. En el caso de la UTT, por ejemplo, hemos venido
trabajando estos años en esto de combinar las cuestión
reivindicativa concreta de la mano de consignas políticas y de
vocación por construir políticas públicas que puedan ser
gestionadas. Entonces es como que ahora estamos en el momento de
hacer aquello que veníamos diciendo que había que hacer.
Fotografía:
Carlos
Pérez
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