martes, 27 de mayo de 2025

El diario: territorio de experimentación (Taller de escritura)

 “Fabular en la escritura para reinventar la vida”



 

La escritura es aún posible y necesaria. Pero hay que desearla (y cultivarla).

 

Los diarios (y luego los blogs, y ahora las redes sociales) supieron ser laboratorios de experimentación para quienes buscamos la palabra justa.

 

En este espacio virtual nos proponemos rescatar, para la lectura y la conversación, algunos extractos de diarios de escritores que marcaron a distintas generaciones de lector@s, para desde allí buscar ejercitar nuestra propia escritura.

 

Partir de la propia biografía (y los ejercicios de memoria que podamos realizar) como puntos de partida para emprender la escritura, no en términos de un refuerzo del yo, sino como inspiración en la búsqueda de devenir otros con otres, en este caso, quienes amamos la literatura.

 

Apostamos a que cada sesión funcione como lugar de encuentro: para leer y reflexionar sobre la escritura; para incitar la elaboración de los propios textos; para corregir y reescribir, partiendo de cuestiones cotidianas: los sueños que tuvimos, las películas (obras de teatro o series) que hemos visto, las canciones que hemos escuchado, las conversaciones que hemos presenciado o sostenido, los conflictos que hemos atravesado, los anhelos que aparecen, se esfuman y reaparecen, las observaciones que hemos podido realizar en las calles que hemos caminado o los subtes, trenes y colectivos que hemos tomado, para que todo eso pueda ser astillas de experiencia que transformemos en materiales para narrar, y así fabular en la escritura, para reinventar en la vida.

  

Miércoles de 19 a 21- Frecuencia quincenal

Inicio: 4 de junio (4 encuentros virtuales)

 

 Coordinación: Mariano Pacheco

Consultas: palabrasprofanas@gmail.com

 

 VAMOS A LEER A:

 

*RICARDO PIGLIA: Los diarios de Emilio Renzi

 

*CÉSARE PAVESE: El oficio de vivir

 

*FERNANDO PESSOA: El libro del desasosiego

 

*FRANTZ KAFKA: Diarios

 

lunes, 26 de mayo de 2025

Sobre “Noche y niebla” de Alain Resnais

 


Viendo “Noche y niebla” uno no puede dejar de pensar en lo doblemente siniestro e imperdonable que resulta el genocidio que el Estado de Israel viene llevando adelante contra el pueblo palestino.

 

Tres años antes de estrenar en salas la hoy ya mítica “Hiroshima mon amor” (con guión de Marguerite Duras), el director francés Alain Resnais presenta al mundo este film de tan sólo 31 minutos, en los que se combinan una serie de imágenes a color de aquel presente (1956, recordemos, once años después de la caída del nazismo), con otras de archivo de 1944. Así, el contraste temporal se expresa también en el contraste de imágenes que nos presentan, por un lado, la arquitectura despoblada, donde un tren avanza sobre la hierba que crece nuevamente y, por otro lado, Auschwitz.

 

Una voz en off va dando cuenta de la historia del horror de los campos de concentración y la obsesión de los nazis por ordenar, registrar, archivar todo: listados con los datos de los prisioneros, sus cabellos (con los que hicieron hilados para la industria), las cabezas de los decapitados (con lo que se quiso experimentar), sus cuerpos (con los que se hicieron jabones), así como los nombres de quienes iban siendo ejecutados, o los números de cuantos iban a las cámaras de gas o los que morían de hambre (pesando 30 kilos), de frío o de cansancio.

 

Todo esto contextualizado, aunque brevemente, con el proceso de ascenso del proyecto criminal encabeza por Hitler y las SS, hasta el juicio de Nuremberg.

 

Acertadísimo e inquietante final, en el que Resnais se pregunta:

 

“¿Quiénes de nosotros vigila desde esta extraña atalaya para advertir de la llegada de nuevos verdugos?... Con nuestra sincera mirada examinamos esas ruinas, como si el viejo monstruo yaciese bajo los escombros. Pretendemos llenar de nuevas esperanzas como si las imágenes retrocediesen al pasado, como si fuésemos curados de una vez por todas, de las pestes de los campos de concentración. Como si de verdad creyésemos que todo ocurrió en una sola época y en un solo país. Y que pasamos por alto las cosas que nos rodean y hacemos oídos sordos al grito que no calla”.

80 años después, con los mismos métodos, las víctimas son los nuevos victimarios.

 

 

domingo, 18 de mayo de 2025

¿Lo viejo funciona? Elecciones en CABA


Hoy casi la mitad de la población no fue a votar en las elecciones de la ciudad. Un 20% más que en octubre de 2001.

¿Lo viejo funciona? ¿Qué es lo viejo?

 ¡Atención! De quienes sí lo hicieron, el 54% lo hizo abiertamente por los candidatos de las derechas, el mismo porcentaje que cosechó CFK en las elecciones presidenciales de 2011, una década después del “Que se vayan todos/ Que no quede ni uno sólo”. Esto, en una ciudad (y en medio de una gestión nacional), donde las personas en situación de calle se cuentan de a miles (unas 4.000 se estipulaba en marzo, un 55% más que hace dos años).

 No se puede dejar de mencionar entonces que ese 54% de votos se concentró en figuras que expresan la actual y anteriores gestiones de la ciudad –e incluso del país-- y el vocero de la actual gestión nacional (Adorni, Lospenato respaldada por Jorge y Mauricio Macri y Larreta).

El casi 25% de ausentismo electoral de octubre de 2001 fue leído como “voto-bronca” contra el modelo neoliberal, porque se produjo en el pico de la crisis de representación de aquel año que culminó con el fuego de los piquetes en el centro, luego de que lentamente fuera llegando desde las periferias del país y coincidiera con el ruido de las cacerolas, que aparecieron como emergente de aquella coyuntura; proceso que se sintetizó luego en el “Piquete y cacerola/ La lucha es una sola”. En las calles y en las urnas, primaba el descontento popular con el orden existente.

¿Cómo leer el ausentismo actual a las urnas? ¿Qué es lo viejo en este contexto? ¿El peronismo? ¿El conjunto de los partidos tradicionales? ¿Las luchas populares que se expresaron por años sin estrategia de disputa institucional y que luego canalizaron –casi hasta la exclusividad- la construcción ligada a la gestión y/o la obtención de recursos del Estado?

Pasamos horas, en los noventa, discutiendo si estábamos en un momento de “creciente resistencia” o de “sectores que local y fragmentariamente” resistían. La palabra Resistencia era una contraseña de época en la militancia, en los sectores descontentos de la sociedad (con el menemato primero y con ese intento “progresista” de la ALIANZA después). Hasta había una agrupación que se llamaba “Peronismo que Resiste” y en cada movilización miles coreábamos “Va creciendo/ La nueva resistencia”, pero también, “Luche que se van/ Luche que se van”. ¿Quién quiere, y está dispuesto hoy, a pelear para echar a Milei, por más consensos que coseche, a sabiendas de que su programa de gobierno es profundamente antipopular?

Creo que el ausentismo electoral de este domingo en CABA deberíamos leerlo en serie con el apoyo activo a las distintas variantes de las derechas contemporáneas. O, a lo sumo, como un síntoma de que no se puede seguir pensando y actuando como si el triunfo de La Libertad Avanza en octubre de 2023 haya sido una simple victoria electoral de un sector de las derechas contemporáneas (que, dicho sea de paso, en tiempos pretéritos tenían que dar golpes de Estado, porque no podían ganar ni por asombro una elección).

¿Lo viejo funciona? ¡Por supuesto que no! Porque no calienta a nadie. Sólo sirve como consigna, de esas fáciles que nos repetimos a menudo (“Nadie se salva sólo”; “El héroe es colectivo”; “Todo está guardado en la memoria”), para tranquilizar nuestras bellas almas progresistas. Pero no movilizan a un pueblo que cunde en la dispersión, el abatimiento y el desencanto, al que le habla unas izquierdas (unas corrientes nacional-populares) aferradas a pasados anquilosados (sea el de la “década ganada” o el del “dosmiluno”, o incluso el de la “Juventud maravillosa” y el “socialismo nacional”).

La memoria de las luchas pasadas resulta fundamental a la hora de construir “archivos-cajas-de-herramientas” (otro slogan muchas veces vacío), siempre y cuando sirvan para potenciar, fortalecer y desarrollar nuevas luchas, capaces de iluminarse con nuevos mitos.

Como ya dijo el Amauta José Carlos Mariátegui hace casi un siglo atrás, el mito es potente porque es capaz de unir, juntar, religar, crear lazos, identificaciones y contribuir a realizar ese pasaje de los meros conflictos a una lucha abierta donde los cuerpos se emocionan al saberse (sí, claro, con un saber en el que se encuentran razones para la crítica y el accionar propositivo consciente) protagonistas de un proyecto por el cual, incluso –llegado el caso—están dispuestos a jugarse el pellejo.

En nuestras filas hoy carecemos de mitos. Tal vez por eso nos aferramos a los fetiches de las consignas fáciles, a discursivas “autocríticas” sin correlato en las prácticas, a intentos por “volver” (a donde sea que cada quien quiere volver), en lugar de mirar atrás para tomar las fuerzas que nos inspiren a recrear, a ganas la necesaria confianza para la invención que la hora requiere.

Mientras no lo hagamos seguiremos “indignados” frente a lo que hacen las fuerzas del cielo y del dinero, sorprendidos ante cada resultado adverso, impotentes para ser constructores de un nuevo amanecer. Y para esto no hay muletillas que nos sirvan, porque se inventa algo nuevo cuando se es capaz de leer con lucida crudeza los nuevos escenarios adversos, para ejercitar la crítica eficaz, esa que nos lanza a la batalla para conquistar otros horizontes.

 

 

 

lunes, 12 de mayo de 2025

Pequeña Orquesta Reincidentes

 


Joselito es una de esas grandes canciones, de una de esas grandes bandas del rock rioplatense como lo es la Pequeña Orquesta Reincidentes, cuyos sonidos me acompañan desde hace años --por momentos a diario-- en mis desplazamientos por la ciudad (incluso en mis viajes de una ciudad a otra: de Buenos Aires a La Plata, Rosario o Córdoba, generalmente). Joselito es un tema que está en "Nuestros años felices", un disco que -como "Traje", del que incluí casi todas sus canciones- se encuentra entre mis preferidos de la música de estos pagos. Pequeña Orquesta Reincidentes logra condensar al menos tres elementos que la hacen una banda única, seguramente irrepetible, aunque no estaría mal que guiara mayores inspiraciones. Esos tres elementos son: *El inigualable fraseo y esa voz estremecedora e inconfundible de Juan Pablo Fernandez (ex Acorazado Potemknm, actual "Los techistas del apocalipsis). *La combinación de una poética bien tanguera con ritmos lentos y por momentos bien punk-rockeados. *La incorporación del piano a esos ritmos (la canción "Blanco y amarillo" marca un momento sublime al respecto), algo ausente en las bandas que le siguieron y que marcan la gran diferencia musical (más allá, incluso, de otros instrumentos incorporados por la banda en canciones puntuales). De gil no los vi nunca en vivo, porque por años mi gran amiga de la adolescencia, Guada, me había insistido para ir, y no sé por qué nunca lo hice. Pero aquí comparto mi lista con las 38 canciones de Pequeña Orquesta Reincidentes (entre las que destaco Miguita de Pan, Montevideo, Iván Deseeau, Siempre, Bonito, Desconsuelo, Tres deseos, y las ya mencionadas Joselito y "ByA"), sin las cuales la vida sería por momentos apenas soportable: 38 canciones de Pequeña Orquesta Reincidentes

jueves, 8 de mayo de 2025

Confesiones (Eduardo Pavlovsky, 1975)

 Apartado final de “Reflexiones sobre el proceso creador 

 


Ayer, en “Escrituras (sintomáticas) y modos de vida”, el Laboratorio de Experimentación Narrativa que coordino en el marco de la Escuela Autogestiva de Literatura Aldo F. Oliva, trabajamos (junto con “Escribir” de Duras). este texto del  Tato:

 

 

Solo escribo aquello que me es incomunicable, aquello que se me revela, algo que siento como presencia molesta en mi interior, aquello que brota en mi soledad, de mi incompatibilidad. Escribo lo que no puedo compartir, lo que mis gestos y mis palabras no saben expresar. Aquello que quedó enquistado en mi desesperación, algo que me violenta. No puedo pensar lo que surge porque lo que siempre surge es lo peor de mi ser. Vómito de mis abismos, de mis suicidios. Mis personajes traducen mi mal. No hay gestos reparadores en mi teatro. Hay odio, perversión, resentimiento, violencia abismal. No hay primera intención de comunicar nada a nadie. Es un vómito de desesperanza, de terror el peor de los miedos. No hay amor por nadie. Es el odio lo que alimenta mis imágenes. Son sueños, retazos de mis máximas soledades, imágenes infantiles desoladoras. Mi asma y mi encierro permanente. Mi claustrofobia de lo cotidiano. Mi ahogo de la vida. Mi temor a la muerte. Escribo porque no puedo dejar de hacerlo. Actúo porque no puedo dejar de hacerlo; no hay elección libre en mi primer momento; no hay elección en el hombre que vomita; vomita porque no aguanta lo más descompuesto de sí mismo. Es en ese mismo vómito de mi mal de donde surgen todas las imágenes. Solo puedo querer cuando me permito odiar hasta el extremo. Recién allí aparecen algunos gestos que puedo distinguir como amor. Amor que me hace enamorar de los personajes y mi odio ya vomitado va dejando lugar a la sorpresa. Y a mí la sorpresa me produce ternura. Adoro lo que me asombra. Por eso aprendí a querer estos monstruos de personajes que inventé. Porque también son hijos míos, hijos de lo peor que hay en mí.

Más tarde se me revela que no son solo míos, sino expresión de un momento de otros seres de la vida, de la sociedad. Sé también que vomito por muchos, que mi vómito es colectivo, pero eso lo sé solo después solo mucho después.

 

martes, 6 de mayo de 2025

Reseña de Lanzallamas. Milei y el fascismo psicotizante, de Rocco Carbone

 El antiigualitariasmo del fascismo psicotizante


Por Mariano Pacheco, para Perfil cultura

 

Retomando el nombre de la tercera novela del escritor argentino Roberto Arlt, el filósofo italiano (radicado en nuestro país), Rocco Carbone, analiza la figura y la propuesta política de Javier Milei en su vínculo con aquellas perspectivas de las derechas que puede ser nombrada como “fascismo”.

De allí que caracterice a la gestión de La Libertad Avanza como “gobierno desnudo del capital”, y que subraye la importancia de nombrarlo como fascismo. “Nombrar el fascismo responde menos a una angustia historiográfica que a una estrategia para la emancipación”, escribe, a la vez que insiste en subrayar el carácter antiemancipatorio de del “fascismo psicotizante”, que tiende a afectar el contacto del sujeto social con la realidad política.

Si bien el autor diferencia los fenómenos contemporáneos de los “históricos” (el “fascismo arqueológico”), enumera una serie de características que podrían ser tenidas en cuenta para ambos: el anti-igualitariasmo como modalidad de un tipo de pensamiento y acción que se sostiene en un poder y una ideología de la barbarie (proyecto reaccionario al que, en la actualidad, hay que sumarle el “individualismo emprendedor” y la “lengua cementificada” de las redes sociales).

El negacionismo, la operación de troll en la red, la banalización de la complejidad, el empirismo amorfo, la confusión y la intriga, el ataque al pensamiento coherente y sistemático, el odio, la violencia y el revanchismo, la ambivalencia y la contradicción, la lengua economicista que deviene furia contra las mujeres, las disidencias sexuales y la clase trabajadora, la apelación a juicios inapelables que evitan la confrontación, la fascinación por la técnica comunicativa, la campaña permanente por tornar tolerable lo intolerable (vaciándonos de nuestra condición humana), son algunos de los rasgos distintivos de una accionar que permea la vida cotidiana, buscado reducir los modos de ser a uno solo, mientras desde las altas esferas de la institucionalidad se busca criminalizar al Estado para descriminalizar un tipo de propuesta que tiene en un poder criminal su retaguardia.

Para Carbone, el poder fascista articula un desorden de pensamientos y sentimientos que derivan en estados mentales alterados y una disonancia cognitiva que surge de la oscuridad del pensamiento dualista. De allí que la “colonización psíquica”, por parte de los aparatos de dominación, apunten de manera directa a las dimensiones reflexivas y cognitivas de las personas, en función de llevar adelante un plan de “tierra arrasada” que cueste revertir, en caso de que las propuestas populares puedan salir de esta situación grave que, de todos modos, el autor considera puede agravarse si su plan de “ajuste” se complemente con una intensificación de la represión que anule y niegue la otredad, es decir, que derive en un “baño de sangre” (como efectivamente supo hacer el fascismo histórico), en este doble movimiento que realizan estas derechas contemporáneas, de escenificación dentro de la democracia, al mismo tiempo que se sitúan por fuera de ella, buscando poner en crisis al parlamento.


Género: Ensayo

Editorial: Debate ($17.000)