miércoles, 19 de junio de 2013

“DE LA SOTA NO DA LA CARA, ESTÁ OFENDIDO CON LA MADRE DEL DESAPARECIDO”

Por Mariano Pacheco, diario El argentino (Córdoba)

Viviana Alegre insiste en que se trata de un caso de “violencia institucional”. Su hijo Facundo desapareció el 19 de febrero de 2012.


Ayer por la tarde, la mesa de Trabajo por los Derechos Humanos de Córdoba organizó una “radio abierta” en la Plaza Colón. Radio Sur, del barrio Villa Libertador, y Radio Revés, de la Escuela de Ciencias de la Información (ECI) de la Universidad Nacional de Córdoba (UNC), coordinaron la emisión.

El Centro de Estudiantes de la ECI y agrupaciones universitarias como La Bisagra, algunas de las organizaciones políticas que confluyen en el espacio Unidos y Organizados (La Cámpora, El Movimiento Evita, Kolina), también se hicieron presentes en el lugar. De paso por la provincia, la Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Taty Almeida, pasó a manifestar su solidaridad con la lucha por la aparición de Facundo. El abogado de Derechos Humanos Claudio Oroz también dejó su saludo a los presentes. “Bordadoras por la paz” (Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba), el grupo de teatro reflexivo “Kaosmosis” y la banda musical “La pata de la tuerta” -quien presentó el video Chao´s Punk, filmado el 24 de marzo pasado en la movilización que recorrió las calles de la ciudad-, fueron otros de los asistentes.
Todos, absolutamente todos, exigen que aparezca Facundo Rivera Alegre, el pibe desaparecido 16 meses atrás a la salida de un baile del cuartetero Damián Córdoba. Tanto los organismos de Derechos Humanos como las organizaciones políticas y sociales apuntan contra el poder político provincial. Ponen el énfasis en la política de seguridad actual del gobernador José Manuel De la Sota, con eje en el cuestionado Código de Faltas, que estigmatiza y desampara a los jóvenes de los sectores populares.
Viviana Alegre, la madre de "El Rubio del Pasaje", sostuvo ante este diario que en más de una oportunidad recibió amenazas. Y que si bien ya le solicitó cuatro veces una audiencia al gobernador, nunca recibió una respuesta. “De la Sota no da la cara, le pedí cuatro audiencias y nunca me respondió, está ofendido con la madre del desaparecido. Este es un caso de violencia institucional”, aseveró.

La causa
Por la desaparición de Facundo no hay imputados, al menos por el momento. Los familiares, disconformes con los pasos que ha dado hasta ahora la Justicia, remarcan que recién pudieron acceder a la información de los 13 cuerpos que componen el expediente luego de seis meses, cuando se levantó el secreto de sumario. Como en tantas otras oportunidades, en este caso también se persigue a las víctimas. Según contó Viviana Alegre, en estos dieciséis meses, el tribunal de Conducta Policial ha investigado más a su familia que a los sospechosos. El gobierno insiste en que la institución policial no ha estado involucrada, sino que en todo caso pudo haber estado involucrado “personal policial retirado”, o “agentes de seguridad privada”. Como en la “época oscura”, y basados en los datos de que su hermano y su padre viven en el extranjero (el primero en Brasil y el segundo en España), hicieron circular desde el principio versiones acerca de que Facundo se “había ido del país”.

¿Democracia?
Como en algunas piezas teatrales de la antigua Grecia, la historia de Viviana Alegre está signada por el retorno de una tragedia. En 1978, en pleno auge del Proceso de Reorganización Nacional, los Grupos de Tareas de la dictadura cívico-militar secuestraron a su hermano (Marco Alegre, 27 años, maestro rural) y a su cuñada (Natalia Regueira, 25 años, estudiante de psicología de la Universidad Nacional de Buenos Aires, entonces embarazada de seis meses). Treinta y cuatro años después “desapareció” su hijo. Este año, en diciembre, se cumple el 30 aniversario de la recuperación de la democracia en Argentina. Pero con casos como estos, surge el interrogante acerca de cuántas huellas de la dictadura persisten aún, en la actualidad.
Su hija Rocío, de dos años y dos meses, seguramente ya está empezando a preguntarse con más claridad adónde está su padre. Ella, tanto como su mujer (Micaela), sus familiares y amigos, y todas las organizaciones que vienen sosteniendo este reclamo, continúa esperando que Facundo aparezca.


martes, 18 de junio de 2013

Taty Almeida visitó Córdoba

Derechos Humanos y democracia

Por Mariano Pacheco. Nota publicada en la edición Córdoba del diario El argentino


En el marco de los festejos por los 400 años de la Universidad Nacional de Córdoba, Taty Almeida (integrante de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora), visitó ayer la provincia, presentó un libro con poesías de su hijo detenido-desaparecido en 1975 y conversó con El argentino.


La presentación se realizó en la Biblioteca de Libros Prohibidos del Archivo Provincial de la Memoria, el libro Alejandro por siempre…amor, que reúne  poemas de su hijo detenido-desaparecido el 17 de junio de 1975. En diálogo con este diario, Almeida resaltó el carácter “genocida” del período 1974-1976 (gobierno de Isabel Martínez de Perón), “en el cual ya funcionaban tres Centros Clandestinos de Detención”, y fueron “desaparecidos” alrededor de mil militantes populares. Almeida se mostró muy contenta de ser parte de los festejos de la UNC, “la primera de la Argentina y la cuarta de Sudamérica”. “Presentarlo acá, en la D2, es una cosa muy especial”, sostuvo.

Democracia y Derechos Humanos
“No nacimos con un pañuelo blanco en la cabeza”, dice Taty Almeida. “Somos Madres de Plaza de Mayo porque nos quitaron lo más preciado que teníamos”. Resalta que por suerte hoy, muchas de ellas, están con vida y pueden seguir dando testimonio. “Es realmente un logro poder ser testigos de cómo se va pasando el bastón presidencial, con presidentes que emergen del voto popular. “Muchas de nosotras, junto con otros (familiares de detenidos-desaparecidos, los sobrevivientes, valientes, a través de quienes podemos llevar adelante los juicios, por sus testimonios), hemos luchado por esto durante años”. Almeida remarca que cada sentencia, cada cárcel común, les produce una mezcla de sentimientos: “por un lado es alegría, porque es un logro. Pero, ¿por qué juzgamos? Porque nos faltan los 30.000. Así que a esta democracia tenemos que cuidarla. Que Nunca Más, pase algo como lo que ocurrió. Porque sabemos que esa palabra que no conocíamos, desaparecidos, algunas la conocimos antes del golpe cívico-militar-clerical. Y es algo que no debe volver a repetirse”.

Su hijo
Alejandro tenía 20 años cuando fue secuestrado por las bandas parapoliciales de la Alianza Anticomunista Argentina, coordinadas por el Ministro de Bienestar social de la Nación José López Rega. Cursaba entonces el primer año de la carrera de Medicina, en la Universidad de Buenos Aires y trabajaba en Instituto Geográfico Militar (actual Instituto Geográfico Nacional). Antes, cuando tenía 17 años, había tenido su paso laboral por la Agencia de Noticias TELAM. Era militante del Partido Revolucionario del Pueblo/Ejército Revolucionario del Pueblo (PRT-ERP).

Autocrítica sincera
“Gorilita de mierda”, así le decía Alejandro a su madre. Taty Almeida recordó que en 1975 ella tenía 45 años, llevaba cinco divorciada y había vivido hasta entonces “en otra”. Su familia se dividía entre radicales y militares antiperonistas. “Yo era una gorila. Pensé que visitando a (Orlando Ramón) Agosti y a (Leopoldo Fortunato) Galtieri iba a encontrar a mi hijo, pero me equivoqué. Su búsqueda parió a una nueva mujer”.

El libro

Alejandro por siempre…amor, reúne 24 poemas que Taty Almeida encontró cuando secuestraron a su hijo, en las últimas 24 páginas de una libreta. Durante 30 años se negó a publicarlo, argumentando que eran cosas de él. Luego tomó la decisión de darlos a conocer, porque –sostuvo– “nuestros hijos ya pertenecen a la historia”. Un DVD, que incluye las 24 poesías leídas por 24 artistas, acompaña la publicación. Cristina Banegas, Ignacio Copani, Eduardo Galeano, Alfredo Alcón, Víctor Heredia, Juan Manuel Serrat, Adriana Varela, son algunos de los actores, actrices y músicos que solidariamente se sumaron a la propuesta.

domingo, 16 de junio de 2013

Guevara según nosotros

De estar con vida, hoy Ernesto Guevara de la Serna cumpliría 85 años. Celebramos su cumpleaños con un recorrido por lo que su figura quiso decir, y aun dice, a quienes desde Argentina nos negamos a transformarlo en un broce inanimado. 



Por Mariano Pacheco, para el Portal de Noticias Marcha


Ernesto Guevara se ha presentado, a lo largo de las últimas décadas, como una figura central dentro de la cultura nacional. Y digo de la cultura, y no solo de la cultura política, porque el Che ha sido un ícono de la militancia revolucionaria (marxista y peronista), una figura reivindicada por la izquierda reformista –esa misma que en vida lo acusaba de aventurero–, pero también, una estampa en las banderas y canciones de bandas del rock nacional; motivo de cántico de públicos apasionados, tanto en chanchas de fútbol como en recitales; tatuaje en el brazo de Diego Armando Maradona –con todas las repercusiones que implica– y una imagen rescatada por la rebeldía juvenil frente a un mundo que le resulta antipático.
El Che, sus borceguíes abiertos, desabrochados cuando era ministro. Sus pantalones con un broche de colgar la ropa, cuando aparece vestido como comandante del Ejército rebelde. Dos imágenes en las que podemos ver a quien se resiste a aceptar las normas. Dos imágenes de un revolucionario en quien, también, persiste la rebeldía. Por supuesto, Guevara también ha sido retrato devenido mercancía, motivo de  lucro para el capital. Pero no es en este aspecto en el que quisiera detenerme ahora, sino en las resonancias actuales de su figura, recuperando una singular mirada setentista: la de Rodolfo Walsh.

El Guevara de Walsh
El Che solía hablar de la “moral” revolucionaria. Un término que hoy en día nos suena un tanto fuera de lugar, ya que el pensamiento crítico ha dado pasos importantes en post de desligarse de algunas visiones que compartía con el pensamiento hegemónico. En ese sentido, hoy podríamos más bien hablar de la “ética” revolucionaria, que empecinados, pretendemos sostener. Una ética que, a diferencia de la concepción moral de la política, no parte de aseveraciones categóricas generales, sino que se construya su recorrido a base de preguntas. No imperativos categóricos sino interrogaciones. Ya que, como sostiene el conocido lema del filósofo Spinoza: “No sabemos nunca lo que un cuerpo puede”. Así, definiendo a las experiencias a partir de preguntas, nos abrimos a las posibilidades de la experimentación. ¿De qué soy capaz? ¿Qué es lo que pueden nuestros pensamientos, nuestras acciones y pasiones?
Sin plantearlo en esos términos, pero con un tono bastante cercano a esto que estoy intentando plantear, Walsh construyó, luego de la muerte de El Che, una mirada bastante peculiar para su época. En un artículo periodístico, titulado “Guevara”, Walsh rescata de El Che su “figura imponente”, su “humor porteño” y, también, su “humildad”. Y desde esa imagen plantea que El Che era un héroe, sí, pero un héroe a la altura de todos (una concepción del héroe muy similar a la que ya había planteado, una década antes, respecto de aquellos personajes que protagonizaron la gesta narrada en Operación masacre: “No eran héroes de película, sino personas que se animaron. Que es mucho más que un héroe de película”). Eso fue en octubre de 1967, días después del asesinato del comandante en Bolivia.
Semanas más tarde, Walsh va escribir su último texto de ficción: “Un oscuro día de justicia”, que será publicado en 1973 (su último cuento publicado, ya que hoy sabemos que días antes de morir había redactado otros, entre ellos, seguro, el titulado “Juan se iba por el río”). Allí, en el cuento que cierra la “serie de los irlandeses”, Walsh va a plantear nuevamente esa concepción basada en una “épica posible”, gestada a base de “pequeños gestos”, protagonizada por “seres comunes”. Esa es, de hecho, la gran lección que puede leerse en “Un oscuro día de justicia”. Texto que, según cuenta Walsh, escribió en un estado de “conmoción”, luego de ver que El Che había muerto “demasiado solo”. El cuento gira en torno a una espera y una promesa: la llegada del tío Malcolm, no para una típica visita de domingo, sino para que “trompee” al celador Gielty, verdugo de su sobrino El gato, y del resto de los niños que habitan el internado de los irlandeses, a quien Walsh denomina “el pueblo”. La espera se concreta, y hacia el final del relato, el tío Malcolm llega, por fin, y trompea al celador. La historia parece cerrar con un final feliz. Pero no. Porque Gielty se repone y deja fuera del “ring” a Malcolm. Y allí se produce la verdadera “educación sentimental”. Escribe Walsh: “el pueblo aprendió que estaba sólo y que debía pelear por sí mismo”. Porque finalmente, “el tío Malcolm quedó como un héroe a mitad de camino”.
Queda clara la crítica que Walsh –como tantos otros– sostiene respecto de la “teoría del foco” pregonada por El Che. Pero como el propio Walsh escribe en su artículo “Guevara”,  su muerte funciona como “nuevo punto de partida”. La crítica al foco no implica un cuestionamiento al ejercicio de la violencia popular, sino a la falta de ligazón de la vanguardia con las luchas emprendidas por las masas. Por eso Walsh va a ligarse al sector del peronismo de base, primero, y  a Montoneros después (y en Montoneros dirá, a principios de 1977, que si la teoría de la vanguardia galopa demasiado delante de la realidad, se corre el riesgo de transformarse en patrulla perdida). Tal vez podamos pensar la lección del pueblo del internado de los irlandeses en estrecha relación con el lema esgrimido por la CTG de los Argentinos. Central sindical que Walsh integrará, dirigiendo el periódico CGT. Consigna que sostiene: “Sólo el pueblo salvará al pueblo”.

Guevara y la juventud argentina hoy
Quisiera, finalmente, rescatar un posible legado de Guevara para la actualidad. Me refiero al rol de la juventud militante en los procesos políticos. Se insiste, con frecuencia, en la importancia de que hoy en día existan tantos jóvenes preocupados por los destinos del país. Sin embargo, muchas veces, aún pesa sobre las espaldas de las nuevas generaciones de militantes, la pesada herencia del Terrorismo de Estado. No la de la teoría de los dos demonios, que por suerte y esfuerzos y luchas de tantos ya no tiene tanto peso en nuestra sociedad. Pero sí esa herencia que limita los horizontes, que sitúa en el lugar de la nostalgia o de idealistas utopías la posibilidad de romper los límites de los que se plantea como posible. 
 “Una juventud que no crea es una anomalía”, sostuvo Guevara en su artículo “Que debe ser un joven comunista”. E instaba a los jóvenes a actuar permanentemente preocupados de los propios actos, haciendo hincapié en la capacidad de estar abiertos, siempre, a las nuevas experiencias. Sus palabras a los jóvenes comunistas convidan a la inquietud permanente, a ser esencialmente humanos. “Ser tan humano que se acerque a lo mejor de lo humano, purificar lo mejor del hombre por medio del trabajo, del estudio, del ejercicio de la solidaridad continuada con el pueblo y con todos los pueblos del mundo, desarrollar al máximo la sensibilidad hasta sentirse angustiado cuando se asesina a un hombre en cualquier rincón del mundo y para sentirse entusiasmado cuando en algún rincón del mundo se alza una nueva bandera de libertad”. 
Por supuesto: Guevara hablaba y actuaba en otro contexto, muy diferente al de hoy en día. Y citarlo no ofrece (si es que alguna vez ofreció), ninguna garantía. Así y todo, podemos quedarnos con su llamado a los jóvenes, por el papel significativo que juegan en la sociedad, y traer su figura para que interpele nuestro presente. Para que incite nuevas rebeldías, nuevas irreverencias. Eso no nos excusa, claro, de construir el propio sendero por cual transitar. Y en este sentido, bien podríamos citar las palabras del Nietzsche de Así habló Zaratustra: “'Este es mi camino, ¿Dónde está el vuestro?', así respondía yo a quienes me preguntaban por 'el camino'. ¡El camino, en efecto, no existe!”.


jueves, 13 de junio de 2013

Funcionarios, vecinos y autoridades universitarias debaten
Charla en la Universidad Católica/ sobre tierra y vivienda digna

 Por Mariano Pacheco para el diario El argentino



“La Universidad como espacio para el diálogo y el encuentro: el problema de la tierra y la vivienda digna”, fue el título bajo el cual unas 200 personas se reunieron ayer en el Auditorio Diego de Torres de la Universidad Católica de Córdoba. Convocada por el Colectivo de Investigación “El llano en llamas” y el Servicio social jurídico notarial gratuito Pedro Arrupe S.J. de la Universidad Católica de Córdoba, la actividad contó con la presencia de referentes de los barrios Cuesta Blanca (Yanina), El Bordo (Ricardo) y Piedras Blancas  (Raúl) como panelistas, quienes compartieron la mesa junto con la directora de “El llano en llamas”, Alejandra Ciuffolini; el Director de Hábitat del Ministerio de Desarrollo de la Provincia de Córdoba, Pablo Messori; el Secretario de Desarrollo Urbano de la Municipalidad de la Ciudad de Córdoba, Mariano de Juan y el abogado  del Encuentro de Organizaciones, Sergio Job.
Consultadas por El argentino, minutos antes de la charla, Verónica Heredia, Marcela Luna y Eufenia Carrión (vecinas del barrio El Bordo que ingresaban por primera vez a la Universidad), destacaron la importancia del “intercambio cultural” y de que llegara su problemática a “otros sectores”, que a veces eran los mismos que ante un corte de calle, “pasan con sus autos y nos gritan cosas”. También resaltaron que desde esa misma casa de estudios muchos muchachos y chicas se acercaban a trabajar de manera comunitaria en su barrio.
Candela De la vega, docente de la carrera de Ciencias Políticas de la facultad, y una de las organizadoras del evento, subrayó que entre sus intenciones a la hora de realizar una actividad de ese tipo figuraba la posibilidad de generar “una instancia de encuentro entre diversos actores sociales involucrados en los problemas de la tierra y la vivienda: los propios vecinos y vecinas de los barrios, los sectores académicos encargados de estudiar y analizar la situación,  las organizaciones sociales que trabajan en los barrios populares y los representantes estatales encargados de generar y ejecutar políticas públicas que atiendan estos problemas”. De la vega definió el tema como “urgente y necesario” y mencionó la necesidad de generar una “plataforma democrática e inclusiva” que escuche  de manera “atenta y comprometida” las situaciones y necesidades de los sectores sociales involucrados.