lunes, 30 de abril de 2012

Biografía de Darío Santillán en la Feria del Libro


 Presentación en la Feria del Libro- Domingo 6 de Mayo a las 17 hs. Sala Adolfo Bioy Casares
  
Los autores dialogarán con Alberto y Leonardo Santillán (padre y hermano de Darío), Hernán López Echagüe Mabel Twaithes Rey.

  
Darío Santillán. El militante que puso el cuerpo
Ariel Hendler / Mariano Pacheco / Juan Rey
Editorial Planeta


El 26 de junio de 2002, agentes de la policía bonaerense asesinaron en Avellaneda a Darío Santillán y a Maximiliano Kosteki, integrantes de movimientos de desocupados que habían intentado cortar el Puente Pueyrredón en demanda de trabajo. Maxi participaba por primera vez en una acción de esas características, mientras que Darío, a sus veintiún años, ya llevaba dos años y medio de militancia junto con los desocupados del barrio Don Orione, en Claypole, donde creció, y más tarde en La Fe, un barrio humilde en el partido de Lanús.
Además de un homenaje y un esfuerzo colectivo del que participaron sus familiares, compañeros y amigos, Darío Santillán. El militante que puso el cuerpo es una biografía que narra una vida tan breve como intensa, signada por la pasión y el coraje. Pero este libro es también la historia de toda una generación. Porque evocar la lucha de Santillán es contar a la vez la de sus compañeros de ruta, otros chicos y chicas del suburbio, como él, y sus esfuerzos por trascender las limitaciones y el porvenir acotado que les imponía una situación desfavorable en lo más profundo del conurbano. Por desafiar lo dado.
Con sus aciertos y errores, sus éxitos y fracasos, su ímpetu juvenil y su madurez precoz, su idolatría por el Che y su respeto por Evita, Darío Santillán representó —y representa— lo mejor de una juventud militante que les puso el cuerpo a la necesidad y a las balas.


Los autores.

Ariel Hendler nació en Buenos Aires en 1963. Es licenciado en Psicología por la Universidad de Buenos Aires y trabaja desde hace dieciséis años como periodista en medios gráficos. Es autor de La guerrilla invisible. Historia de las Fuerzas Argentinas de Liberación-FAL (2010).

Mariano Pacheco nació en Quilmes en 1980. Periodista y estudiante en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, fue amigo y compañero de militancia de Darío Santillán y es autor de De Cutral Có a Puente Pueyrredón, una genealogía de los movimientos de trabajadores desocupados (2010). Ha publicado ensayos en distintas compilaciones, y colabora en medios como la revista Sudestada y el portal www.marcha.org.ar

Juan Rey nació en Lomas de Zamora en 1983. Ha publicado ensayos y crónicas en diferentes medios de comunicación alternativa de varios países como prensadefrente.org, LaFogata.org, Rebelión.org, Redvoltairenet.org (España) y las revistas Intersticios (España), Desde Abajo (Colombia) y Die Aktion/Edition Nautilus. Cursa la licenciatura en Artes Musicales/Composición.

viernes, 27 de abril de 2012

Santillán, Villaflor y las huellas de un pasado que se resiste a quedar atrás

Nota publicada hoy en el Portal de Noticias Marcha
http://www.marcha.org.ar

POR: Mariano Pacheco


Avellaneda, al sur del conurbano bonaerense, es el sitio en el cual El Cabezón Darío Santillán, El Viejo Domingo Blajaquis y El Negro Raimundo Villaflor toman contacto, en una temporalidad obviamente trastocada. El secreto compromiso de encuentro que se teje entre las generaciones del pasado, y la nuestra.




Esta semana, la figura de Darío Santillán cobró una visibilidad mayor que la habitual. Por un lado, por la inauguración, el miércoles, de las Jornadas Darío Santillán en la Universidad Nacional de Avellaneda. Por otro lado, por el estreno cinematográfico, el jueves,  del documental de Miguel Mirra: Darío Santillán, la dignidad rebelde.
Darío Santillán y Maximiliano Kosteki fueron asesinados el 26 de junio de 2002. Domingo Blajaquis y Juan Salazar (junto al burócrata sindical Rosendo García), el 13 de mayo de 1966. Santillán y Blajaquis eran reconocidos militantes. Salazar y Kosteki, eran más nuevos en eso de luchar por un cambio social. Raimundo Villaflor, legendario militante del peronismo combativo asesinado por las “patotas” de la ESMA en 1979, presenció el asesinato de sus compañeros Domingo y Juan, y fue un testigo clave para la investigación que realizó Rodolfo Walsh, publicada primero como “notas” en el diario CGT y más tarde como libro. Allí, Walsh da cuenta de manera magistral que las balas que dieron muerte al sindicalista Rosendo García en la pizzería La Real de Avellaneda, no habían partido de los militantes del sector sindical combativo, sino del mismo bando burocrático, de la mismísima mesa donde se encontraba El Lobo Augusto Timoteo Vandor.
Es en ¿Quién mató a Rosendo? donde Walsh ilustra la biografía de Villaflor. Raimundo, nos cuenta, se crió mirando con admiración la figura de su padre: Aníbal Clemente Villaflor, el obrero militante del sindicato de panaderos que luego de haber participado de la FORA, ayudó a poner en la Plaza de Mayo a los gremios más poderosos de Avellaneda, en apoyo a Perón. Raimundo dejó el 6° año del colegio dos años antes de recibirse de técnico. Con 14 años empezó a trabajar y por esas cosas extrañas de la historia, a los 21 años –en plena Revolución Libertadora– fue elegido delegado general del lugar en donde trabajaba. Activo en las huelgas y la organización clandestina de la resistencia peronista, padeció luego la persecución policial y la cárcel. Y más tarde, ya en libertad, las persecuciones patronales: no duraba ni dos días en cada nuevo trabajo. Obrero metalúrgico, dirigente sindical y activista de la resistencia, Raimundo fue luego militante del Peronismo de Base, y una figura clave a la hora de conformar la CGT de los Argentinos.
En la militancia política Raimundo conoció a Blajaquis, ese marxista convencido que los peronistas de la base aceptaron como suyo. Porque El Viejo Blajaquis era comunista, había leído no sólo a Marx sino también a Hegel, y si bien la ortodoxia peronista lo tildaba –como a tantos otros- de “zurdo”, sus camaradas del Partido Comunista lo expulsaron de sus filas, luego de que propusiera, frente al derrocamiento de Perón, organizar milicias obreras. Mingo –como le decían sus amigos- había estudiado química, para tener mayores elementos a la hora de enfrentar el poder del capital. Había estado preso innumerables veces y en un sin fin de lugares. Una de sus principales preocupaciones eran los jóvenes. Caminando por las calles de Gerli, cuando se cruzaba a un grupo de muchachos perdiendo el tiempo en las esquinas, los incentivaba para que se juntaran se organizaran, leyeran. Y les hablaba de Espartaco, de las revueltas de los esclavos que lucharon por conquistar su libertad. Así había sido la vida de Domingo Blajaquis, El Viejo, hasta que su cuerpo quedó tendido en el piso, sin vida, aquella tarde de mayo de 1966. Hermano mayor, casi un padre para sus compañeros, según lo recuerda El Negro Villaflor, El Griego -como le decían algunos- “fue un militante más del ejército invencible del pueblo trabajador, fue un auténtico revolucionario”.
Domingo Blajaquis es hoy, muchas veces, recordado a partir de la figura de Camilo Blajakis, el joven  ex convicto que encontró en la poesía un nuevo modo de vivir, y tomó prestado ese apellido en homenaje a su figura y a su lucha.
Once años después, estando ya el cuerpo de Walsh secuestrado por la Junta de Comandantes, tanto Raimundo Villaflor como su compañera María Elsa Martínez –quienes por entonces tenían una hija: Laura, de once meses– fueron secuestrados por un grupo de tareas de la Escuela Superior de Mecánica de la Armada, en agosto de 1979. Raimundo fue asesinado en una sesión de tortura, a las 48 horas de haber ingresado a la ESMA, según pudo saberse por el testimonio de otros detenidos, alojados por la fuerza en el mismo Campo Clandestino de Detención.
Darío Santillán, asesinado por las balas de la Policía Bonaerense en junio de 2002, es hoy en día el símbolo más destacado de toda una generación. Lector de Walsh, caminante de las mismas calles por las que transitaron El Negro Raimundo y El Viejo Blajaquis, hoy es recordado sobre todo por su muerte, que al igual que la de 1968, se ha denominado como Masacre de Avellaneda.
Avellaneda, la estación de trenes del ramal Roca, ha sido rebautizada por las compañeras y compañeros de militancia de los jóvenes asesinados en 2002 como Estación Darío y Maxi. Al lado, un importante contingente del Movimiento de Trabajadores Desocupados Darío Santillán comenzó hace unos años a construir un centro cultural, con un anfiteatro y un polo textil, donde trabajadores autogestionados  sostienen día a día la Cooperativa Raimundo Villaflor. Allí, muy a menudo, puede verse entre toda esa gente, como una más, a Graciela, militante del Peronismo de Base en los 70, partícipe de las luchas del 2001 y de la movilización del 26 de junio de 2002.
Una nueva generación de militantes sociales, políticos y culturales, suelen estar a su lado. Juntos, siguen persistiendo en sostener los viejos y nuevos anhelos y deseos de transformación social, entablando ese secreto compromiso de encuentro entre las generaciones del pasado y la nuestra.


martes, 24 de abril de 2012

JORNADAS DARÍO SANTILLÁN


A 10 AÑOS DE LA MASACRE  DE AVELLANEDA
EN LA UNIVERSIDAD NACIONAL DE AVELLANEDA (UNDAV)
“Medios Hegemónicos
y Comunicación Popular”

MIÉRCOLES 25 DE ABRIL, A LAS 18HS
En la CASA DEL BICENTENARIO DE LA UNDAV. (Calle España 350, a tres cuadras de la Estación de trenes “Darío y Maxi” -ex Estación Avellaneda-.)


Las Jornadas Darío Santillán proponen una serie de encuentros para reflexionar sobre temas de suma importancia para el compromiso social: 
·      La Comunicación Popular ante los Medios Hegemónicos 
·  El Arte político y la Cultura Popular en las luchas por los Derechos Humanos
·    El papel de la juventud en la construcción de nuevos valores y un futuro para tod@s.
A la vez, estas Jornadas son el primer paso de un proyecto que se propone la creación de la Cátedra Libre Darío Santillán en el marco de laUNDAV.
En este primer encuentro queremos compartir un debate sobre el rol de la Comunicación Popular en el enfrentamiento con los Medios Hegemónicos. Así, nos preguntaremos: durante los años de la Crisis Social (1997-2002) ¿Qué rol jugó la Comunicación Popular para las organizaciones barriales? ¿Cómo caracterizar la acción de los Medios Hegemónicos durante la etapa de “represión abierta” posterior al 19 y 20 de diciembre de 2001?  ¿Cuál era la situación de los medios populares y alternativos cuando surgían los primeros piquetes del Conurbano? ¿Qué estrategias desarrollaron los movimientos sociales ante las campañas mediáticas en su contra? Y 10 años más tarde: ¿Cuáles son los canales de difusión con que cuentan los movimientos sociales? ¿Cómo se ha transformado la escena de los Medios Hegemónicos? ¿Qué desafíos tenemos en la actualidad?

Contaremos con la presencia de: Alberto Santillán (padre de Darío Santillán), Martín Azcurra (Revista Sudestada), Claudio Mardones (ANRED y Tiempo Argentino), Carina López Monja (Marcha), Patricio Escobar (co-director del documental “La crisis causó 2 nuevas muertes”), miembros del Colectivo de Trabajadores de Prensa, miembros de la Red Nacional de Medios Alternativos (RNMA) y más. Coordinará la actividad Mariano Pacheco (escritor, compañero de militancia de Darío Santillán, miembro del FPDS)

Próximos encuentros de las Jornadas Darío Santillán:

·         “Arte político, derechos humanos y memoria popular” (mayo)
·         “Juventud y militancia, compromiso social y nuevos valores” (junio)


lunes, 23 de abril de 2012

Literatura y peronismo (3 encuentros)

Próximos 3 encuentros: miércoles  2, 9 y 16 de mayo, de 18.30 a 20.30 hs.

En la Casa Popular Nuestra América (Boedo). Maza 1659 (a una cuadra de Garay)

Miércoles 25, no hay taller...
Las figuras de Perón y de Evita en la literatura. Los textos malditos. La literatura, más allá de la política

sábado, 7 de abril de 2012

Desde el 18 de abril: Taller de literatura y política en Boedo

 “Literatura argentina y realidad política”
(Revisitando el peronismo)

4 nuevos encuentros
El peronismo como hecho maldito del país burgués

Coordinación: Mariano Pacheco 


Los miércoles de 18.30 a 20.30 

En la Casa Popular Nuestra América (Boedo)
 Maza 1659 (a una cuadra de Garay)


1.        El peronismo: del gobierno a la resistencia (las reflexiones del grupo Contorno)
2.        La figura de Evita: el mito y la historia de su vida y de su muerte
3.        La figura de Perón: controversias en torno a su vida y a su muerte
4.        Textos malditos: irreverencia de la literatura y cruces con filosofía y psicoanálisis

Autores: Ismael y David Viñas, Oscar Masotta, León Rozitchner, Adolfo Prieto, Tulio Halperin Donghi, Copi, Juan Carlos Onetti, Néstor Perlongher, Rodolfo Enrique Fogwill, Germán Rozenmacher, Leónidas y Osvaldo Lamborghini, Ricardo Piglia, Alan Pauls, Horacio González, Beatriz Sarlo, Pilar Calveiro…

Consultas e inscripción: marianopacheco9@hotmail.com

Bibliografía a trabajar en cada encuentro

Primer encuentro
Revista Contorno N° 7-8: Número dedicado al peronismo.

Segundo encuentro
David Viñas: La señora muerta (cuento).
Copi: Eva Perón (teatro).
Juan Carlos Onetti: Eva (cuento).
Néstor Perlongher: Alambres y El cadáver de la Nación (poemas).

Tercer encuentro
Leónidas Lamborghini: Perón en Caracas (teatro).
Rodolfo Enrique Fogwill: La cola (cuento).

Cuarto encuentro
Néstor Perlongher: Evita vive (cuento).
Osvaldo Lamborghini: El niño proletario (cuento).
Germán Rozenmacher: Cabecita Negra (cuento).

Bibliografía crítica optativa
Ricardo Piglia: “Cortázar y los monstruos” y “Rozenmacher y la casa tomada” (breves textos críticos), en La Argentina en pedazos.
Carlos Nine y y Norberto Buscaglia: Historieta en base al cuento de Julio Cortázar, “Las puertas del cielo”.
Solano López y Eugenio Mandrini: Historieta en base al cuento de Germán Rozenmacher, “Cabecita negra”.
Omar Acha: “Revistas de las fueras del peronismo: Contorno e Imago Mundi entre la renovación historiográfica y el proyecto generacional”, en La nueva generación intelectual. Incitaciones y ensayos.
Néstor Perlongher: “Los devenires minoritarios”, en Prosa plebeya. Ensayos 1980-1992.
Horacio González: Perón, reflejos de una vida (extracto).
León Rozitchner: Perón: entre la sangre y el tiempo (extracto).
Beatriz Sarlo: “Literatura y política” (artículo digitalizado).
Pilar Calveiro: Política y/o violencia. Una aproximación a la guerrilla de los 70 (extracto).
Germán García: “Fuego amigo. Cuando escribí sobre Osvaldo Lamborghini” (artículo digitalizado).
Alan Pauls: “Maldito Mito” (artículo digitalizado).
Leónidas Lamborghini: El jugador, el juego (extracto).
Entrevista a Giles Deleuze: “Control y devenir”.
Entrevista a Osvaldo Lamborghini: “El lugar del artista” (digitalizada).




La idea del taller


La propuesta es continuar con una serie de talleres en los cuales poder abordar una serie de lecturas y debates en torno a las relaciones, a los vínculos que se establecen entre literatura y política, entre política e historia, entre pasado y presente...
Estos encuentros, que tienen una conexión pero a los cuales no es imprescindible asistir de manera permanente, están organizados en bloques de cuatro encuentros (a realizarse una vez por semana).
Englobados bajo este título, intentan ser a su vez un homenaje al  maestro David Viñas (fallecido el año pasado) quien publicó en 1964 Literatura argentina y realidad política, ese gran libro que marcó a varias generaciones de docentes y estudiantes, de lectores y escritores de nuestro país.
Si en los primeros cuatro encuentros abordamos distintas miradas sobre la historia (Federico Nietzsche, Walter Benjamin), cómo abordar la lectura de textos “clásicos” (Ítalo Calvino), un repaso histórico sobre la emergencia y los dos primeros períodos de gobierno peronista, para pasar luego a trabajar con textos de “ficción”, “periodísticos” e “histórico-políticos” sobre cómo el antiperonismo abordó la problemática (Jorge Luis Borges, Adolfo Bioy Casares, José Luis Romero), para finalizar con autores con mayores simpatías por el peronismo (José Pablo Feinmann, Ricardo Piglia, Rodolfo Walsh), ahora partiremos por un breve recorrido por la mirada crítico-periodística que expresó la legendaria revista Contorno y su revisión del fenómeno peronista desde una mirada de izquierda, luego de que la “Revolución Libertadora” persiguiera, proscribiera, encarcelara y torturara, obligara al exilio y fusilara simpatizantes y militantes del gobierno depuesto, después de esa introducción, nos meteremos de lleno en un recorrido por la literatura, abordando breves obras de teatro, poesías y cuentos que tematicen las figuras, la vida y la muerte de Perón y Evita, para finalizar con los textos malditos que lograron poner en cuestión las “almas bellas” y su mirada inocente sobre la política y la literatura, poniendo de manifiesto y en primer plano a la violencia, no sólo del proceso histórico sino también de la propia escritura.
Nos proponemos, en síntesis, llevar adelante un recorrido por las representaciones gestadas en torno al fenómeno peronista en la literatura. Un intento por revisitar  mitos políticos fundamentales de la historia nacional.

martes, 3 de abril de 2012

La izquierda y Malvinas. Ayer y hoy

Nota publicada hoy en http://www.marcha.org.ar


POR: Mariano Pacheco

Como en tantos otros temas, el desembarco de las tropas argentinas en las Islas Malvinas, en 1982, provocó una serie de posicionamientos para nada coincidentes al interior de las izquierdas, por entonces duramente golpeadas por el accionar represivo de una dictadura que ya llevaba seis años gobernando el país, con un saldo de miles de militantes detenidos-desaparecidos, asesinados, presos, exiliados internos y externos y un repliegue gigantesco del movimiento de masas,  más allá de las resistencias que tanto el movimiento obrero, como los organismos de derechos humanos y otras expresiones populares, nunca dejaron delibrar contra ese verdadero Proceso de Reorganización Nacional que encarnó la Junta de Comandantes. Un repaso por algunos de aquellos debates, y sus ecos en los posicionamientos de las izquierdas en la actualidad.

Para cuando se iniciaron los enfrentamientos bélicos entre la República Argentina y el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, en 1982, las Islas Malvinas contaban con alrededor de 1.800 habitantes trasplantados por Inglaterra a esta parte del sur del mundo. Llevaban ya 149 años ocupando las islas, luego de que la población argentina en Malvinas, con su gobernador y comandante militar incluidos, fueran obligados a abandonar las islas en 1833; y casi una década y media jaqueando las negociaciones internacionales, renunciando a las resoluciones de las Naciones Unidas, que insistían en que Gran Bretaña accediera a una solución pacífica del conflicto. El fundamento básico para que Argentina reclamara justamente sobre la soberanía en torno a Malvinas fue y es que la usurpación no puede ser nunca fuente de derecho.
Ese legítimo derecho, sumado al apoyo generalizado de los países latinoamericanos y el importante sentimiento nacional-antimperialista enraizado en amplios sectores de nuestra población, llevaron a un sector de la izquierda de nuestro país a apoyar el desembarco militar argentino en las Islas. Uno de esos apoyos fue expresado por una solicitada titulada “Por la soberanía argentina en Malvinas: por la soberanía popular en la Argentina”, firmada por 25 intelectuales integrantes del Grupo de Discusión Socialista (GDS), entre los que se encontraban José Nun y Sergio Bufano, Emilio de Ípola y Néstor García Canclini, José Aricó y Juan Carlos Portantiero, por nombrar algunos de los más reconocidos. El 10 de mayo, desde su exilio en México D.F, emiten su apoyo al intento de recuperación de las Malvinas.
Los fundamentos del GDS giran en torno al apoyo de los países no alineados, y fundamentalmente, de los gobiernos de Cuba y Nicaragua, y el de una de las más poderosos fuerzas beligerantes del continente: El Frente Farabundo Martí de El Salvador. Estos apoyos, sumados a que para Estados Unidos “la única opción lógica” era apoyar a Inglaterra, colocaban al accionar de las Fuerzas Armadas Argentinas, más allá de sus intenciones, en un nuevo contexto de sentidos. Así, colocada la lucha por la recuperación de las Malvinas en el campo de las luchas antimperialistas, no quedaba espacio para las dudas, puesto que se enfrentaba al conglomerado de intereses colonialistas de dos grandes potencias mundiales, entonces dirigidas por gobiernos ultraconservadores de Ronald Reagan y Margaret Thatcher. Intereses no sólo económicos (recursos petroleros, fabulosas riquezas en nódulos minerales y otras fuentes proteínicas claves para el futuro), sino también por su lugar clave en la geopolítica mundial (recordemos que entonces todavía se mantenían en pie los intentos de constituir gobiernos de nuevo tipo en Centroamérica, alineados con Cuba y Nicaragua, y el Bloque Socialista como contrapartida al modelo del capitalismo).
La tesis del GDS es sencilla: si la lucha por la soberanía argentina sobre Malvinas abre la posibilidad de una lucha popular al interior del país, hay que apoyarla, porque su contracara es que la pérdida de soberanía abre las puertas a la consolidación a largo plazo de un dominio imperialista sobre un área estratégica, tanto para Estados Unidos como para Inglaterra. De triunfar argentina, sostienen, ganan las fuerzas progresistas; de perder, la derrota es para la nación en su conjunto. Por supuesto, esto no quita denunciar a la dictadura. De allí que escriban: “Reivindicar en la actual situación la indiscutible soberanía argentina sobre Malvinas no implica, como lo quieren algunos y en primer lugar el propio gobierno, echar un manto de olvido sobre su política desde 1976 hasta el presente. Por el contrario, para dar su sentido cabal a esa justa reivindicación se requiere como condición indispensable, asumir una posición resuelta y clara en repudio a dicha política”.
Tal vez el doble comportamiento de los altos mandos militares argentinos en Malvinas eche por la borda estos fundamentos. Los testimonios de los soldados argentinos torturados y maltratados, “estaqueados” por sus superiores, junto con la foto de Alfredo Astiz rindiéndose ante las tropas británicas, sin disparar un tiro, sean la condensación de un drama que un sector de la izquierda, sea por seguidismo de masas o por ingenuidad, no pudieron procesar en su momento. Y que en muchos casos, parecen no estar dispuestos a mirar retrospectivamente de un modo autocrítico.
Quien sí salió al cruce de estos planteos, en el mismo momento de los hechos, fue León Rozitchner, quien escribió desde Caracas un lúcido ensayo -editado en formato libro en 1985 por Centro Editor de América Latina- titulado Malvinas: de la guerra sucia a la guerra limpia. El punto ciego de la crítica política. El texto circulará por las redes de exiliados como un baldazo de agua fría, señalando aquellos puntos que entonces, en un contexto de realzamiento del patriotismo, nadie parecía muy dispuesto a cuestionarse.
Rozitchner denuncia en su escrito que ese realzamiento del patriotismo por parte de las FF.AA, no busca otra cosa más que limpiarse el rostro, simulando participar de una guerra limpia luego de años de desarrollar puertas adentro la guerra sucia (“guerra que prolongó el horror del genocidio en el envío de cientos de adolescentes a la muerte”). Por eso en 2005, al reeditar el libro, el legendario integrante del grupo Contorno va a subrayar que Malvinas es todavía una cuenta pendiente; porque es –dice– entre muchos otros, “uno de esos eslabones que atenacea el secreto político de una cadena férrea de ocultamientos y engaños que ciñe el cuerpo  despedazado y tumefacto a que ha quedado reducido esto que llamamos patria”.
Sus reflexiones no dejan lugar a dudas: el Ejercito Argentino –sostiene– es una fuerza que se ha formado y se ha definido en los límites que el propio enemigo le proporcionó. “Si hasta las categorías de la guerra son producto del enemigo, y forman parte de su doctrina de guerra, que es de Contrainsurgencia y Seguridad Nacional, que fundamenta su plan de guerra”. En este sentido, las Fuerzas Armadas Argentinas se constituyeron como fuerza de ocupación –antinacional– en el propio territorio, buscando implantar por la fuerza, en el propio país, la dominación que permitiera el despojo de sus habitantes, sobre todo de sus clases populares. De allí que resultara absurdo que después se pretendiera, en nombre de la unidad nacional, que esos mismos sectores pelearan junto a sus opresores. Los Pichis, los protagonistas de Los Pichiciegos de Fogwill, son un claro ejemplo de esa paradoja. La contracara de esa guerra. De allí que resulte sugestiva la pregunta que, en determinado momento de la novela, surge en la Pichicera: ¿Por qué, siendo tantos los porteños, son ahí tantos los “provincianos”? ¿Por qué las trincheras están llenas de “cabecitas negras”? La respuesta salta a la vista: porque el Ejército Argentino, desde Caseros en adelante, se convirtió en el ejército de una clase, con un discurso que pretendió elevarse al discurso de la Nación entera. Una clase que, según Rozitchner, responde a intereses económicos que son transnacionales. Y es por eso, entre otras cosas, que la guerra estaba perdida antes de comenzarla: ¿cómo ganarla si su existencia dependía de aquellos a quienes debía combatir?
Rozitchner ataca el argumento de que el enfrentamiento interno con la Junta pase a ser de carácter secundario, en el marco de un enfrentamiento más amplio con los “enemigos principales”, a saber, los imperialistas yanquis y británicos. De allí que sostenga que “el éxito del poder militar del ejército de ocupación argentino significaba la derrota del poder –moral y político y económico- del pueblo argentino”. Ahora bien, esta posición, ¿coloca necesariamente a quienes no desean el triunfo de la Junta en Malvinas junto al bando imperialista? No, sostiene Rozitchner, porque no había ninguna posibilidad de vencer en esta guerra ni “recuperar” ninguna isla contra nuestros enemigos externos, hasta tanto no hubiéramos recuperado previamente nuestro propio territorio nacional de nuestro enemigo principal: las fuerzas armadas de ocupación. Esas que fueron a Malvinas en un “como si” de guerra, puesto que no se tuvieron en cuenta ninguno de los principios básicos del enfrentamiento bélico, como por ejemplo, que a todo ataque, a toda ofensiva, le corresponde un golpe del otro bando. Una guerra fantaseada, en donde se ataca sin sufrir las consecuencias.
Queda claro que Rozitchner interpela, que pone el dedo en la galla. Y digo pone, y no puso, porque sus reflexiones de ayer no han quedado en el pasado, sino que continúan operando en el presente. Porque interrogarse sobre el activo apoyo a la recuperación de Malvinas es además preguntarse por el rol civil de apoyo a la Junta, no sólo en la coyuntura Malvinas sino también antes. Es asumir que nuestro pueblo está integrado por mujeres y hombres que ofrecieron resistencia activa, que no colaboraron, pero no sólo. También está integrado por quienes miraron para otro lado, o pero aun, prestaron el necesario apoyo para que suceda lo que sucedió.
Hoy, a 30 años de la guerra, con un gobierno que –más allá de las caracterizaciones en torno a sus políticas– no caben dudas que es producto de la elección popular, legitimado por más del 50% de los votos, Argentina ha lanzado una ofensiva mediática y diplomática reinstalando la cuestión Malvinas. Paralelamente, en los últimos días, seis Premios Nobel de la Paz -entre ellos el argentino Adolfo Pérez Esquivel- han reclamado al Primer Ministro Británico David Cameron que se establezca un diálogo por el tema de la soberanía sobre las Islas Malvinas. Han lanzado una campaña internacional  de adhesiones, en la búsqueda por lograr una justa solución por la vía diplomática. Tal como señaló Marcha en su edición del viernes 30 de abril, la “cuestión Malvinas” bien podría ser la punta de lanza para abordar una discusión seria acerca de los modernos y controvertidos enclaves coloniales británicos expandidos por el mundo. Y también, se podría agregar, podría ser el puntapié inicial de un debate sobre la soberanía nacional y popular en la actualidad, en el resto del territorio. No deberían ser debates excluyentes, ya que estamos ante otro contexto, nacional, pero también continental e internacional. De allí que hoy, el reclamo por la soberanía argentina sobre Malvinas, se torne por completo un legítimo reclamo, realizado desde otro lugar: más legítimo, más creíble, más sentido que el que intentó hacer la Junta de comandantes de la dictadura militar.