martes, 22 de octubre de 2013

Una sala para contar la vida de toda una generación

Por Mariano Pacheco-Nota publicada en el diario El Argentino


Vidas para ser contadas es una iniciativa del Archivo Provincial de la Memoria que se propone rescatar la dimensión vital de los detenidos-desaparecidos por la última dictadura cívico-militar. El Argentino visitó el lugar y habló con quienes llevan adelante la propuesta.



 Políticas de la memoria-Familiares de desaparecidos en la ex D2

Humanizar al detenido-desaparecido por la última dictadura cívico-militar. Narrar sus vidas. Sacar a esas mujeres y hombres del exclusivo lugar de “víctima del Terrorismo de Estado”. Recuperar, a través de distintos formatos, fragmentos de sus historias. Estos son algunos de los objetivos de “Vidas para ser Contadas”, el Área del Archivo Provincial de la Memoria que cuenta con una sala de tres habitaciones en el ex Centro Clandestino de Detención conocido como la D2 (el Departamento de Inteligencia de la Policía de la Provincia de Córdoba). En diálogo con El Argentino, Carina Tumini cuenta que en 2008, cuando todavía no trabajaba en el lugar pero “colaboraba asiduamente”, confeccionó el primer álbum, con fotografías y recuerdos de Mónica Cappelli, militante del Partido Revolucionario de los Trabajadores, su madre, que aún permanece desaparecida. Su iniciativa fue, de alguna manera, el puntapié para poner en funcionamiento la nueva propuesta, que busca realizar una “reapropiación pública del espacio”.

Los álbumes
En la era de la fotografía digital y la reproducción tecnológica, el acercamiento a un “objeto único e irrepetible” se presenta con una especie de “aura” que es difícil encontrar en otros. Carina comenta que la idea de invitar a los familiares a confeccionar un álbum surgió pensando en la posibilidad de gestar en ese sitio en el que funcionó el horror, un lugar para “sentirse como en casa”. “En las casas –explica– suele haber portarretratos, y también álbumes”. Hay personas que han continuado agregando fotos y otros elementos luego de haberlo dejado en la sala. Otros tienen hojas en blanco, sobres y leyendas que invitan a aportar nueva información. Esto marca el “carácter abierto” de la iniciativa.
Los álbumes contienen fotografías de las personas detenidas-desaparecidas, pero también la página de un libro marcada o firmada por su antiguo dueño; una hoja de cuaderno, con una poesía o canción, un dibujo o una carta de amor; una fotocopia de un boletín escolar, de una partida de nacimiento o un DNI. También hábeas corpus, presentados por sus familiares al momento de ser secuestrados. El de Enrique Valdés, por ejemplo, tiene la tapa de madera, porque su hermana recordó que él “era de buena madera”. Cada álbum concentra una historia, que es a la vez muchas historias. Las de aquellos capturados por la maquinaria del terror. Fragmentos de historia de toda una generación que dio su vida por un cambio social.

La sala
Además del espacio destinado a la consulta de los álbumes, donde hay un lugar para sentarse y una obra de la artista plástica Natalia Colón, que tiene a sus padres desparecidos en Tucumán, en otra de las habitaciones hay sólo retratos con las caras de los desaparecidos, colgados en las paredes. Algunas tienen una cinta de color. Son los rostros de aquellos que actualmente figuran en la Megacausa La Perla. “Fue una forma de darle visibilidad al Juicio”, relata Tumini, y cuenta que al principio “las fotos estaban todas juntas en una lona”, y que luego “surgió la propuesta de darle más intimidad al espacio”, y ponerlas –“como en las casas”– en portarretratos. “Estamos priorizando poner no tanto fotos donde se vea simplemente el rostro, sino imágenes más vitales, de las personas bañándose en el río o subidas a un árbol”. Allí se está comenzando a construir un archivo digital, que el público puede consultar activando algunas de las computadoras instaladas, donde aparece una foto de la infancia y una breve reseña de cada una de las personas que aparecen en los portarretratos.
En el espacio contiguo se ha montado una muestra con objetos que pertenecieron a los detenidos-desaparecidos y que sus familiares y amigos han acercado al lugar. Desde prendas de vestir hasta una motoneta Vespa, pasando por objetos como discos y libros. En una de las paredes puede verse una bandera argentina, con la inscripción “Alberto Losada: Hasta la victoria, siempre”, que Don Américo, su padre, quiso dejar allí colgada. Fue la bandera con la que taparon la urna de cenizas de Alberto, cremadas luego de que recuperaran sus restos.
  
La Sala “Vidas para ser Contadas” permanece abierta, para quienes quieran visitarla, de martes a viernes de 10 a 18. Allí se exhiben los álbumes, las fotografías y algunos objetos personales que pertenecieron a las personas capturadas por el dispositivo represivo.  


viernes, 18 de octubre de 2013

La clase obrera: ¿ya no quiere el paraíso?

Nota publicada en Deodoro, revista cultural de la Universidad Nacional de Córdoba

Mariano Pacheco- Octubre de 2013

El 40 aniversario de la realización del Primer Encuentro Nacional de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP) en Río Cevallos (Provincia de Córdoba), puede funcionar como inspiración para un debate urgente de la actualidad: el rol de los trabajadores en las confrontaciones políticas de la Argentina contemporánea.




Este año tiene la característica de estar poblado de importantes aniversarios para los sectores populares de nuestro país, más allá de los sentidos que cada sector político otorgue a cada uno de los acontecimientos: 200 años transcurridos desde la abolición de la esclavitud; 40 del camporismo; 30 del retorno de la democracia; 10 años de kirchnerismo. Por eso resulta sintomático –sobre todo teniendo en cuenta el afán memorialístico de los últimos años- que hayan pasado tan desapercibidos los 40 años de la realización del Primer Encuentro Nacional de la Juventud Trabajadora Peronista (JTP). Encuentro que tuvo lugar en la ciudad de Río Cevallos, Provincia de Córdoba, los días 25 y 26 de agosto de 1973.
El “Frente de masas” con mayor relevancia estratégica para Montoneros, aclara que “la JTP nace como una corriente político gremial en el seno del Movimiento Obrero Organizado, haciendo suyas las experiencias y las luchas de la clase obrera argentina y fijándose como objetivos producir el trasvasamiento sindical para el Socialismo Nacional”. En sus lineamientos políticos –definidos en el Encuentro– sostienen que “los trabajadores somos el reaseguro histórico del proceso revolucionario, somos al columna vertebral del Movimiento Peronista y la clase social alrededor de la cual se aglutinan otros sectores populares y la que en forma principal ha protagonizado todos estos años de lucha”.
Cuatro décadas no pasan en vano. La actual composición de la clase obrera argentina – producto de las transformaciones estructurales impuestas tras la ofensiva neoliberal– es heterogénea y está signada por la precarización laboral, la subocupación y sobreocupación masiva, si bien en los últimos años la masa de desempleados ha disminuido considerablemente (4 millones de nuevos puestos de trabajo se crearon desde 2003 a hoy). De la mano de este proceso, el rol económico y político que históricamente ha tenido el movimiento sindical en nuestro país, ha mutado de una manera impensada antes del golpe cívico-militar de 1976. No es de extrañar, si tenemos en cuenta que la represión se concentró en esta clase (80% de los detenidos-desaparecidos eran asalariados y el 30% obreros industriales) y que las cúpulas de los sindicatos fueron por lo general cómplices y parte de la ofensiva conservadora (el devenir empresario de los dirigentes sindicales no es más que una consecuencia de este proceso). De allí que la reconstitución de experiencias democráticas y participativas al interior del movimiento obrero aparezcan, en los últimos años, como una novedad. Por más que retomen y recuperen el largo historial que cuenta en el haber de la clase trabajadora argentina. Por otro lado, cabe destacar que el protagonismo de la resistencia popular antineoliberal (y las nuevas luchas que surgirán contra los distintos poderes presentes en nuestra sociedad) va a recaer en sectores periféricos al movimiento obrero organizado.
El asesinato de Mariano Ferreyra a manos de una “patota” sindical (el 20 de octubre de 2010, en Barracas, luego de que los obreros ferroviarios “tercerizados” del ramal Roca protagonizaran una protesta sobre las vías) volvió a poner en discusión un tema que cada tanto aparece en la agenda política nacional: que una nueva corriente, desde abajo, viene emergiendo al interior del movimiento obrero. Una tendencia sindical de base que promueve la participación y la democracia desde lógicas que nada tienen que ver con los modos tradicionales. El caso del Cuerpo de Delegados del Subterráneo de Buenos Aires, que luego de una década de enfrentamiento con la dirigencia de la Unión Tranviaria Automotor (UTA), conformó una nueva asociación gremial, es un ejemplo –puntual, pero un ejemplo al fin– de ese proceso.
Por supuesto, las experiencias que han aparecido como una novedad en los últimos años no son generalizables. Y la actual situación del movimiento obrero (con cuatro o cinco centrales sindicales), resulta verdaderamente inédita. Así y todo, no deja de ser llamativo que entre las fuerzas progresistas y de izquierda, por lo general, el desarrollo político al interior del movimiento obrero no sea una tarea política de primer orden. Y eso no significa caer en el reduccionismo “sindicalista”. Entiendo que un proyecto que pretenda transformar la sociedad (la economía y la política), no puede dejar de tener en cuenta la importancia de ir gestando una nueva cultura, donde los valores, las simbolizaciones, los sentimientos y deseos, sean tenidos en cuenta junto con las formas de entender la realidad (la conciencia crítica).
Si rescato algunas experiencias puntuales es porque creo que es a partir del ejemplo y el entusiasmo que contagian que nuevas experiencias podrán abrirse paso. Y el entusiasmo suele contagiarse cuando las luchas y los procesos de organización cambian, al menos parcialmente, el estatus quo. El del subterráneo es uno de los pocos ejemplos en donde un sector del movimiento obrero logró resistir la tercerización y la precarización, y libró luchas por la estabilidad laboral, mejorando las condiciones de trabajo y elevando sus ingresos. Si esto fue posible ha sido, en gran medida, porque han ido avanzando con pasos firmes. El movimiento de la clase trabajadora logra avanzar, por lo general, cuando en sus luchas se van conquistando pequeñas victorias. Por más que éstas sean transitorias, como supo señalar Karl Marx en El Manifiesto Comunista. Esta revalorización de las pequeñas victorias se torna fundamental, ya que como suele afirmar el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra de Brasil, no basta con victorias políticas: las movilizaciones, las luchas deben traer triunfos materiales.
De allí la importancia de construir dinámicas sindicales que libren batallas en el plano político, económico y cultural, al mismo tiempo, buscando cambiar las formas del accionar sindical, recuperando la vasta trayectoria obrera que, en nuestro país, ha buscado tomar en sus manos, también, otras esferas de la vida colectiva. Las tormentosas batallas políticas de la argentina contemporánea reclaman una mayor participación de los trabajadores. Para ello se torna indispensable la irrupción de una nueva manera de entender y practicar la acción sindical. Por supuesto: no hay recetas. Y las experiencias de otros tiempos –como la mencionada de la JTP– solo pueden aportar en tanto inspiración y ejemplo, pero se sabe: no hay réplicas posibles en el accionar político. 
Hubo un pensador (Federico Nietzsche), que supo advertir con lucidez sobre los “perjuicios de la historia para vida”, en la medida en que el ayer obstaculice, obstruya las posibilidades de gestar un espacio para la invención en el presente. Coincido. Pero también recuerdo que Nietzsche rescató las potencialidades de una historia que pueda servir para poder interrumpir el andar, mirar hacia atrás y volver a respirar (“¿De qué sirve entonces al hombre del presente la consideración monumental del pasado, la ocupación con lo clásico y raro de épocas pretéritas? Saca de ellos la consecuencia de que lo grande que alguna vez existió fue en todo caso alguna vez posible y por lo tanto también será posible de nuevo alguna vez; puede seguir con más ánimo su marcha…”).
Más que inscribir las prácticas actuales en una determinada tradición (que nunca deja de ser imposición de un pasado como autoridad), entonces, sospecho que hoy en día resulta más productivo rescatar legados que permitan radicalizar la imaginación política contemporánea.



domingo, 6 de octubre de 2013

Presentación del libro Kamchatka en La Plata y Bs. As

Jueves 10 y viernes 11 de octubre

El ensayo. ¿Un género? En caso de serlo: un género de batalla. Aun con su propio estatuto dentro del sistema literario. Los ensayistas como duelistas. O como partisanos”, sostiene Mariano Pacheco en  Kamchatka. Nietzsche, Freud, Arlt: ensayos sobre política y cultura, su tercer libro, recientemente publicado por la editorial ALCIÓN. Mariano Pacheco, periodista y escritor radicado actualmente en Córdoba, presentará esta semana su libro en La Plata y la Ciudad de Buenos Aires.
El jueves 10 de octubre, a las 21.15 horas, el autor (nacido y criado en el sur del conurbano bonaerense), estará en  ciudad de La Plata, en compañía de Esteban Rodríguez y Julián Axat (revista La Grieta digital), Daniel Badenes (revista La Pulseada) y Verónica Luna (Revista Estructura Mental a las estrellas y Malisia), en La Casona Cultural C´ est la vie, Calle 55, N° 458, entre 4 y 5. Al día siguiente, viernes 11 de octubre, compartirá una mesa junto a Leonardo Candiano (sección cultura del Portal de Noticias Marcha), en la Librería y Centro de Comercialización Popular Libros y Alpargatas, Santiago del Estero N° 866, en el barrio porteño de Monserrat, desde las 19 horas.


Pacheco comenta que “el ensayo es una práctica que se propone conjurar –cuando no enfrentar de manera directa– el terrorismo académico” y también “actualizar (mediante su lectura), los recorridos de lecturas que hemos emprendido en distintos momentos, urgidos por distintas preocupaciones, atravesados por distintos deseos y diferentes coyunturas”.
Desde esa mirada el autor se propone abordar una lectura de estos tres autores.
Nietzsche y Freud -plantea, recordando a Michel Foucault- los grandes intérpretes que, a su vez, han fundado discursos desde los cuales interpretar. “Porque ambos desarrollaron sus postulados en base a las interpretaciones –las construcciones de sentido– ya existentes. En base a, o más bien, insurreccionándose contra los pensamientos hegemónicos. Nietzsche, ejecutando una genealogía de la moral, es decir, realizando una interpretación sobre los discursos que occidente había construido sobre la moral; Freud, construyendo un relato en base a la interpretación que realizaba de otros relatos: los que sus pacientes construían y le transmitían acerca de sus sueños”.
Pacheco también recuerda que “tanto el pensamiento nietzscheano como el psicoanálisis freudiano, se construyeron repeliendo la sistematicidad”. Y luego se pregunta retóricamente: ¿qué duda cabe de que Arlt es el gran periodista, narrador, dramaturgo, etnólogo, sociólogo, psicólogo y pensador de la Argentina? Inoportuno, polemista, hincha pelotas, Arlt vuelve nuevamente a presentarse como un autor a reivindicar por quienes pretendemos afirmar nuestros deseos de producir aportes para redefinir una agenda epocal; para quienes nos sentimos parte de esa comunidad imaginaria que podríamos denominar Proyectos 19/20, y que Omar Acha llamó La nueva generación intelectual, y a la cual atribuyó como signo distintivo el espíritu insurreccional de la jornadas del 19 y 20 de diciembre de 2001”.
Por último, el autor reivindica a Nietzsche, Freud y Roberto Arlt como un “trío diabólico y monstruoso” y sostiene que los “tres pensadores-artistas” fueron “creadores que no siguieron un esquema preconcebido y una sistematicidad”. Y remata: “Freud gestando el psicoanálisis, Nietzsche una nueva manera de filosofar (que ya no podrá llamarse filosofía), y Arlt nuevos vínculos entre la literatura y los emergentes medios masivos de comunicación”. Así, sin antepasados, ni linaje, ni pasado familiar, Arlt fue hijo de su propia obra, al punto de construir su propio mito, adelantándose a la tarea de sus biógrafos. Algo similar podríamos pensarse en torno a Nietzsche y Freud. Por eso el autor rescata hoy a Nietzsche, Freud y Roberto Arlt, la “tríada infernal que ofrece la posibilidad de pensar nuevas coordenadas para el que-hacer artístico e intelectual contemporáneo. Qué nos incitan a no encerrarnos en las lógicas estandarizadas de la academia y el mercado, sino a trasvasarlos, en la búsqueda de nuevos caminos”.
Omar Acha, prologuista del libro, afirma por su parte:
Los ensayos reunidos en este libro de Mariano Pacheco, en mi lectura, confluyen en un nudo problemático, gravitan alrededor de un eje conceptual. Asedian las convicciones básicas del progresismo intelectual afirmado en América Latina durante las últimas décadas. La pulsión de inactualidad respecto al consenso reformista late en la prosa con que Mariano contraviene la serenidad ideológica de la cultura progresista. Lo hace siguiendo los trazos de tres nombres: Nietzsche, Freud y Arlt. Son más que citas oportunas. En verdad, las tres referencias no bastan –ellas solas– para consolidar una posición. Sabemos que las citas de referencias “prestigiosas” son obligadas tanto para las carreras académicas como para las escrituras progres. No es entonces cuestión de citas lo que Pacheco nos propone. Retorno, repetición, traición, son las palabras claves de este libro.
“Las apelaciones que nos propone no son las únicas posibles, pero ciertamente los usos de Arlt, Freud y Nietzsche que nos ofrece convergen en la emergencia de un programa de invención no progresista. Traer esos nombres a la palestra, ya no como citas en mercancías académicas, ni tampoco solo como pimienta para arrojar a los ojos somnolientos del gradualismo intelectual. Más bien, como nutrientes para conversaciones con la nueva generación. Demora, inactualidad y repetición, entonces, son las claves con las que quiero invitar a recorrer los ensayos de Mariano Pacheco. Ejercicios de desavenencia con el tiempo dominante, con todos sus guardianes y sus oportunistas”.