sábado, 29 de febrero de 2020

Entrevista al Diputado Leonardo Grosso

"EL FMI EN ARGENTINA NUNCA ES BIENVENIDO"

Por Mariano Pacheco*


Entrevista al diputado nacional y dirigente del Movimiento Evita. Unidad, expectativas y contradicciones de un gobierno gestado en la oposición.



Hace su recibimiento en el Congreso como si se tratara de una entrevista cualquiera en una Unidad Básica: saluda distendido, ofrece mate, bromea junto a sus asesores. También allí, como en cualquier local territorial, hay un cuadro con el rostro de Eva Perón. Leonardo Grosso tiene 36 años y desde hace casi una década es Diputado Nacional del Movimiento Evita. Estudió Ciencia Política en la Universidad Nacional de San Martín, sitio del Conurbano donde se lo conoce por sus intervenciones la frente de la Campaña Nacional Contra la Violencia Institucional.
En esta conversación con Zoom, reflexiona sobre la particularidad de ser un Diputado “de los Movimientos Populares”, sus vínculos con otros parlamentarios de la izquierda, la relación entre peronismo y diversidad sexual y su posición frente a la deuda externa. Un diálogo a fondo con un militante que pasó de la militancia territorial al Congreso.


En tu caso sos hoy en día Diputado nacional, como el resto de tus 256 colegas, pero además de integrante del Frente de Todos tenes la particularidad de ser uno de los seis “Diputados de los Movimientos Populares”. ¿Considerás alguna diferencia en ese sentido o es lo mismo que cualquier otro parlamentario que llegó en la boleta por otro sector del peronismo?

En el actual Congreso ha aumentado la representación de los Movimientos Populares y yo eso lo vivo como una necesidad de asumir un mayor compromiso. Pasamos de un bloque de cinco Diputados del Movimiento Evita a uno de seis de los distintos Movimientos Populares, y eso implica mayor diversidad. Estamos nosotros pero también el Movimiento Popular La Dignidad, la Corriente Clasista y Combativa, el Frente Patria Grande y el Partido País de Misiones; la composición es hoy en día mucho más variopinta, y esto tiene que ver con el fuerte proceso de pelea en las calles que los movimientos sociales le dieron al macrismo en los últimos cuatro años. Eso implica mayor responsabilidad, porque si bien los movimientos tienen más representación parlamentaria, aún no hay una representación real del sector social, porque los diputados y diputadas que estamos ya veníamos participando en política y, en general, pertenecemos a los sectores medios. Ahí veo una deuda pendiente importante de esta democracia: lograr que los sectores populares estén sentados acá en el parlamento representando sus propios intereses. De ahí la doble responsabilidad: trabajar para abrir, no entender nuestra presencia como un punto de llegada sino de partida, para perforar las instituciones, traer las demandas de los sectores que históricamente estuvieron relegados de los lugares donde se toman las decisiones en la Argentina. Y así venimos tratando de hacerlo. Hace unos años, por ejemplo, comenzamos a instalar la agenda contra la violencia institucional y trabajar sobre los modos de entender la justicia, los derechos humanos que quizás antes no estaba, que es la mirada de los sectores populares sobre estos temas: los casos de gatillo fácil, los pibes que no entran en las políticas de derechos humanos vinculada a la pelea que dieron nuestras Madres y Abuelas y los organismos. Después asumimos la agenda de la economía popular, una vez que se logró construir ese ideario político y ese proyecto, e incorporamos la Emergencia Social, la Ley de Barrios Populares e incluso la Emergencia Alimentaria, que hoy es utilizada como herramienta legal por este, nuestro gobierno, para resolver uno de los peores legados que deja el macrismo que es el hambre en la Argentina.


Todos los Diputados de los Movimientos Populares ingresaron por la lista del Frente de Todos. Pero más allá de eso, ¿hay algún tipo de coordinación formal entre ustedes?

Si, hay una articulación que es casi natural, porque todos venimos de la calle, nos cruzamos en los territorios y por ejemplo, ahora, todas las organizaciones a las que pertenecemos estamos construyendo la UTEP como espacio de sindicalización de la economía popular, por todo eso hay una inteligencia común mucho más aceitada. Y también hay una coordinación de hecho que implica que, entre todos y todas, nos ayudemos a impulsar los ejes de la economía popular en el Congreso. Como siempre, cuesta, pero entendemos que vale la pena porque la coalición de la que somos parte, el Frente de Todos, es hoy gobierno y el presidente de la Nación habló de la economía popular cuando asumió el 10 de diciembre del año pasado, cosa que no había sucedido nunca en la historia de la Argentina. Entendemos que ésta es una buena oportunidad para acompañarnos en los distintos proyectos que los Diputados y Diputadas de los Movimientos Populares vamos instalando, en una lógica escalonada, para ir instalando los temas con mayor fuerza.


¿Qué pasa con los Diputados de la izquierda? Se supone, en principio, que habría un horizonte más o menos común entre una mirada de izquierda y la de un peronismo que lucha por la justicia social. Sin embargo, por ejemplo respecto del tema de la deuda, no fue posible compartir una misma plaza entre esa izquierda y estos movimientos populares. ¿Cómo es entonces esa relación en el parlamento?

Yo particularmente tengo una relación excelente, tanto con Nicolás del Caño como con Romina del Plá y consolidamos un vínculo y una articulación política durante los años macristas, donde todo era mucho más fácil porque nos unía el espanto, pero por supuesto tenemos miradas muy diferentes de cómo creemos que hay que abordar la resolución de los problemas que tiene el país, pero eso no me impide –ni a mí ni al resto de los Diputados y Diputadas de los Movimientos Populares e incluso otros del Frente de Todos-- ver que ahí hay también sectores populares representados, con otras estrategias, pero que con sus aciertos y sus errores intentan llevar adelante una agenda popular dentro del Congreso.


Algo similar se podría pensar respecto de la consigna del “No Pago de la Deuda Externa”, ¿no? Digo: fue una consigna histórica de las izquierdas pero compartida por el peronismo también en los años ochenta, cuando se cuestionaba la legitimidad de la deuda adquirida por la dictadura. Y hoy en día hay muchas organizaciones sociales que están reclamando en las calles que se atienda a esa consigna que dice que “La deuda es con el pueblo”. ¿Cómo se tramita ese planteo por parte de los Diputados de los Movimientos Populares? O al menos en tu caso…


No, sí, está bien. Mirá, nosotros lo tenemos muy en claro: hay que negociar y el gobierno tiene ese mandato para hacerlo. Guzmán fue muy claro y ahí coincidimos plenamente. Y la movilización que hicimos el 12 de febrero frente al Congreso coincide con el planteo del ministro de Economía y del presidente de la Nación. En un país quebrado la prioridad es resolver la pobreza. En un país en el que mueren niños en Salta y existen serios problemas de desnutrición en el Conurbano Bonaerense, la prioridad es resolver eso, no pagarle a los bonistas extranjeros. Entonces: ¿qué dice Guzmán? Que para pagar hay que crecer, porque ningún país en proceso de descalabro económico puede sostener un compromiso de pago a los acreedores, así que en definitiva ahí hay una confluencia de intereses. Y de lo que nosotros intentamos dar cuenta en la movilización del 12 de febrero tiene que ver con eso. Primero: que el Fondo Monetario en Argentina nunca es bienvenido. El FMI volvió por una decisión política de Cambiemos, que generó una de las estafas financieras más importantes de la Argentina, que fue ese préstamo en el que el 90 o 95% del dinero fue girado al exterior para meterlo en la bicicleta financiera. Entonces: Argentina recibió el préstamo, cumplió las condiciones que imponía el FMI, pero ese dinero no sólo no se invirtió en el país sino que sirvió a la especulación financiera y la economía del país se derrumbó. Ahí hay responsabilidades claras: del gobierno de Macri, del Fondo Monetario Internacional y de los especuladores financieros, que son quienes deben hacerse cargo, y no el pueblo argentino.


Ahora te quería llevar a otro tema: el de las luchas por la diversidad en la Argentina contemporánea. Y su relación con la historia del peronismo. Digo: en los años setenta hubo figuras y procesos emblemáticos, como Néstor Perlongher y el Frente de Liberación Homosexual, que intentaron acercarse al peronismo, pero el resultado fue por demás complicado, para decirlo diplomáticamente. ¿Cómo ves ese vínculo hoy, en pleno siglo XXI?

Y, está mucho más saldada la discusión. Pero quiero aclarar que, si bien en aquella ocasión el resultado fue muy malo, se venía de una historia diferente. Hay un proceso de organización histórico en nuestro país mucho más desarrollado que en otros y está claramente vinculado al movimiento popular en la Argentina, y al peronismo. Las primeras reuniones de homosexuales en este país estaban habilitadas por los contactos que tenían muchos compañeros con los sindicatos, que prestaban los lugares para poder juntarse: los ferroviarios, por ejemplo. Y eso sentó las bases materiales, objetivas, para crear en Argentina la primera organización de homosexuales de América Latina, que se crea a fines de los sesenta y permite que se comience a desarrollar la Marcha del Orgullo en este país. O vos recién mencionabas a Perlongher y el FLH, que se vinculó al peronismo y marchó a Ezeiza a recibir a Perón tras el regreso de su exilio, más allá de que luego –por las contradicciones que iban metiendo otros sectores en el movimiento-- ese proceso no pudo avanzar. Y ya más cerca en el tiempo, el otro capítulo importante en la historia de nuestra comunidad se dio con el kirchnerismo. Si bien había un proceso de acumulación que venía desde los años ochenta, con la CHA, Carlos Jáuregui y todas las peleas que se fueron dando a lo largo y ancho del territorio nacional, la realidad es que la Ley de Matrimonio Igualitario, y la Ley de Identidad de Género, son dos puntos de acumulación que se producen en el contexto de una nueva oleada de conquista de derechos, en un proceso de avance de las mayorías populares. Por eso peronismo y comunidad están directamente vinculadas. Eso, por un lado.
Por otro lado, yo siempre planteo mi posición política en un sentido más general: no hay forma de resolver los problemas de un sector de la sociedad, de una minoría, como a veces se plantea, si no se resuelven los intereses de las mayorías. En esos intereses y en el destino del pueblo argentino está el destino de nuestra comunidad, no veo otra posibilidad. Es falso el camino que propone el liberalismo, que supone que es posible resolver individualmente los problemas. Y lo vimos durante los cuatro años macristas, aumentó no sólo la discriminación sino incluso los crímenes de odio cometidos contra las personas trans, por ejemplo. ¿Por qué? Y, porque la descomposición social no ayuda en ningún caso a resolver la integración que necesitamos para construir un mundo con igualdad y con justicia.


Por último te quería preguntar sobre la situación actual. El gobierno del Frente de Todos está dando sus primeros pasos. Vos, como parte del proceso del que formás parte, ¿qué pensás? ¿Qué entienden que se puede hacer hoy en la Argentina tal como está en estas condiciones?

La situación es muy complicada pero ahí tenemos una coincidencia enorme con algo que dijo Alberto durante toda la campaña y que sigue diciendo ahora también, que es que hay que recuperar la Argentina empezando por los de abajo, y de ahí ir a buscar a todos. Esa inversión de las prioridades que había que hacer en la Argentina, nos parece, es el camino. El camino no va a ser la lluvia de inversiones, no lo fue nunca en la historia de este país. El camino es robustecer el mercado interno, generar empleo de pico y pala, como decimos nosotros. El camino es poner el centro de la escena la capacidad política y productiva que tiene la economía popular para reconstruir tejido social e incorporar al trabajo a millones de personas en un corto período de tiempo. Por ahí está el camino que nosotros entendemos tiene que transitar la Argentina para recuperar su economía, su capacidad de empezar a soñar un país distinto. Y en eso tenemos una coincidencia plena. Sabemos que no va a ser sencillo y estamos dispuestos a poner el hombro y el pecho para laburar y sacar el país adelante. Pero también entendemos que todo ese proceso debe estar acompañado por la fortaleza de una enorme coalición política que construimos no lo speronistas, no los del Frente de Todos, solamente, sino el pueblo argentino como estrategia para salir de la crisis a la que nos había llevado Cambiemos. Esta es la primera vez, al menos que yo recuerde, que se sale de una crisis económica enorme sin estallido social, sino con alternativa política, y en esto coinciden también un montón de compañeros, de analistas y economistas. En término de retroceso de los derechos de los sectores populares y destrucción de la economía nacional, la crisis que generó el macrismo no tiene nada que envidiar a la crisis de 2001 y de 1989, pero con unidad y aprendizaje se logró encontrar una salida política, y es un trofeo que debemos atesorar como pueblo, porque habla de su maduración. Porque la crisis no la pagan los que viven en los countries sino los que menos tienen. Los muertos en la Plaza de Mayo no lo ponen los sectores altos de la sociedad. Los que se beneficiaron con el macrismo son los que aprietan un botón y se llevan la plata de la Argentina, o se van a vivir a Europa. Los nuestros no, se queda acá, con el hambre y la miseria que estos sectores adinerados generaron. Pero esa respuesta política tiene que ser asumida como un primer paso. Eso generó expectativas, y ahora esas expectativas tienen que ser cumplidas. Por eso hay que seguir sosteniendo esa consigna de que la deuda es con el pueblo.


Esa coalición que logró derrotar al macrismo en las urnas la integran una amplia amalgama de movimientos populares, como quizá no se había visto en períodos anteriores, pero también a personajes como Felipe Solá y Sergio Massa. ¿Qué pasa con esas contradicciones?

A mí me parece que está bien, que era necesario lograr esa amplitud, y me encanta. Creo que hay que seguir incluso buscando ampliar ese gran frente que construimos, inédito, porque participaron de él sectores que nunca en la historia había participado junto al peronismo, como la CCC y otras que incluso nunca había participado electoralmente y se sumaron a ser parte de esta gran gesta que fue ponerle fin al neoliberalismo en Argentina de una manera democrática. Y creo que esa ha sido la estrategia del campo popular en Argentina, no sólo ahora sino en otros momentos, sea que se llame peronismo, FREJULI {Frente Justicialista de Liberación, en 1973}, kirchnerismo o Frente de Todos. Son grandes coaliciones populares que se proponen enfrentar a los sectores que siempre vienen a hacer lo mismo: rapiñar los recursos, dejar todo roto e irse.
*Nota publicada en revista Zoom
FOTOS: GEORGINA GARCÍA

miércoles, 19 de febrero de 2020

Entrevista a Julio Gambina (sobre deuda externa)


“Con esta deuda odiosa estamos atrapados sin salida”


Por Mariano Pacheco*


El docente e intelectual Julio Gambina aborda el dilema de época para la Argentina: ¿pagar o no pagar la deuda externa? Consecuencias y alternativas de una decisión dónde se juega el futuro de un gobierno. Y de una nación.

Seguimos indagando en torno a la deuda externa y la situación actual de la Argentina, el FMI y los históricos reclamos de soberanía del país. En esta oportunidad conversamos con el profesor Julio Gambina, actual presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (FISYP), director del Instituto de Estudios y Formación de la CTA, IEF-CTA Autónoma, integrante desde 2016 de la Presidencia de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico (SEPLA) y miembro del Comité Directivo del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, (CLACSO) durante el período 2006-2012. En esta conversación con revista Zoom, Gambina argumenta por qué la Argentina no solo no debería pagar, sino por qué no puede, y cuales son algunas de las vías posibles para avanzar en ese sentido, como investigar y auditar la deuda, y suspender mientras los pagos de los vencimientos para contar con los fondos necesarios para desarrollar la infraestructura necesaria para saldar la deuda interna.


El reclamo del “No pago de la Deuda Externa” supo ser bandera de organismos de Derechos Humanos y organizaciones sindicales, de partidos políticos e intelectuales, de artistas y movimientos sociales, al menos en los primeros años de la posdictadura, y no sólo de las izquierdas sino de una franja amplia de sectores. En la actualidad suele ser una consigna muy poco levantada en el arco político nacional y suele ser considerada como una bandera del pasado. ¿Qué pensás al respecto?


El debate central respecto de la deuda es si pagar o no pagar, y vos tenés razón cuando planteas la importancia de esa consigna del No paga de la deuda durante tantos años, sostenida por tantos sectores. Recuerdo que en 1985 Fidel Castro convocó en La Habana a un Encuentro Latinaomericano y del Caribe, e incluso mundial, para crear un Club de deudores, para plantear el no pago. Porque la deuda es impagable y de hecho es lo que dice el mismo presidente Alberto Fernández hoy en día cuando habla de renegociar. Renegoiar quiere decir: “no te puedo pagar ahora, te pago más adelante”, pero de fondo lo que está presente es que no se puede pagar. Obviamente, también están quienes dicen que las deudas se honran, pero la Argentina hoy no puede pagar esta deuda, o para pagarla debería hacer un ajuste grandioso: reducir el gasto público (salud, educación, jubilaciones) o incrementar los tributos. Esa es la línea de pagar.
Después está el tema de qué pasa si no pagás. Y creo que hay que decirlo: tiene costos. Uno podría decir: “Argentina no paga y no pasa nada, ya pasó en 2001”.


¿No pasa nada en qué sentido?

Bueno, se liberaron recursos para reactivar la economía argentina en vez de pagar sus deudas. Estoy hablando de lo que se hizo en los años 2002, 2003, 2004, hasta el 2005 que se produce el canje de deuda, que tuvo tres años de gracia, así que recién en 2008 la Argentina empezó a pagar de nuevo. Así que, a priori, uno podría decir “no pasa nada”, pero eso no es concreto, no es real, porque cuando uno decide no pagar tiene que decir qué es lo que va a hacer ante esa situación. El gobierno actual está diciendo: “esto así, ahora, no se puede pagar. Hay que crecer y después pagar”. No es una consigna de no pago.


Sería una postergación…

Exactamente. De alguna manera está tirando la pelota para adelante. Dice: “dejame respirar, crecer, acumular, y después te pago”. En jerga futbolística sería patear la pelota fuera del área, sacar el peligro de gol del adversario”. ¿Podés entonces no pagar? Claro que sí, pero tenés que saber que esa decisión te coloca en una confrontación con los poderes económicos locales e internacionales. Porque el sistema financiero, el sistema económico mundial está dominado por entidades bancarias y no bancarias y por los gobiernos de los países capitalistas más desarrollados, por eso cuando uno mira la gira del presidente ve que fue a Alemania, a Francia, a Italia. ¡Al Vaticano!, que más allá de la religiosidad es un poder mundial. Y en simultáneo con esa visita, el embajador argentino en Estados Unidos presentaba sus credenciales ante Trump, que más allá de ser el presidente norteamericano es quien manda en el Fondo Monetario Internacional, quien les dijo que cuenten con Estados Unidos dentro de las discusiones del Fondo. Así que si el país decide no pagar se va a tener que enfrentar a todos esos poderes. Para que quede claro: es lo que le pasa a Cuba, que todos nosotros admiramos, por su educación, su salud, que lleva adelante a pesar de un bloqueo genocida. Hoy Cuba, por ejemplo, ayuda a China con vacunas para el Conatovirus. Una Isla de 11 millones de habitantes, que no incide en al economía mundial y permanece bloqueada desde hace décadas, acechada por las multinacionales farmacéuticas, termina siendo quien, con todo su desarrollo tecnológico y de investigación sanitaria, contribuye a combatir esa epidemia que está afectando a la economía mundial. Porque no olvidemos que China es el principal socio comercial de muchos países del mundo, el comercio internacional se ha visto profundamente afectado. Incluso la Argentina misma comenzará a tener problemas, porque se van a paralizar embarques, de acá para China y de China para nuestro país. Y digo Argentina porque es en donde estamos, pero es un problema mundial, ya que China es la principal fábrica del mundo.


¿Entonces? Con ese panorama puede resultar difícil pensar en el No pago…

Creo que se puede y se debería decir No al pago de la deuda, porque pagarla no es viable. ¿Cómo se llama acaso la Ley aprobada por el Parlamento? “Ley de Restauración de la Sostenibilidad de la Deuda”, eso votan, tanto el kirchnerismo como el macrismo, porque salvo los dos diputados del FIT, todo el resto votó eso. Es decir, el planteo tiene que ser claro: no es sostenible la deuda. Y eso implica asumir que te van a hacer un boicot.


Sí, pero Argentina no es Cuba, en el sentido de su infraestrutura económica, ¿no?

Por supuesto. Su capacidad de producir alimentos, y energía, sus recursos son otros, claro. Pero lo que no vas a tener son capitales del mundo que te ayuden a desarrollarte. Pero bueno, como dijo Cristina Fernández hace poco en La Habana, en la Feria del libro en la que participó, habrá que ver que sea el Estado el inversor. Claro, uno puede preguntarse: el Estado argentino, ¿tiene con qué invertir? Y yo te pongo un ejemplo: en la Ley de soberanía, la primera que aprobó este gobierno, se dispone que el Banco Central le seda más de 4.500 millones de dólares al ministerio de Economía para pagar deuda. El Estado argentino podría disponer de ese dinero para otra cosa, para inversiones por ejemplo. Pero sino, si usás como se está usando ese dinero para ir pagando los vencimientos de deuda, sea nacionales o provinciales, como pasó con Kicillof en Buenos Aires, que lo apretaron y pagó, y les dijo a los docentes que lo que les iba a pagar en febrero se los pagará en marzo. En fin, tengamos confianza en que se los va a pagar en marzo. Con esto te quiero decir que esa consigna, tan vigorosa en los años ochenta, de No pago de la deuda, hoy está deteriorada.


En la actualidad se habla más de “auditar” la deuda, ¿no?

Claro, desde la Autoconvocatoria que formamos parte, por ejemplo, se habla de “suspensión de los pagos y auditar la deuda”, porque la idea es investigarla, ver qué partes son legales, cuales con ilegítimas, qué parte es deuda odiosa. Y eso es muy importante, porque mucha gente cree que deuda odiosa es aquella que tomó un gobierno dictatorial, pero no. La teoría de la deuda odiosa, que viene de la década del 30 del siglo XX, sostiene que es odiosa toda deuda que no se contrae en beneficio del pueblo. Y de la deuda contraída por el gobierno de Macri se puede demostrar claramente que fue contraída para fugar capitales, no para construir escuelas, hospitales, infraestructura, nada. Eso por un lado, pero además, se dice que una deuda es odiosa cuando tanto el deudor como el acreedor saben que no se puede pagar. Y tanto Estados Unidos como el FMI sabían que la Argentina no podía devolver ese préstamos de 57 mil millones de dólares (de los cuales desembolsaron 44 mil), que el país no podía pagar, no que no quería, no podía, porque Argentina no fabrica dólares, así que tienen que salir del superávit comercial, que el país no tiene en volumen suficiente; de los dólares que ingresen por inversiones extranjeras y estamos en un momento de la economía mundial en donde eso no sucede y no va a suceder a no ser que se realice en el país una reforma laboral reaccionaria o tienen que venir nuevas préstamos, con los cuales pagas deudas viejas a costa de seguir hipotecando a la Argentina, ya no en su generación actuales sino en sus generaciones futuras. Con esta deuda odiosa estamos atrapados sin salida.


¿De allí la cuestión de investigar?

Sí, porque al investigar suspendés los pagos. Es una forma de no pagar. Porque lo que interesa es no pagar, y en todo caso, una investigación te permite decir: “de esta deuda pública argentina actual, que ronda los 350 mil millones de dólares, la parte que es legítima es ésta, el otro 60, 70, 80% no”; y sobre ese porcentaje renegocias. Ejemplo, de nuevo, Cuba. Uno de los acreedores de la deuda gigantesca de Cuba era Rusia, la Rusia de Putin inserta en el sistema capitalista mundial, no la Unión Soviética. Y Cuba logró renegociar una quita del 90% de su deuda. Y por el 10% a pagar ofreció que ingresaran inversiones rusas, y de esa producción se pagaba la deuda. Es decir: no pagar implicó generar condiciones soberanas de renegociación. Esto que te digo está muy lejos de lo que acontece hoy en la Argentina de Alberto Fernández, en donde se pueden ver algunos matices respecto de aquello que dijo Cristina Fernández en La Habana. Resumiendo te diría: lo que se haga no depende de una cuestión técnica sino política, ya que no pagar implica generar un consenso popular muy grande, porque no va a ser gratuito. Ante el No pago puede haber un boicot internacional, e incluso desembarcar tropas, lamentablemente, ya que el mismo día que se votó la Ley de Sostenibilidad de la deuda se aprobó que ingresen 5.000 Marines en el país. Y hay acuerdos previos, que ya no son de este gobierno sino del Estado argentino como tal, asumidos durante el gobierno anterior pero también en otros anteriores, que implican maniobras conjuntas. Y sabemos que donde intervienen fuerzas militares estadounidenses es porque hay intereses geo-estratégico para resolver la apropiación de las materias primas que necesita, sea petróleo, gas, agua o biodiversidad. En ese sentido está claro que Estados Unidos no apoyó a la Argentina sino el gobierno de Macri para que pudiera tener un período más, pero les salió mal la jugada. Y ante eso ahora el debate sobre qué hacer está abierto, y creo que es el pueblo argentino quien soberanamente tiene que decidir si pagar o pagar la deuda externa. Por eso hay que generar las condiciones para hacer una gran consulta popular al respecto, precedida de un inmenso debate. La opción es clara: o se le paga a los acreedores esta deuda ilegítima, ilegal, odiosa, o se les paga a los docentes, los trabajadores de la salud y jubilados lo que les corresponde, se generan condiciones de empleo, se resuleve el enorme problema habitacional que tiene este país y se termina con el 40% de pobreza. Ese es el dilema, y no hay que engañar: si haces eso no te van a aplaudir, sino que van a intentar boicotearte.
* Nota publicada en Revista Zoom

sábado, 15 de febrero de 2020

Entrevista a Alejandro Bercovich


“ Hay que metemos presos a los que endeudaron al país y permitieron que se fugara el dinero de ese endeudamiento”

Por Mariano Pacheco*


Entrevista al periodista, economista y realizador de “Fondo, otra vez la misma receta”, un documental sobre el organismo y la deuda argentina.


¿Se puede no pagar la deuda? ¿Qué ha pasado con la histórica consigna de “No pago de la deuda externa” y su incidencia en la actual coyuntura Argentina? ¿Es viable avanzar en torno al planteo de que es necesario auditar e investigar los orígenes de los compromisos del país con los organismos internacionales? Sobre estos ejes revista Zoom conversó con Alejandro Bercovich, economista y periodista radial, gráfico y televisivo, que en la actualidad conduce los programas “Brotes verdes” en C5n y “Pasaron cosas” en Radio con vos, y escribe en Bae Negocios y revista Crisis.


¿Se puede no pagar hoy la deuda externa en Argentina? Ese tal vez es un planteo que resuena, no digamos en el simple ciudadano de a pie, pero seguramente en las cabezas de muchos lectores y lectoras atentas que están con preocupación por la actual situación que atraviesa hoy el país. Por otra parte que han comenzado a plantear que hay que auditar la deuda, invertigarla, y no faltan quienes continúan sosteniendo la consigna de “No pago de la deuda externa”, que en otros contextos – pongamos por caso: los años ochenta del siglo pasado-- tuvo mucho peso entre las organizaciones sindicales, sociales y políticas de este país. Hoy tal vez hay quienes plantean que la deuda no es ilegítima porque la contrajo un gobierno surgido de las urnas, más allá de que lo hiciera por decreto y no por el Congreso. ¿Vos qué pensas?


Está muy bien plantear los tres ejes juntos porque están muy imbricados. En primer lugar te diría que no es una locura, hoy por hoy, plantear el No pago de la deuda, como consigna o como eje de intervención política por parte de la izquierda y las organizaciones anti-capitalistas, e incluso, por los movimientos sociales, sindicales. La deuda es un mecanismo de sujeción política y no un mecanismo financiero y se puede rastrear su origen política y está bastante manifiesto en lo que ocurrió en los últimos cuatro años, con lo cual no me parece para nada plantear como argumento que “es una locura”. Es claro, por otra parte, que hoy son bastante marginales quienes sostienen esos planteos, y creo que tiene que ver con que en los años ochenta todavía estaba muy claro el origen de esas deuda –con los milicos en el poder-- y que no se había contraído en nombre de nosotros, al menos desde un punto de vista institucional, porque la adquirieron en pleno gobierno dictatorial y no democrático. Entonces en ese momento el planteo era más lineal, y logró tener más anclaje social. Ahora han pasado cuarenta años, y los efectos del planteo no son los mismos, pero creo que se puede seguir sosteniendo, en tanto se entienda que es un mecanismo de sujeción política antes que un mecanismo financiero o un resorte más del capitalismo, y también, si se tiene en cuenta que la deuda no puede ser repudiada por el hecho de haber sido contraída por un gobierno dictatorial –que es lo que dice todo el tiempo el presidente Alberto Fernández-- pero sí puede ser encuadrada bajo el marco de la deuda odiosa en tanto –como dijo hace muy poco Cristina Fernández en La Habana-- no se usó ese dinero para autopistas, carreteras, diques, casas, sino que fue un simple vehículo para la fuga de divisas. Entonces, en la medida en que se establezca claramente que el dinero que ingresó al país se fugó y que los fondos que usufructuaron el dinero por las altas tasas que había y las comisiones que cobraron también en la colocación, son los mismos que usufructuaron la diferencia de cambio por haber comprado dólares más baratos y haberlos fugado antes de la devaluación, puede al menos plantearse una discusión en la cual ésto sea uno de los ejes. Yo, en ese sentido, no t engo dudas de que, como hacen algunos movimientos sociales, el que no tiene una infraestructura básica para que sus hijos toman agua potable –como está pasando en el Chaco salteño-- puede decir a los gritos que no se pague la deuda. No tienen que pedirle permiso nadie porque hay una deuda muy anterior, que es de este país con aquello que marca la Constitución Nacional que tiene que proveerle a sus habitantes y a toda persona de bien que quiera habitar el suelo argentino. Esta es una cuestión central, incluso para quienes están en el costado izquierdo de este gobierno, porque pensar que tendrían que disciplinarse y no plantear la discusión sería una muy mala decisión política. En mi caso, desde mi práctica práctica periodística, me he propuesto mantenerlo en discusión, más allá de que, como bien vos señalabas, es muy difícil hoy sostenerlo. Pero no es la primera vez que la burguesía se encolumna con una misma posición respecto a un modo de ver las cosas, en este caso la deuda, y pretende decir hasta donde se puede y hasta donde no. Y eso es algo que hay que discutir.


¿Y sobre el planteo de auditar la deuda qué pensas?

Creo que cualquier expresión de repudio respecto de la deuda tiene que ser muy serio y partir de un estudio pormenorizado de cual fue el origen de la deuda, quienes se beneficiaron y cómo eso impactó en las condiciones de vida de los argentinos. Incluso creo que el gobierno, para poder tener una posición de mayor fortaleza en la renegociación de la deuda con los acreedores –y hasta sin querer patear el tablero o repudiar las emisiones más escandalosas de Caputto o lo que se contrajo con el Fondo incluso contra sus propios estatutos, etcétera--, al gobierno le conviene aprovechar cierta dinámica –como hacen los sindicalistas más burócratas cuando van a un patrón y le dicen que si no concede algo se pudre con los zurdos-- y escuchar a quienes están a su izquierda con estos planteos. En ese sentido la auditoría es el paso uno, sí o sí. También creo que hay que investigar otra cosa, que nos lleva a tu tercer planteo…


La cuestión de la ilegitimidad de la deuda incluso contraída por un gobierno surgido del sufragio...

Claro. Yo creo que indagar respecto no sólo de con qué papeles o cuando se aprobó por decreto o por ley cada emisión de cada bono de deuda, sino que hay que estudiar en detalle si Caputo finalmente no funcionó como delivey boy de los grandes fondos de inversión y los bancos de Wall Street que necesitaba colocar una liquidez a determinado plazo y que él les proveía bonos para calzar esa liquidez en un país que pagara mucho interés como Argentina. Si es así es algo que configura delito, y debería ir preso. Entonces: hay que investigar las fallas institucionales de los decretos, pero también establecer las responsabilidades. Acá hay algo que ya he dicho en otras oportunidades – y no es algo que se me haya ocurrido a mí, sino que escuché decir a varios especialistas en cuestiones de medio ambiente-- y es prestar atención a lo que sucede con muchas empresas respecto del medio ambiente. Lo que hacen sus ejecutivos, ante la penalidad que se establece contra ellas por contaminar –que es una multa en plata-- es incorporarlo a su ecuación económica. Y acá pasa algo similar con el tema de la deuda: en la medida en que solamente se renegocie y se diga “bueno, este pagó tanto de más o no”, se está permitiendo que estos tipos incorporen a la ecuación económica el endeudamiento un sobrecosto eventual del default parcial. Por eso creo que lo que hay que hacer es ponerlos presos. Hay que metemos presos a los que endeudaron al país y permitieron que se fugara el dinero de ese endeudamiento, así la próxima vez lo van a pensar dos veces. Claro: meterlos presos no es simple y ahí la movilización popular es fundamental, porque estos tipos sí que se robaron todo. Esa creo, al fin y al cabo, que debería ser la dinámica que adquiera un planteo popular frente al problema de la deuda.

*Revista Zoom

viernes, 7 de febrero de 2020

Guattari según nosotres


Primavera, verano, otoño, invierno y otra vez primavera

Por Mariano Pacheco


Sobre los viajeros/ Mientras la lluvia cae/ La primavera llegó”
(Haiku de Ikegami Kosanjin, traducido y citado por Stéphane Nadaud)


Fue un 29 de agosto, en 1992. Sábado. Contaba con 62 años y una vida entregada a la aventura (no al “aventurerismo”) de poner en cuestión lo dado, de desafiar al mundo e intentar gestar otros modos de habitarlo. Luego de una cena alegre con su hija Emmanuelle, el viernes por la noche, se metió en su pequeño despacho de la clínica Le Borde. Allí murió, horas después, de un ataque al corazón, rodeado de sus libros, de sus anotaciones, de lo que había constituido el centro de sus reflexiones, ligadas íntimamente a una práctica que se desplegó en múltiples direcciones.
Cuentan que Félix Guattari no tenía a su salud como a su mejor compañera. Que era bulímico y catatónico, que padecía violentas y dolorosas crisis de cólicos nefríticos, que tenía problemas cardíacos y que tomaba muchos medicamentos. También que durante la última década de vida, conoció a Josephine, quien sería su última pareja, treinta años menor, con quien se casó y con quien no dejó de tener serios problemas, al punto de precipitarse en una grave depresión. “Las líneas de fuga pueden devenir líneas de muerte”, había escrito con Gilles Deleuze en Mil mesetas, segundo tomo de capitalismo y esquizofrenia. También, junto a su camarada, amigo y compañero, en Kafka, para una literatura menor, habían sostenido que “la madriguera puede taponarse”. Así y todo, su hija supo contar con orgullo que en su padre “la máquina intelectual nunca dejaba de funcionar”. Es que, también con Gilles, habían afirmado que estamos, todos, “segmentarizados”, “por todas partes y en todas las direcciones”. Seguramente por eso, más allá de cuanto o no pudiera estar deprimido, entre 1985 y 1992, Guattari no dejó nunca de producir. Ese es, al menos, el enfoque que nos presenta Stéphane Nadau en la presentación de ¿Qué es ecosofía?, en franca polémica con el biógrafo Francois Dosse
El recorrido de esa “extraña amistad” –como supo titular Jean Paul Sartre uno de los tomos de su novela Los caminos de la libertad– entre Félix Guattari y Gilles Deleuze, es lo que más se conoce. Vínculo que, como ellos mismos se encargaron de afirmar una y otra vez, implicaba mucho más que un trabajo “entre dos”. Así y todo, y a pesar de que varios de los conceptos centrales de ese trabajo conjunto pertenezcan a Guattari, el primero suele aparecer con frecuencia como “el segundo” de la dupla. Incluso, como se sabe, hay una suerte de “borramiento” del trabajo conjunto, sobre todo a partir de la lectura que Alain Badiou realiza de Deleuze en su libro El clamor del ser. De allí que en este texto nos propongamos, centralmente, rescatar la figura de Guattari, el filósofo de los devenires, el militante de las micropolíticas, el clínico del esquizoanálisis.


Politización precoz
En 1952, con 22 años Guattari abandona el hogar familiar para irse a vivir solo. Lleva ya varios años de “politización”, que como a tantos otros, llegó a su vida con la liberación de París, en 1945, cuando la denominada Segunda Guerra Mundial llegó a su fin. También desde adolescente Félix ya había comenzado a escribir: poemas, historias, sueños. Aunque quienes lo conocieron sostienen que era mejor orador que escritor, esa etapa marcó para siempre una vocación irrenunciable. De aquellos años de la primera juventud consta su paso por el Partido Comunista Internacionalista, fracción francesa de la Cuarta Internacional (trotskista) y su “táctica de infiltración” en el seno del Partido Comunista Francés, posicionado en la línea oficial de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS).
Militante comunista crítico del stalinismo, Guattari cuestionó con fuerza las posiciones del PCF respecto de la guerra de Argelia, y transitó distintos momentos de activismo en los marcos del marxismo, antes de incursionar en sus propias apuestas por gestar “organizaciones políticas de nuevo tipo”.
Entre batalla política y batalla política Félix estudió primero farmacia, y luego –lecturas filosóficas mediante– llegó a los seminarios de Jaques Lacan, de quien también fue “paciente”. De la mano de su amigo Jean Oury, joven y brillante psiquiatra, Guattari combina su pasión por la militancia con lecturas ligadas a la filosofía, la psiquiatría y el psicoanálisis. En abril de 1953 Oury funda Le Borde, la clínica que abre sus puertas en julio de 1956 y que rápidamente entra en bancarrota. Y allí es donde se verá al joven Guattari entrar en acción, mostrando sus dotes de organizador. Con 25 años, se hace cargo de las finanzas de la institución, la salva, y se convirte en su director de hecho.

Crítica y clínica
Le Borde trabaja a través de la organización de “comités”: de cocina, de cultura, de limpieza, de menú… que se intercalan con ámbitos de discusión política sobre la coyuntura. En la “Carta fundadora” instituyen un principio común del colectivo de trabajo como grupo terapéutico según tres principios organizadores:
  1. El centralismo democrático: que garantiza la preeminencia del grupo de gestión, y responde al clásico principio marxista-leninista.
  2. La utopía comunista: que estable la precariedad de los estatutos y promueve la puesta en cuestión de la división del trabajo manual y el trabajo intelectual.
  3. El antiburocratismo: a partir del cual se ponen en común las responsabilidades, las tareas y los ingresos económicos de cada uno, en la búsqueda por gestar una organización comunitaria de la vida.

Cuentan que para incitar a los militantes comunistas a romper con el partido, Félix los invitaba a Le Borde, para que conocieran “en la práctica” aquello que desde lo teórico ya comenzaba a esbozarse como una crítica sagaz a los modos de hacer política de las rígidas estructuras de izquierda.
Esta labor clínica de Guattari se presenta de un modo inescindible a sus modos de practicar la investigación y llevar adelante una práctica política. Así, entre 1956 y 1966, pasará por algunos momentos claves en este sentido.
En 1961, Guattari se suma al GTPSI, Grupo de Trabajo de Psicoterapia y Socioterapia Institucional, fundado el año anterior. Experiencia que, hasta 1965, funciona con dos reuniones anuales, llevadas adelante durante un fin de semana completo, en la búsqueda por “hablar fuera de los propios establecimientos”.
En 1965 participa de la fundación de la Sociedad de Psicoterapia Institucional, con un grupo de psiquiatras que definen un campo teórico-práctico de intervención que toma el nombre de “psicoterapia institucional”, que tiene entre sus principios considerar que “solo es posible hacerse cargo de los locos dentro de una institución que ha reflexionado sobre su propio modo de funcionamiento”. Por otra parte, esta tendencia promueve nuevos tratamientos, en la búsqueda por inventar nuevos agenciamientos y conexiones sociales; en la búsqueda por hacer surgir nuevos “grupos-sujetos” que deshagan a su vez los grupos que “están sujetos” a las leyes exteriores. Un año antes, en 1964, Guattari ya había presentado en el Primer Congreso Internacional de Psicodrama, desarrollado en París, su tesis sobre la “transversalidad”, concepto que pone en cuestión un doble supuesto: el del eje vertical en tanto estructura piramidal, como el eje horizontal que yuxtapone distintos vectores sin conexión entre sí.
También en 1965 se funda la Federación de Grupos de Estudios e Investigaciones Institucionales (FGERI), que en enero del año siguiente lanza el primer número de su revista Recherches, donde –entre otras cuestiones– sostienen que “la repetición es la muerte” y cuestionan la utilización que algunos sectores hacen de Karl Marx y Sigmund Freud (“el modo de la repetición es entregarse a una suerte de adulación mortífera”, insisten). No es que el grupo no rescate los aportes del freudismo y el marxismo, sino que lo hacen poniendo la libido en el centro del proceso de investigaciones, que conciben desde una perspectiva “transdisciplinaria”, es decir, como un proceso de interrogación original sobre cada disciplina, a la vez que se apuesta por articular sus orientaciones y poner en discusión “la división de propietarios preocupados por sus límites fronterizos”. En junio de 1967 la revista inicia la publicación de números temáticos.
Pero el FGERI no se queda solo en una “práctica profesional” –que como puede verse no es “desatendida”, ni desde el punto de viste teórico ni práctico– sino que busca sus conexiones con el afuera. El Grupo de Estudios y de Investigaciones del Movimiento Obrero (GERMO) y el Grupo de las Mujeres de Izquierda (GROBOFEGA), que impulsa el FGERI, son muestra de ello. El primero ligado a las experiencias sindicales de izquierda –que a su vez tienen un fecundo vínculo con sectores del movimiento universitario– y el segundo aportando a difundir la liberación sexual, la libertad de abortar y la anticoncepción gratuita, en combinación con reflexiones en el campo de la historia y la etnología. En 1967, como cierre de todo este período, Guattari crea el Centro de Estudios, de Investigaciones y de Formación Institucionales (CERFI), un colectivo autogestionado que se propone estar “a la escucha” de los distintos actores sociales.
Simultáneamente, Guattari interviene en el campo específicamente político.
Desde 1958 –momento en que abandonan la “táctica de infiltración” en el seno del PCF– y hasta 1964, Félix participa de una organización y un periódico (que publica 49 números entre 1958 y febrero de 1965, momento en que es embargado por publicar un Manifiesto en defensa del pueblo argelino que lucha por su liberación) que lleva por nombre La Voie Commnunista, que cuenta con un “núcleo obrero” (en la Hispana) y otro “estudiantil” (en La Sorbona).
En 1965, un año después de haber dejado La Voie Commnunista, crea la Oposición de Izquierda (OI), una organización política que, a su vez, sirve como espacio de contención militante de sus allegados profesionales. En los marcos de esta experiencia Guattari da un paso más allá de la crítica al burocratismo de corte stalinista. En la “Plataforma Programática” –que es redactada en la Clínica Le Borde y se publica como folleto en febrero de 1966– aparece con claridad una crítica, incluso, al “centralismo democrático” que sostenían desde sus posiciones trotskistas. Desde este espacio fundan el Bulletin de l´ Opposition de Gauche (BOG), que tiene una frecuencia quincenal.


Mayo del 68
Como un pez en el agua”. Así define Francois Dosse (biógrafo de Deleuze y Guattari), la posición de Félix durante el “Mayo Francés”, cuando es “tomado” el Teatro del Odeón. Y cuenta esta anécdota que vale la pena transcribir:
Con esto se apunta a la cultura oficial de la República, pues el Ministro de Cultura André Malraux frecuenta este teatro. Guattari forma parte de la ocupación, después de evaluar los peligros que representa el ataque frontal de uno de los símbolos del Estado. La Universidad, vaya y pase: está protegida de las intervenciones intempestivas de la policía por los derechos universitarios, ¡pero el teatro subvencionado de Jean Louis Barrault es otro asunto! Guattari, entonces, pone toda la habilidad de la FGERI –sus médicos, sus diversas redes de militantes- al servicio de la toma del Odeón. ´Muchos trabajan en los hospitales. Llenamos los autos de vendas, desinfectantes, antibióticos´. Otros se ocupan del abastecimiento necesario para sostener una hipotética ocupación. ´Habíamos visitado el teatro diciendo que éramos periodistas y vimos que podíamos subir al techo, llevar colchones, y que había sitio para almacenar medicamentos y comida´. Después de la gran manifestación del 13 de mayo, el Odeón es tomado por asalto el día 15 y el movimiento irrumpe en una escena donde artistas e intelectuales, pero sobre todo una multitud anónima, toma la palabra en el hall de entrada. El comando principal escribe en rojo esta advertencia:
Cuando la Asamblea Nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros burgueses deben convertirse en Asambleas Nacionales”.

El encuentro con Deleuze
Sin lugar a dudas el “clima de mayo” tiene entre sus efectos el encuentro, en 1969, entre Gilles y Félix. Deleuze es un filósofo con claros dotes de polemistas, y seguramente el recorrido militante y profesional de Guattari lo haya atrapado, por las conexiones con sus planteos. Por supuesto, el interés de Deleuze por el psicoanálisis ya estaba presente en sus textos previos, a la vez que Guattari siempre tuvo un manejo muy fluido de la filosofía. Sobre este comienzo dice Deleuze:
Felix y yo decidimos trabajar juntos. Al principio lo hicimos por cartas. Luego, de tiempo en tiempo, en sesiones donde uno escuchaba al otro. Nos divertimos mucho. Nos aburrimos mucho. Siempre había uno que hablaba demasiado…”.
Y continúa:
También leíamos mucho. No libros enteros, sino trozos. A veces encontrábamos cosas totalmente idiotas que confirmaban nuestros prejuicios del Edipo y la gran miseria, la gran pobreza del psicoanálisis. A veces nos encontrábamos con cosas que nos parecían admirables y teníamos ganas de desarrollar. También escribíamos mucho. Félix trata a la escritura como un flujo esquizo que carga toda suerte de cosas…”.
En 1972 sale a las calles el primer trabajo conjunto: Antiedipo, primer tomo –a su vez– de Capitalismo y esquizofrenia. El libro no solo lleva el nombre de ambos, sino que pone en cuestión el concepto mismo de autor, que ya había sido criticado –entre otros– por Michel Foucault. Deleuze insiste en remarcar que, más que trabajar “juntos”, trabajaban “entre los dos”.
Antiedipo, entonces, es el inicio de una serie de producciones conjuntas, pero también es un encuentro, que produce una mutua afectación. Ninguno de los dos será el mismo de allí en más. Nacerá así una amistad, en sentido cabalmente filosófico. Tal como remarca Raúl García en La anarquía coronada. La filosofía de Gilles Deleuze, la amistad así entendida “niega la identificación”. No hay –entonces– analogías ni equivalencias, sino diversidad, alianza (que suele ser “aberrante”).
Antiedipo como cruce de una doble apuesta de crítica a los “retornos” (a Freud, por parte de Jaques Lacan; a Marx, por parte de Louis Althusser). Por un lado, entonces, la propuesta del esquizoanálisis sale a confrontar con la línea hegemónica dentro del psicoanálisis, el lacanismo (en una búsqueda por reconectar el inconsciente con la política y lo social, poniendo en cuestión “la Ley del Amo” y dando paso a la liberación de la producción deseante). Por otro lado, el texto despliega sus cañones contra el estructuralismo marxista, tan en boga en Francia por aquellos años, replanteando tanto la filosofía política como las “prácticas colectivas”, todo a la luz del faro del 68. Antiedipo, también, da inicio a un trabajo conjunto que es una verdadera apuesta transdisciplinaria: filosofía, psicoanálisis, política, cine, lingüística, literatura, antropología aparecen en sus textos de manera entreverada, sin saberse nunca, bien, cuando se están refiriendo a cada cosa.
En el caso de Guattari, por su trayectoria militante, las preocupaciones por “las nuevas formas de subjetivación” siempre estuvieron vinculadas a otras más de corte más específicamente político: cómo encontrar nuevas formas de lucha colectiva, que refundaran la perspectiva del proyecto revolucionario.
En textos de su autoría, como “Las luchas del deseo y el psicoanálisis”, Guattari plantea que ambas luchas no pueden ser excluyentes entre sí: “por una parte, la lucha de clases, la lucha revolucionaria de liberación, que supone la existencia de máquinas de acción capaces de oponerse globalmente a las fuerzas opresivas, funcionando para ello de acuerdo a un cierto centralismo, o por lo menos un mínimo de coordinación; por otra parte, la lucha en el frente del deseo, en el frente de los agenciamientos colectivos que proceden a un análisis permanente de la subversión en todos los niveles del poder”. Y en “Micropolítica del deseo” (ambos textos reunidos en el libro Cartografías esquizoanalíticas), cuestiona la idea de “representar a las masas e interpretar sus luchas”. Así y todo, no condena a priori “toda acción de partido”, toda idea de “línea, de programa, incluso de centralismo”, pero sí se esfuerza por situar y relativizar esa acción, en función de una práctica “que se opondría punto por punto a los hábitos represivos, al burocratismo y al maniqueísmo moralizante que contaminan actualmente a los movimientos revolucionarios”.


Una máquina de guerra textual
Como ya se ha dicho, la máquina de guerra que Deleuze y Guattari ponen en marcha no pone en cuestión tanto a las figuras y teorías de Marx y Freud como a sus intérpretes contemporáneos, aunque –por supuesto– las críticas a “los fundadores de discursos” no son menores.
Por un lado, sobre todo el Antiedipo, se abre una discusión con el psicoanálisis (Freud/Lacan). Contra la falta, el deseo; contra el teatro de la representación, la fábrica que produce un “estar presente”; contra la individualidad del sujeto (por más escindido que este se presente), la trama social, colectiva en que el inconsciente se ve anclado.
Por otro lado, con Marx y los marxistas, se abre una polémica en torno a la necesidad como punto de partida. En su lugar: el deseo. Contra la separación base/superestructura, las “organizaciones de poder”; contra la “memoria” y el “desarrollo de las fuerzas productivas”, el “olvido” y el “corte de amarras” con la situación dada.
Aquí, sobre todo a expensas de Deleuze, puede verse el claro linaje que se establece con el pensamiento de Nietzsche, y aunque nunca lo nombran, también pueden establecerse ciertas filiaciones con los planteos de Walter Benjamin, sobre todo con sus “Tesis sobre el concepto de historia”.
Corte de amarras que puede pensarse en un doble sentido.
Por un lado, con la estructura social. Por otro lado, con el familiarismo.
No se trata de la libertad, sino de encontrar una salida”, dirán en su Kafka.
Así, en un cruce entre Nietzsche y Artaud, surge el planteo de “Cuerpo Sin Órganos”, y de “Máquina de Guerra”, que postula la diferencia en la repetición.
La Máquina de Guerra es una “máquina infernal”, que irrumpe inesperadamente y se presenta como lo “inasimilable” para la estructura. Una advertencia: este repaso ligero no debe ser entendido en términos binarios; lejos de esa concepción, los planteos de Deleuze y Guattari proponen la multiplicidad sin medida, el puro devenir.
Los agenciamientos no parten de oposiciones binarias, y el eje horizontal/vertical aparece entremezclado, enmarañado. “Todo es política”, dicen, “pero toda política es a la vez micro y macro-política”, según postulan en Mil mesetas, el mismo libro en donde dedican un capítulo entero (“Tratado de nomadología”) al concepto de Máquina de Guerra.
Inspirados en las reflexiones del antropólogo francés Pierre Clastres, en Las sociedades contra el Estado, Deleuze y Guattari trazan una genealogía con aquellas mujeres y hombres que concibieron su existencia por fuera de la lógica estatal. Son conocidas sus tesis de la meseta número 12. Glosemos, de todos modos, algunas de las aristas que más nos sirven para repensar nuestra dinámica política.
Allí contraponen la máquina de guerra (MG) al aparato de Estado (AE). La primera, dicen, tiene otro origen: es previa a su derecho y exterior a su soberanía. Posee otra justicia. Potencia de la metamorfosis, multiplicidad pura y sin medida, la figura que eligen para condensar sus postulados es la de la manada. De otra especie y naturaleza, el nómade es la figura del devenir por excelencia. No porque se desplace geográficamente (y esto es importante remarcarlo), sino porque abre otros trayectos, otros recorridos imprevistos, imperceptibles, a su vez, para las anteojeras del Estado. En este sentido, el recorrido del nómade es más parecido al de una guerrilla que al de un ejército regular. Huir, sí, “pero mientras se huye, tomar un arma”, dice Deleuze en diálogo con Clarise Parnet. Huir, que no es lo mismo que escapar. Atacar, siempre, al poder. Destruir lo dado para crear algo nuevo.
También apelan, Deleuze y Guattari, a la contraposición de los juegos de Go y de Ajedrez. Dos nuevos ejemplos de AE y MG. El ajedrez como juego de Estado, con sus piezas cualificadas (el peón siempre es peón; el caballo, caballo; y el alfil, siempre es alfil...), sus piezas codificadas, con propiedades intrínsecas de las que se derivan sus movimientos, posiciones y enfrentamientos. El Go, en cambio, se caracteriza por la tercera persona, la función anónima y colectiva de fichas que son siempre bolas situadas. “El ajedrez es claramente una guerra, pero una guerra institucionalizada, regulada, codificada, con un frente, una retaguardia, batallas. Lo propio del go, por el contrario, es una guerra sin línea de combate, sin enfrentamiento y retaguardia... Otra justicia, otro movimiento, otro espacio-tiempo”.
Conjurar los equivalentes del AE en los colectivos militantes; esa es una enseñanza importante que podemos tomar de estas reflexiones. Porque no se trata (solamente), de evitar que en un futuro (de producirse) la revolución degenere. Se trata, también -y sobre­todo- de combatir hoy los dispositivos a través de las cuales un sector del movimiento real se especializa al punto de constituirse en un aparato separado de sus pares (cuestión que no tiene por qué implicar negar las mediaciones: ¡los nómades tenían jefes –insisten– pero eran más parecidos a un líder o una estrella de cine que a un hombre de poder!).
Conjurar, entonces, las formas cotidianas de clasificación, de jerarquización, de promoción de la división entre trabajo intelectual y manual; o dicho en otras palabras: de las lógicas que profundizan la diferencia entre gobernantes y gobernados. Conjurar (como sostienen en otra meseta --titulada “Micropolítica y segmentaridad”--), los microfascismos que cada uno de nosotros lleva adentro. “Las organizaciones de izquierda no son las últimas en segregar sus microfascismos. Es muy fácil ser antifascista al nivel molar, sin ver al fascista que uno mismo es, que uno mismo cultiva y alimenta, mima, con moléculas personales y colectivas”.


Poner el cuerpo
Una década después de acontecido el “Mayo Francés”, cuando las dictaduras han hundido entre el lodo y la sangre las apuestas de transformación revolucionaria en el Cono Sur Latinoamericano, brota en Italia un proceso de reactualización de las perspectivas emancipatorias.
Los cambios en el “aquí y ahora” y no ya en un futuro que se torna inteligible, planteados –entre otros– por el sector de la “Autonomía Operaria”, hacen que se reactualicen muchos de los enunciados planteados por Deleuze y Guattari, a quienes se lee en Italia desde hace unos años. En 1970 se crearon las “Brigadas rojas” y la violencia política dejó de ser un tema lejano para los europeos, un “problema del tercer mundo”, para transformarse en parte de su realidad cotidiana. Antonio Negri –profesor de Ciencias Políticas y Sociales en la Universidad de Padua, filósofo con cierto prestigio por algunos libro ya publicados, referente político de un sector de la izquierda italiana– escribe una serie de textos que dejan ver sus simpatías por la línea insurreccionalista y las accionas armadas. Las presiones sobre los intelectuales no son menores. Así y todo, Félix nunca condenó públicamente el accionar de las Brigadas Rojas y tuvo un comportamiento profundamente solidario con sus camaradas italianos, particularmente con Bifo y Negri.
Es más: por Guattari, Negri conoce a Deleuze, y asiste a sus clases en Francia (según sus propias palabras, se hace “spinozista”). De hecho, cuando Negri es detenido, Deleuze escribe una carta a los jueces italianos, proclamando su inocencia. Podría afirmarse entonces que fue la tormentosa situación política que se vivió en Italia durante la segunda mitad de la década del 70 la “responsable” de esa amistad entre Guattari y Negri. “Cuando las papas queman…”, dice un dicho popular. Cuando las papas quemaron, Félix puso el cuerpo.
En septiembre de 1977 el ex dirigente de Poder Obrero llega a Paris, huyendo de las autoridades italianas. Guattari lo recibe en su casa, donde se queda a vivir. Pero al año siguiente Negri comienza a realizar viajes a su país, desde Francia. Esta situación pone en alerta a las autoridades italianas, que lo detienen en abril de 1979, bajo la excusa de que su accionar es una “fachada legal” de las Brigadas Rojas. Luego de cuatro años y medio en la cárcel, en 1983 Negri es elegido Diputado por el Partido Radical Italiano y debe ser liberado, ya que cuenta con inmunidad parlamentaria. Pero ese mismo año la mayoría parlamentaria vota quitarle la inmunidad, y tras un juicio es condenado a treinta años de prisión efectiva. “Me voy a Córcega en un barco que seguramente pagó Félix”, le cuenta Negri a Dosse en una entrevista. Así llega a París, clandestino, y va a parar a la casa de Guattari. “De 1983 a 1987 me llamé Antoine Guattari. Él pagaba todo… Félix se ocupó de mí como un hermano”, remata Negri.
En la cárcel, Negri leyó Mil mesetas, texto del que afirmó: “es un libro importante. Acaso el más importante que haya leído en los últimos veinte años”. Como modo de sortear las dificultades psíquicas del encierro, sostuvo un fecundo intercambio de cartas con Guattari. Producto, en gran medida, de la amistad trabada entre Negri y Guattari durante esos años, del intercambio epistolar, de las discusiones cara a cara, surgió Por nuevos espacios de libertad, libro conjunto publicado en 1985.

Días de radio
Las radios en Italia funcionan durante un tiempo como verdaderos “andamios”, “organizadores colectivos”, en el sentido cabal planteado en la teoría leninista de la prensa. Batallas en las fábricas y universidades. Lucha en las calles, y también, combates por el sentido, por la interpretación de lo que acontece y lo que hay que hacer en esos momentos. Eso sucede en Italia poco menos de una década después del Mayo Francés. Ante la muerte de un estudiante, o de una mujer a la que le niegan un aborto terapéutico –cuenta Dosse–, por ejemplo, un anuncio en las radios logra que miles de personas salgan a manifestarse a las calles. “En Bolonia, Guattari es considerado un héroe. Se lo considera como uno de los inspiradores esenciales de la izquierda italiana”, insiste el autor de la “biografía cruzada”.
Pero no solo en Italia hay movimientos moleculares que pujan por hacerse escuchar. También en Francia, en un contexto totalmente distinto y un mayo del 68 que parece haber quedado demasiado lejos, sin embrago, se produce un intenso movimiento de “radios libres”. Y allí está Guattari, junto a uno de sus hijos –que ya tiene 20 años– intentando abrir una grieta en las voces de los medios hegemónicos de comunicación. Junto a su amigo Francois Pain, especialista en tecnologías, Guattari ingresa clandestinamente, desde Italia, una serie de aparatos que le permiten realizar trasmisiones más allá de no encontrarse acreditados por el Estado. En 1977 se crea la ALO, la Asociación para la Libertad de las Ondas. Guattari –junto a Deleuze, Foucault y otras quince “personalidades” de la cultura francesa– firma un petitorio para la liberación de las antenas. Pero Guattari no se queda en la firma de un papel. Participa activamente del movimiento y junto con un grupo funda la “Radio Libre París” (en 1980 pasará a llamarse “Radio Tomate”), que emite las 24 horas del día, y además de los programas culturales (teatro, música, cine) cuenta con un programa semanal de debate político, que coordina el propio Guattari. Las problemáticas de las “minorías” (como los ocupantes ilegales de casas) de Francia tienen un lugar. Incluso, las minorías de otros países: palestinos, irlandeses…
Finalmente la policía detecta las trasmisiones de las radios libres –que crecían con velocidad– y las saca del aire. Las que sobreviven no tienen, de todos modos, la capacidad técnica de proyectarse demasiado. En mayo de 1981 Francois Mitterrand es electo presidente y legaliza las radios libres. Comienza, así, otra etapa política, plagada de otros problemas, y otras contradicciones. Todo sucede apenas un tiempo antes de que, en Argentina, se produzca la explosión de “radios truchas”, que proliferarán durante los primeros años de la post-dictadura, siendo pioneras del debate y el proceso de movilización que desembocará en la amplia red de medios de comunicación comunitarios, autogestivos y populares que pujarán por la aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, aprobada en 2009 por el gobierno de Cristina Fernández de Kirchner, y derogada luego --en 2016-- por el gobierno de Mauricio Macri.


68-2001: Guattari y nosotres
Dijimos que “Mayo Francés” fue clave en el encuentro entre Deleuze y Guattari. También que parte de su apuesta de trabajo teórico, de intervención política, fue un intento de “sacar conclusiones” de aquel acontecimiento del 68 y accionar en consecuencia.
En Argentina nos encontramos en un momento complejo, atravesados por “los años de invierno” de la “década kirchnerista” y la intensa contraofensiva neoliberal desarrollada por la gestión Cambiemos. Las apuestas por la autonomía de los ofendidos y humillados de siempre se encuentran en un impasse estratégico, según supo argumentar la intelectual crítica mexicana Raquel Gutiérrez Aguilar. Releer diciembre de 2001 desde Guattari (y Deleuze, entre otros) puede ayudarnos a transitar más cálidamente –en compañía– lo que queda del invierno. La primavera se hace presente nuevamente. La dinámica del movimiento social en las calles ha dado cuenta de ello. Síntomas –como les gusta decir a los zapatistas– de algo que acontece, por aquí y por allá, en Argentina y otros sitios de Nuestra América, e incluso de otros continentes, en medio de una situación que no parece ser la más favorable, son el componente que permite respirar y continuar con el andar.
La meseta como “imagen del medio” no puede ser más oportuna en este sentido. En clara sintonía con Benjamin, la ruptura de la linealidad para pensar-hacer la política se torna hoy fundamental. La filosofía, entendida como “invención”, como “creación de conceptos”, siempre ligada a “nuestra historia, nuestros problemas y nuestros devenires” –como proponen Deleuze y Guattari en ¿Qué es la filosofía?– puede ser también una máquina de guerra del pensamiento, y no simple trabajo rutinario en los marcos de una academia que reproduce en su interior las lógicas capitalistas. Fuga de la norma, entonces –incluso de la progresista- para conjurar el “rostro despótico del feje”, de los jefes y las jefas, los caciques que han proliferado como hacía rato no lo hacían. Diciembre de 2001 en Argentina, mayo del 68 en Francia, 1º de enero de 1994 en México son solo fechas-símbolos que dan testimonio de la irrupción plebeya de la multitud sin nombres propios, con formas de hacer y decir colectivas, siempre en una apuesta por la experimentación, la creación, y la conexión de las experiencias.