domingo, 28 de febrero de 2021

¿El amor vence al odio?

#ApuntesdeCoyuntura


 

Por Mariano Pacheco

El amor no vence al odio, y la discursividad de la política flu flu no hace más que expresar nuestra impotencia frente a una correlación de fuerzas demasiado adversa en términos estratégicos. No se trata de deprimirse, pero tampoco, de encontrar en el derecho-humanismo la panacea de la buena vida. La defensa de la vigencia de una política sustentada en el respeto de los derechos humanos debe ser arma de autodefensa de los sectores populares y sus militancias, frente a una clase dominante incapaz de respetar sus propias leyes, como históricamente lo ha demostrado. Pero ello no debería llevar a confundirnos, y pensar que es posible arribar a la conquista de una patria con justicia social tan sólo haciendo una declaración de buenas intensiones.

El modo en que nuestras bellas almas progresistas se espantan de las acciones que promueven los denominados “discursos de odio” (el modo mismo en que se sobredimensionan dichos discursos) no hace más que expresar la forma en que hemos introyectado la derrota de las apuestas revolucionarias de los años sesenta y setenta durante todas estas décadas de posdictadura.

En primer lugar, parece que nos sorprendemos ante cada declaración o acción de este tipo, tomándolo como algo nuevo. Si bien hay características específicamente actuales de lo que sucede hoy en Argentina (y el resto del mundo), en nuestro país un amplio porcentaje de la población respaldó la dictadura iniciada el 24 de marzo de 1976, como antes habían respaldado el accionar homicida del golpismo antiperonista. Más recientemente, durante los gobiernos kirchneristas también se expresaron contra la figura de Cristina de modo bastante poco amable. La resistencia obrera y armada a la dictadura genocida, la férrea pelea por Justicia y contra la impunidad, los procesos de avance en ampliación de conquistas sociales y ciudadanas, son todos procesos que han convivido siempre con profundas oposiciones, que a veces se expresaron de manera ilegal y violenta, y otras, de forma solapada y legal, aunque no menos violenta, al menos en sus intenciones (recordemos que dictadores y torturadores, como Luis Patti y Antonio Bussi, fueron elegidos para funciones estatales en elecciones democráticas.

En segundo lugar, el discurso del amor vence al odio reduce la política al discurso, pensando que los cambios en favor de las mayorías no irritarán a las minorías oligárquicas, o que éstas entenderán nuestras buenas intensiones y por eso nos respetarán, y no que la política es el modo en que se establecen estrategias y tácticas para cambiar relaciones de fuerzas sociales atravesadas por antagonismos irreconciliables, que toda construcción de hegemonía se respalda sobre la fuerza material de la coersión y que en ese camino, en la historia de las luchas de las y los explotadxs y oprimidxs, el odio de clase ha sido motor de rebeldías, insubordinaciones y desobediencias a quienes se pretendieron siempre amos del mundo y, por lo tanto, de las vidas de los demás. Como decía Ernesto Guevara, el revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor, pero también –recordaba el Che-- el odio es un gran motor de las luchas.

Como también supo decirnos el gran Eduardo Pereyra Rossi, en su poema “Convocatoria”, hay que saber “dar vuelta el pullóver, pegarle al prepotente y escupir en la cara a los que no han sido convocados”. Porque todo proyecto de cambio social es para hacer un mundo donde quepan muchos mundos, pero la experiencia histórica ha demostrado que no hay clase dominante que se suicide para perder sus privilegios. La justicia y la libertad –decía Perón-- no se declama, se conquista, se defiende. Y esa defensa implica confrontación, enfrentamientos. Es inevitable. Ojalá no lo fuera. Por eso Carlón nos convocaba a ser sinceros, pero también, a “amar sin límites y a odiar”.

viernes, 26 de febrero de 2021

Reseña de Fundidor, novela de Emiliano Scaricaciottoli

 

 Por Mariano Pacheco


Fundidor: un poco de aire fresco para la literatura nacional, en medio de tanta paquetería bienpensante, tanta cuidada, prolija y correcta narrativa contemporánea.

La poesía y el sucio rock (ese que incluye o pivotea sobre el metal y el punk), pero también, la crítica literaria, la docencia y la militancia (la militancia como docencia; la docencia como militancia). Y la incorrección, por sobre todas las cosas, la incorrección: política, ética, literaria. La parte maldita de los años progresistas, y más aún, la parte podrida de la democracia castrada (amputada, restringida, en fin, de la derrota).

En la novela de Emiliano Scaricaciottoli suenan los ecos revolucionarios de los años setenta, pero a través de la voz del psicoanálisis hegemónico, ese que nos quedó cuando los ecos revolucionarios dejaron de sonar, y todos –todes, todxs, todos y todas-- nos sumergimos en la cultura de masas: chetos caretas y jipis reventados; metaleros y militantes; escritores y lumpenes, artistas y buscas, todxs giles trabajadorxs; o simples transeúntes de la ciudad neoliberal, como a ustedes les parezca.

Las calles de Quilmes recorridas a pie en la época de Pumper Nic se entremezclan en el libro con el ingreso al consultorio de la psicoanalista (en Palermo, o Recoleta, lo mismo da), y las tensiones proliferan con el avanzar de la narración: las tensiones o diferencias de género y etarias; políticas y estéticas y el abismo entre concepciones existenciales, que crecen, como crece el desierto nietzscheano (donde, recordemos, “habitan desde siempre los veraces”). Transcurrir narrativo que va recolectando las huellas de los referentes realistas que aparecen en el texto, marcas del paso del tiempo y de la extensión de la decadencia contemporánea (el mítico bar de Carabobo y Rivadavia, que se transforma en un comercio de zapatillas, por ejemplo).

En fin: pienso que la de Emiliano es una narrativa potente, que contiene la digna violencia que puede rastrearse en los choques entre las brigadas metálicas y la cana en los años ochenta, o en una piedra arrojada en diciembre de 2001 por un pibe cualquiera en plena revuelta en la ciudad de Buenos Aires; o por un estudiante del conurbano que enfrenta una patota sindical al solidarizarse con trabajadores precarizados (obviamente, se nos vienen a la mente los rostros de Mariano Ferreyra, de Pocho Leptrati y de Darío Santillán); o de una piba que en años recientes grita Ni Una Menos/ Vivas Nos Queremos (como lo hizo seguramente Micaela García, antes de perder –ella misma-- la vida a manos de un femicida). La misma digna violencia que contiene una oración que funciona como verdadero equivalente de un cross a la mandíbula, para decirlo parafraseando a Roberto Arlt.

Pero la de Scaricaciottoli es también una pluma que expresa risotada y burla. Y eso, eso no es un dato menor en la era del realismo capitalista.


Ciclo #LibrosyAlpargatas

Conversaciones sobre literatura con escritorxs de este lado del mundo


 

El libro de Emiliano Scaricaciottoli, recientemente publicado por la editorial Barnacle, se presentará el próximo viernes 26 de febrero, de 18 a 20 horas, en el marco del “Ciclo de charlas sobre Literatura”. La actividad se podrá seguir por las redes sociales Pacheco Escritor Cabeza en Facebook y @pachecomariano.ok en Instagram o de manera presencial asistiendo al Bar Cultural Despertándonos de Quilmes (situado en Alvear 726, entre Humberto Primo y Garibaldi). Por la situación sanitaria actual, el espacio está acondicionado para mantener la distancia social acorde a los potocolos establecidos tras la expansión del COVID 19, con lo cual, sólo puede asistirse reservando previamente mesa por wsp al número 1156932028



lunes, 22 de febrero de 2021

El Consejo Económico y Social y la perspectiva estratégica desde un punto de vista popular

#ApuntesdeCoyuntura


Por Mariano Pacheco, Director del Instituto Generosa Frattasi

 

¿Cómo pensar las coyunturas sino a la luz de un horizonte de mediano y largo plazo? El Consejo Económico y Social, los nuevos actores sociales y los desafíos políticos en la Argentina contemporánea.


El lanzamiento del Consejo Económico y Social, el pasado viernes 19 de febrero en el Centro Cultural Kirchner (CCK), introduce al menos dos cuestiones fundamentales: por la lado, la vocación oficial –respaldada por el presidente Alberto Fernández, que instó a construir un país “con otra lógica”-- de introducir un debate nacional sobre el futuro de las y los argentinos (el organismo fue creado con el objetivo explícito de desarrollar políticas a mediano y largo plazo); por otro lado, la incorporación a las discusiones políticas de los nuevos actores sociales. En este caso, no es menor que Esteban “Gringo” Castro (Secretario General de la Unión de Trabajadores y Trabajadoras de la Economía Popular), haya sido uno de los veinticinco miembros del flamante organismo presidido por el secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Béliz, que también integran referentes académicos, representantes del mundo empresarial y dirigentes sindicales (además de Castro por la UTEP, forma parte del organismo Edith Encinas, presidenta de la Confederación Nacional de Mutualidades de la República Argentina, la CONAM, una de las entidades en que se agrupan sectores de la Economía Social y Solidaria). Por la diversidad del mismo, el Consejo expresa una variedad de miradas en pugna sobre la Argentina. Incluso de proyectos, si es que puede decirse que todos los actores allí congregados tienen un proyecto nacional.



Estrategia y coyuntura

Necesitamos, los sectores populares, recuperar la perspectiva estratégica con urgencia.

En un mundo colapsado y en decadencia, las clases dominantes mismas llaman a repensar lo que nos pasa como humanidad. En su caso, por ejemplo, en instancias como el Foro Económico Mundial (Davos) que en enero pasado sesionó de manera virtual bajo el lema “reiniciar el capitalismo”.

Tal como sostiene Julio Gambina en un texto publicado recientemente en su blog (“El país del futuro en el Concejo Económico y Social”), no alcanza con “repensar” o “resetear” al capitalismo, para que todo vuelva a una normalidad “que agudiza los problemas de la desigualdad, la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes”, ya que lo imprescindible es “transformar el orden económico y social, lo que implica debatir el futuro imaginado y esperado”.

Claro que, tal como hemos señalado ya en más de una oportunidad, desde un punto de vista popular no podemos simplemente concentrarnos en “imaginar” o “soñar” con otros mundos posibles, por más bello o poético que esto pueda sonar a los oídos de nuestro progresismo blanco y bienpensante. Requerimos de toda nuestra potencia imaginativa, claro, pero puesta a funcionar en los engranajes de una fábrica de ideas capaz de expresarse materialmente en una fuerza social y un proyecto político (y esto también es señalado por Gambina) capaz de cambiar las relaciones de fuerzas existentes, capaz de asumir una estrategia y no sólo luchar por conquistas, organizarse por abajo y ocupar espacios en las instituciones vigentes.

De allí la necesidad de gestar una filosofía política de las militancias (populares), capaz de salirse de la dicotomía instalada en la escena contemporánea, en la que no puede pensarse más allá de la dupla neoliberalismo/progresismo (o patalear desde una izquierda denuncialista, quejosa y marginal).

El propio Alfredo Zaiat, en su Panorama económico publicado este domingo en el diario Página/12, subraya por ejemplo que no se puede considerar “conservador u ortodoxo” al ministro Martín Guzmán porque plantee un déficit fiscal de 4,5% del PIB en 2021 y moderación monetaria sin tomar en cuenta las relaciones de fuerza existentes, en un país en el que el poder económico rechaza la política fiscal y monetaria expansiva, “pese a que en los años kirchneristas ha resultado conveniente para la actividad y mejorado sustancialmente la tasa de ganancias”. La secuencia de la intervención pública, en el caso de que se pretenda consolidar un proyecto de crecimiento con inclusión social –remata el periodista de filiación kirchnerista-- “pasaría por conseguir esa fortaleza fiscal para tener mayor capacidad de disciplinamiento sobre los agentes económicos”.

Son cuestiones fundamentales, porque sin buena resolución de los problemas de coyuntura no hay mediano y largo plazo que discutir, por más Concejo Económico y Social que se inaugure.

En este sentido y más allá del sacudón que implicó el escándalo del “vacunatorio vip” y el pedido de renuncia del presidente al “Comandante Ginés”, hay algunos elementos sin los cuales cuesta pensar un futuro inmediato propicio, se realicen o no elecciones primarias en agosto.

La puja distributiva en curso es fundamental, porque el virus del COVID no golpea a todos y todas por igual. La suba de precios en alimentos, la disparada en los costos de los alquileres de viviendas, por poner dos ejemplos emblemáticos, jaquean las vidas populares, muchas de ellas votantes peronistas y base social de sustentación del actual gobierno. El lanzamiento de una Campaña Nacional de control de precios por parte de la UTEP, de la que participaron 40.000 voluntarios y voluntarias durante la semana pasada, es un paso importante en la gestión de otro concepto de ciudadanía y en el trastocamiento de la relación “sociedad” y “Estado”, pero no alcanza si estas medidas corren por detrás de una dinámica que perjudica cada día a estos sectores. La estrategia anti-inflacionaria del gobierno resulta crucial en esta etapa, junto con el modo en que se arribe a un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el sostenimiento y fortalecimiento de la autoridad presidencial y la unidad del Frente de todos, no sólo ante los comicios que se avecinan sino también de cara a dotar de mayor coherencia a la gestión actual. Gestión que deberá centrarse en avanzar en medidas que beneficien a las y los trabajadores y a los sectores populares, severamente deteriorados en sus condiciones de vida tras cuatro años de macrismo y un año de cuarentena.


Desafíos

¿Cómo trazar entonces una diagonal al camino recto del capitalismo neoliberal, asumiendo que –por más heterodoxia de por medio que se sostenga-- no hay horizonte de justicia social ni ambiental, ni soberanía nacional, ni resolución de los problemas fundamentales de la humanidad dentro del capitalismo? No se trata de enunciar y anhelar un retorno al “ciclo de gobiernos progresistas”, porque éstos demostraron todos sus límites en el continente (no es casual que, con todas sus dificultades y retrocesos, de los nuevos procesos del siglo XXI, sólo el de los proyectos y Gobiernos Populares de Bolivia y Venezuela hoy sigan en pie). Se trata, sí, de ejercitar una mirada retrospectiva y efectuar un proceso de recuperación y mezcla de los elementos más dinámicos, tanto del “ciclo de gobiernos progresistas” como del “ciclo de luchas sociales por abajo” que lo antecedió, en Argentina y en toda Nuestraamérica.

Porque el momento es crucial para la humanidad. La pandemia exasperó todas las discusiones: sobre el rol y los límites de los estados nacionales; sobre el carácter extremadamente interconectado del mundo hoy; sobre el abismo ambiental y existencial al que nos precipitamos en medio de pandemias, recursos cada vez más escasos y un planeta cada vez más contaminado, porciones cada vez más crecientes de la población mundial condenadas a morir o, en el mejor de los casos, apenas sobrevivir. El capitalismo, impuesto como horizonte ideológico insuperable de la época, no puede dar respuesta a ninguna de estas cuestiones, por su misma lógica rapaz: la compulsión a la producción para la ganancia (privada, concentrada en pocas manos). De allí que debamos asumir que necesitamos poner sobre rieles una poderosa usina del pensamiento que contribuya a elaborar insumos teóricos para un mundo poscapitalista, mientras transitamos procesos de transición hacia dinámicas sociales y políticas que, aún dentro de las relaciones sociales capitalistas, permitan mixturas con formas políticas y procesos productivos con otro tipo de orientación.

Pero de la derrota estratégica del siglo XX no vamos a reponernos con activismos sociales que hagan muchas cosas, personal administrativo (la “casta política”) que gestione bien el Estado (Liberal) y sectores académicos que piensen o elaboren “proyectos técnicos”, sino recuperando un horizonte estratégico integral y un modo de vida militante con orientación emancipatoria tanto para los movimientos sociales como para las organizaciones políticas y las usinas de pensamiento crítico, que no se produce solamente en las universidades.


Nota publicada en Revista Zoom.





sábado, 20 de febrero de 2021

Filosofía Política y Coyuntura Nacional: Taller Virtual de Análisis de situación

Coordinación: Mariano Pacheco*

 


Frecuencia: quincenal

Lunes de 19 a 21 horas

Inicio: 15 de marzo

Actividad arancelada (becas con descuentos para militancias de Movimientos Populares)

Consultas e inscripción: profanaspalabras@gmail.com


PROPUESTA

Encontrarse de manera virtual, dos veces por mes, para conversar sobre la selección de textos que se compartirán de manera semanal, en la que se buscará intercalar análisis de las noticias de coyuntura (apelando a publicaciones de medios hegemónicos y militantes, progresistas y de derecha, de izquierda y peronistas) con textos de la actualidad y la tradición del pensamiento que nos ayuden a pensar los problemas fundamentales de la filosofía política: el Estado, la democracia, la sociedad, la ética, las clases sociales y sus luchas, la justicia, la praxis popular, la dominación, la explotación y la sujeción, e incluso, una autoreflexión en torno a qué entender por una filosofía política de las las militancias.

Aquello que denominamos “Punto de vista popular” será fundamental para inscribir nuestros análisis en una perspectiva emancipatoria, que piense los acoplamientos de la filosofía política de las militancias con las luchas concretas, los procesos de organización “por abajo” con las disputas “por arriba”, la dimensión nacional con los devenires Latinoamericanos, sin dejar de tener en cuenta el trasfondo de “realismo capitalista” del actual orden mundial, así como la simultaneidad de las instancias políticas, económicas y culturales.


* MARIANO PACHECO: escritor, periodista, investigador popular. Actualmente dirige el Instituto Generosa Frattasi, integra la Cátedra Abierta Félix Guattari en la Universidad de los Trabajadores y coordina cursos de filosofía de manera autogestiva. Trabajó en la edición Córdoba del diario El Argentino, fundó y dirigió el proyecto de periodismo cultural La luna con gatillo y fue redactor del periódico Resumen Latinoamericano. Escribe asiduamente en numerosos medios, entre otros, las revistas Zoom y La Tecl@ Eñe y los portales Contrahegemonía web, Lobo suelto y la Agencia Paco Urondo. Publicó varios libros, entre los que se destacan Montoneros silvestres, Cabecita negra, Desde abajo y a la izquierda, De Cutral Có a Puente Pueyrredón. Es co-autor de la biografía Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo.