miércoles, 31 de mayo de 2017

SE REEDITA LA BIOGRAFÍA DE DARÍO SANTILLÁN Y SE PRESENTA EN JUNIO


LA BIOGRAFÍA DE DARÍO SANTILLÁN SE PRESENTA EN JUNIO EN LAS CIUDADES DE BUENOS, LA PLATA Y CÓRDOBA
(A 15 años de la "Masacre de Avellaneda")


El libro
Darío Santillán, el militante que puso el cuerpo (de Ariel Hendler, Juan Rey y Mariano Pacheco), publicado por Planeta en 2012, se reedita esta semana por la misma editorial, en versión Booket (de bolsillo), a 15 años de la denominada “Masacre de Avellaneda”, protesta protagonizada por movimientos de trabajadores desocupados que culminó con una represión abierta llevada adelante por un operativo conjunto de las fuerzas policiales producto del cual fueron heridos con balas de plomo una treintena de personas y dos jóvenes militantes piqueteros resultaron muertos.
Los asesinatos de Darío Santillán y Maximiliano Kosteki no fueron un simple hecho policial, ni tampoco un exceso o desborde de las fuerzas de seguridad apostadas el 26 de junio de 2002 en el Puente Pueyrredón. Aquella certeza mantuvo una década y media en pie la lucha de familiares y amigos de las víctimas, junto con militantes sociales, abogados y organismos de derechos humanos que sostuvieron desde un principio que había sido una conquista el juicio que culminó con la condena a reclusión perpetua del ex comisario Alfredo Fanchiotti y el ex Cabo Alejandro Acosta (máximos “responsables materiales” del crimen) pero que, no obstante, no podía llamarse plenamente a eso justicia mientras no se llevara a juicio a los máximos responsables políticos, empezando por el entonces presidente interino Eduardo Duhalde.
Sin embargo, como afirman los autores en la introducción, “contar esa breve e intensa vida, mucho más luminosa que su asesinato por la espalda, esa historia que es también la de toda una generación de jóvenes militantes”, es el propósito del libro. “Porque evocar la vida de Darío Santillán”, agregan, “es contar también la de sus compañeros de ruta, otros chicos y chicas del suburbio, como él, y sus esfuerzos por trascender las limitaciones vitales que le imponía una situación geográfica de aislamiento en el sur más profundo del Conurbano; es hablar de la voluntad de Darío por convertirse, con escasos estímulos, en un lector voraz y autodidacta; de los intentos por involucrar a sus compañeros del colegio secundario en discusiones políticas e históricas, o de la pasión y voluntad que desplegó, con apenas 19 años, para organizar a sus vecinos hasta levantar de la nada un movimiento de desocupados, como así también de las angustias de tener que sobrellevar una situación familiar compleja, con las peores situaciones de riesgo imaginables acechándolo literalmente a la vuelta de la esquina. Pero es también una historia de juventud, de diversiones, viajes de mochilero, bailes, amores y cervezas: nada menos que el recuerdo de Darío vivo, ese que hasta ahora permaneció eclipsado por las circunstancias ominosas de su muerte; el Darío de carne y hueso detrás de las crónicas periodísticas sobre su asesinato, y de su rostro convertido en bandera de lucha”.
Cinco años después de su primera edición, y luego de haberse agotado sus ejemplares, esta nueva edición mantiene el texto tal como fue escrito, al que se suma una “posdata 2017” en la que los autores agregan:
La reedición de este libro se produce cuando ya hace más de un año que la alianza Cambiemos gobierna la Nación. Hoy, de la mano de una situación social cada vez más complicada, han emergido con mayor fuerza, otra vez, una serie de movimientos sociales que retoman, recuperan y resignifican aquellas prácticas políticas que fueron centrales en los años narrados en esta biografía. La historia nunca se repite y este tiempo no son los años noventa. Pero así y todo entendemos que las memorias de la resistencia de quienes pelearon por un país, por un continente, por un mundo con justicia y libertad, son parte de las peleas que en cada momento histórico necesitan reactualizarse. Que las figuras de Darío, Maxi y la de tantos otros hombres y mujeres que fueron asesinados en las protestas sociales de la Argentina contemporánea no quede en el olvido, pero tampoco en un pasado que se resiste a ser tal, es parte de la humilde contribución que sus autores pretendemos realizar con esta nueva salida a las calles de El militante que puso el cuerpo. Nuevas generaciones se han incorporado a las militancias de diversas identidades y trayectorias en estos años. Que esta biografía sirva de insumo entonces para nuevas rebeldías.

 
Las presentaciones
VIERNES 9 DE JUNIO, 19 HORAS EN BUENOS AIRES (ADEMYS: Solis 823-CABA)

SÁBADO 10 DE JUNIO, 19 HORAS EN LA PLATA
(CENTRO SOCIAL Y CULTURAL OLGA VÁZQUEZ: Calle 60 entre 10 y 11)


MIÉRCOLES 21 DE JUNIO, 19 HORAS EN CÓRDOBA
(CASA DE LOS TRABAJADORES: Mariano Fragueiro 237)

Con la presencia de:
--Mariano Pacheco (co-autor del libro)
--Integrantes de Zéppelin Teatro
Periodistas y militantes sociales

martes, 30 de mayo de 2017

El “Mayo argentino”, 48 años después


Entrevista a Susana Roitman


Susana Roitman, compiladora de El torno y la molotov. Relatos e imágenes de la Córdoba obrera 60-70 El torno y la molotov. Relatos e imágenes de la Córdoba obrera 60-70 reflexiona sobre el Cordobazo y las efemérides políticas más allá de la nostalgia.

Por Mariano Pacheco*


El 29 de mayo de 1969 entra en acción el movimiento obrero por medio de una huelga general activa, con movilización y concentración, decretada por la CGT local”. Así comienza un conocido ensayo sociológico su crónica sobre el Cordobazo, en el que se agrega que las columnas vanzaron “hacia el centro de la ciudad, allí llamado el ´casco chico´, el símbolo del poder social representado en esa ciudad por el gobierno provincial. La dictadura autodenominada “Revlución Argentina” ya llevaba tres años usurpando el poder y había anunciado la derogación del sábado inglés (por el cual se trabajaba medio día pero se cobraba por las 8 horas de la jornada laboral), ya había congelado sueldos, aumentado la edad para jubilarse y paralizado la comisión de salario mínimo, vital y móvil, todas medidas tomadas a través del entonces ministro de Economía Krierger Vasena. Mayo se había iniciado además con una serie de protestas protagonizadas por estudiantes y jóvenes que se manifestaron contra las políticas autoritarias y represivas del entonces presidente de facto, Juan Carlos Onganía. Todas fueron reprimidas. En Corrientes, el 15 de mayo, fue asesinado el estudiante juan josé Cabral. En Rosario, el 17 y el 21 del mismo mes, otros dos jóvenes fueron asesinados en manifestaciones: Alfredo Bello y Norberto Blanco. Entre tanto, en Córdoba, bajo la excusa de “peligro subversivo”, el gobierno había ordenado por esos días cerrar la Universidad. La tapa de la olla saltó por los aires en Córdoba el día 29, cuando las dos fracciones de la Confederación General del Trabajo convocaron a un paro de 37 horas, iniciando un día antes las protestas convocadas por la CGT a nivel nacional para el día 30.
Para conversar sobre aquel acontecimiento histórico y sus repercusiones en la Argentina actual, revista Zoom conversó con Susana Roitman, docente e investigadora que se dedica a estudiar cuestiones relacionadas con las luchas del movimiento obrero argentino.

¿Qué te parece, históricamente hablando, que hoy se puede rescatar de este acontecimiento político?

Yo creo que fue un momento cumbre de un período de luchas populares muy alto, el más importante de la historia argentina te diría. Y el Cordobazo fue el episodio más importante de ese período: esos 15 años que van desde inicios de los sesenta hasta 1973, 1974. Es ese el momento en donde se expresó una subjetivación política revolucionaria de los trabajadores, de la clase obrera, con capacidad de dar batalla no solamente contra la situación coyuntural sino contra el capitalismo. En un momento en el que la correlación de fuerzas fue muy favorable para el trabajo frente al capital. Y esto obligó de alguna manera a que el poder respondiera como respondió. Pero me parece que podría haber sido otra la historia de esos momentos que aun hoy nos asombran. No creo que se una fatalidad histórica lo que sucedió. El fin de esa oleada de luchas no estaba escrito.

¿Cuanto hubo de espontáneo y cuanto de organizado en El Cordobazo? ¿Que podria decirse sobre la relación bases-dirigentes en ese momento histórico?

Me parece que hoy ya no es tan importante aquella vieja discusión sobre el carácter espontáneo o no del Cordobazo, porque si se piensa en la historia que hubo detrás, esa historia tan fuerte, tan fluida y tan marcada por el trabajo de base es difícil sostener la hipótesis de la espontaneidad. Lo que sí me parece que se discute muchas veces, de manera excesiva, el papel de los dirigentes, de las cúpulas sindicales combativos, pero no la irrupción de las bases de trabajadores en la vida política de Córdoba, primero, y de todo el país después, es para mí lo más interesante. Sobre todo el rol que jugaron esos dirigentes combativos (como Agustín Tosco y Atilio López) en relación a poner el oído a esa rebelión de las bases. Y ahí retomo algo que dijo el otro día Taurino Atencio (compañero de lucha de Tosco en los setenta), que destacó esto de que el peronismo, ese hecho maldito de la Argentina, tuvo siempre esa ambivalencia de la que hablaba también Daniel James, que produce integración pero también produce resistencia. Y ese equilibrio entre ambos términos, de laguna manera, se desequilibra con el Cordobazo, donde la lucha de las bases superó todas las expectativas. Esa rara relación entre unas bases obreras con potencia revolucionaria y una dirigencia, no diría rara, pero sí que asombró un poco por esa capacidad de escuchar ese run run, ese susurro de las bases transformado en grito por las bases el 29 y 30 de mayo de 1969. Por eso me gusta mucho el concepto de subjetivación política, en términos de posibilidad de acumular fuerzas para poder cuestionar al sistema como un todo. Y el Cordobazo fue un momento muy álgido de ese proceso.


¿Qué pasa con Córdoba? Tenemos a la Córdoba de la Reforma Universitaria, que el año que viene cumple 100 años. En estos días el aniversario del Cordobazo. ¿Son momentos excepcionales en una provincia que tiene como rasgo más estructural su conservadurismo?

A mí me gusta mucho la expresión de José Aricó, de Córdoba como “ciudad de fronteras”, en el sentido de que habitan esta provincia lógicas muy encontradas y me parece, en ese sentido, que se hace muy difícil definirlas a priori como conservadoras o revolucionarias. Son dos lógicas que siempre están operando. Yo no soy cordobesa, pero me siento adoptada por Córdoba y eso es un poco lo que me fascina, que se encuentran acá estas lógica que a veces se hibridan y otras no, y que uno diga: ¿cómo puede ser una ciudad mediterránea de fronteras? Y sí, porque tenes por un lado estas lógicas rebeldes que se van pasando solapadamente entre generaciones. Yo no te voy a decir que se puede encontrar un hilo claro de continuidad histórica entre la Reforma y el Cordobazo, por ejemplo, pero sí me parece que hay cuestiones que generan una idiosincrasia, y que tiene que ver con esto de las lógicas dispares que conviven, se oponen, se hibridan. Y eso produce una singularidad de Córdoba. Y te llevo a un caso más actual: después de la elección en la que ganó Mauricio Macri, donde sacó el 70 % de los votos en Córdoba, también fue acá en donde se realizó la primera gran movilización del país, con motivo de la cuestión del ente municipal promovido por el intendente radical Ramón Mestre, de Cambiemos. Entonces digo, ¿qué cosa no? No hay una Córdoba. Luego fue lo de la inmensa movilización contra la Ley de Bosques, y después la conmemoración del 24 de marzo, que fue muy masiva en todo el país, pero que en Córdoba tuvo uno de sus picos más alto, al igual que la marcha contra el 2x1, sin dejar de lado toda la lucha de género que se libró en todo el país y no sólo acá. Pero en Córdoba se produjo sí toda esta lucha muy masiva ligada a la problemática ambiental. Por eso habría que hablar de las Córdobas, en plural, porque resulta muy difícil clasificar todo bajo la grilla del nombre Córdoba. Por eso insisto en traer la frase de Aricó, de ciudad de frontera, porque esas fronteras son porosa y permite esa circulación entre las campañas de la Iglesia y los mamelucos de los trabajadores, y ahora se le suma todo el fenómeno evangélico y toda esa mezcolanza que es muy linda también, a pesar de que uno pueda decir: “que conservadora es esta provincia”. Esta amalgama de sentido común, como diría Antonio Gramsci, está presente en todos lados, obvio, pero tal vez en Córdoba resulta más notoria.


Este martes, 30 de mayo, estarás participando de una serie de actividades. ¿De qué se tratan?

Sí, hacemos unas jornadas desde la Asociación de Estudios del Trabajo, la Universidad Nacional de Villa María y la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba. Una de ellas es junto a la Casa de los Trabajadores también, en la que estarán presentes protagonistas del Cordobazo pero también del Vivorazo, que acontece dos años después: Carlos Masera, Secretario General del Strac; Taurino Atencio, de EPEC; Carlos Scrimini, entonces Secretario General de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) y Soledad García, una militante y docente siempre presente en las luchas. Y más temprano se va a realizar una mesa-debate donde estarán presentes protagonistas de experiencias de lucha y organización de los trabajadores en la actualidad. La idea es sobre todo pensar en la dinámica de articulación que se puso de relieve en el Cordobazo, a diferencia de ahora en donde prima la dispersión

¿Qué pasa con los aniversarios? ¿No te da la sensación de que siempre se termina cayendo en un gesto nostálgico?

Es probable. A mí me parece que los aniversarios pueden ser propicios para preguntarse por los posibles puentes que pueden establecerse entre el hoy y lo que pasó, por lo que se quebró, en fin, para pensar una sociología histórica, de comparaciones, no tanto para caer en la nostalgia sino para analizar la correlación de fueras en cada momento y que eso nos permita pensar estrategias presentes. Por ejemplo, esta cuestión del protagonismo de las bases puede ser un hilo conductor entre aquella gesta de hace 48 años y el ahora. Por ejemplo, hace unos años, cuando presentamos el libro El torno y la molotov con obreros de Volkswaguen, y más que sentir lo que leían como algo lejano en le tiempo, se sentían identificados con ellos mismos, con sus prácticas. Y eso me parece que está bueno, que estas efemérides dan para pensar. Este año tenemos los 100 años de la revolución rusa, los 150 años de la primera edición de El capital, y como dice Aldo Casas desde el título de su último libro, vos lees a Karl Marx y decís “sí, este tipo es nuestro compañero”, porque es muy contemporáneo. Y si uno piensa el Soviet como experiencia colectiva de insurrección es muy plausible de retomar, porque cuando las izquierdas se entrometen tanto con la cuestión electoral pierde esa dimensión de lo insurreccional, que es lo que permite que la historia tenga una fuerza, una dirección.

*Nota publicada en revista Zoom.

Compañero Iván: Palabras para Roqué a 40 años de su caída en combate


(extracto del libro Montoneros silvestres)*

Por Mariano Pacheco


A principios de abril, cuando Roberto Perdía sale del país rumbo a México con la intención de viajar desde allí a Italia y presenciar el lanzamiento del MPM en Roma, Julio Roqué (Lino) queda en Argentina como único integrante de la Conducción Nacional en el territorio. «Dentro de la Conducción, nuestra idea era ir produciendo recambios constantes, para mantener una presencia dentro del país y tratar de sostener los distintos niveles de conducción pero reduciendo la exposición al ataque represivo», cuenta Perdía en el ya mencionado Montoneros. El peronismo combatiente en primera persona.
El 29 de mayo de 1977, acorralado en una casa situada en la calle El Ceibo Nº 1.276, en el corazón mismo de la localidad bonaerense de Haedo, Lino muere luego de un intenso combate contra las fuerzas del Ejército. Tenía entonces 36 años y era padre de tres hijos: Iván, María Inés y Martín1.
«Este golpe, junto con la caída en el país de Arrué2 —licenciado en Economía— contribuyó a desarticular el funcionamiento orgánico, se produjo una ruptura de los distintos vínculos de comunicación y, bajo esas condiciones, muchos compañeros mantuvieron solamente sus conexiones con los más cercanos, se exiliaron o dejaron la militancia», agrega Perdía.
Nacido en Córdoba el 22 de junio de 1940, Roqué realizó estudios en el Seminario Mayor. Fue docente secundario y, más tarde, rector en un colegio de enseñanza media. Se licenció en Ciencias de la Educación y en 1966 fue uno de los fundadores de los «Comandos de Resistencia Santiago Pampillón», primero, y de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), después. Desde entonces, en la militancia comenzaron a llamarlo «Iván Roquín», «Lino» o «Mateo». Recibió instrucción militar en Cuba, y quienes lo conocieron aseveran que era un tirador con gran puntería. Fue detenido en febrero de 1973 por la dictadura lanussista. Tres meses después recuperó su libertad junto con cientos de presos políticos, tras la amnistía decretada por el presidente Héctor J. Cámpora. Se casó primero con Ana María Rodríguez, maestra de la escuela parroquial San Francisco de Asís de Córdoba, y tiempo después, ya metido en la militancia al cien por cien, con Gabriela Yofré3.
Aquel 29 de mayo de 1977, en un nuevo aniversario del «Cordobazo» y el «Aramburazo»4, en el Día del Ejército Argentino, aquel hombre cercano a los 40 años combate durante horas, hasta quedarse sin municiones. La casa misma se transformó en un botín de guerra para los militares. El intento por desalojarla o «hacerse» del lugar les resultó imposible. Luego de ser bombardeada con una tanqueta y ametrallada desde el aire con un helicóptero artillado, una bomba detonada por Roqué hizo explotar la vivienda, con él adentro. Lino ejerció su último deseo antes de morir: no entregarse con vida ante sus enemigos; y dificultar la identificación de su cuerpo.
Toda la documentación que comprometía a la organización (e incluso la vida de algunos de sus militantes), se evaporó con la bomba activada desde adentro.
«Descubrir el dolor ajeno y sentirlo como propio es el primer paso para convertirse en revolucionario; desconfiar de las apariencias y buscar tenazmente la verdad, el segundo paso; vencer el miedo, el tercer paso. Yo recuerdo exactamente cuándo comencé a convertirme en un revolucionario. Fue un día de invierno muy frío, en que un compañero de la escuela primaria se cayó casi congelado en la puerta del edificio donde estaban las aulas. Yo tendría 8 o 9 años. Vi que ese chico tenía sólo el guardapolvo escolar encima de una camisa rotosa. De pronto sentí una profunda vergüenza por mis ropas abrigadas, por mis zapatos y medias de lana. Sentí como si yo le hubiese quitado la ropa a ese chico. Su frío fue para mí un sufrimiento concreto. Sus manos y su cara morada y sus articulaciones rígidas me espantaron como la misma muerte. “Todos somos iguales ante la ley”, decía la maestra. Recuerdo que por esa fecha me empezó a parecer estúpido ser iguales para la ley, y no estar igualmente abrigados para aguantar el frío que era un problema mucho más inmediato y concreto. “Los argentinos somos ricos porque la Argentina es un país riquísimo” seguía diciendo la maestra y citaba largas listas de producción de trigo, carne, azúcar y ventajosas ubicaciones en los rankings de producción en los países del mundo. Sin embargo, yo conocía compañeros que no comían nada antes de caminar los cinco kilómetros que los separaban de la escuela, y que aguantaban el hambre hasta la tarde con una batata asada que les daban sus padres al salir de su casa. Esos padres trabajaban cultivando enormes trigales y cuidando centenares de vacas y no tenían más que una batata para darles a sus hijos. La riqueza estaba allí, sin ninguna duda, pero los que la creaban con su trabajo no eran tan ricos como decía la maestra».
Éstas fueron las palabras que Lino Roqué dejó sentadas en una carta que escribió a sus hijos, sabiendo que en cualquier momento podía morir, y no habría chance de despedidas.

*Mariano Pacheco, Montoneros silvestres (1976-1983). Historias de resistencia a la dictadura en el sur del conurbano, (Planeta, 2014)

NOTAS:
1. Radicada en México, María Inés Roqué dirigió en 1995 y estrenó en Buenos Aires en 2004 el documental titulado Papá Iván, donde recrea la vida del combatiente montonero.

2. Cuando cayó en manos de una «patota» del Ejército, en junio de 1977, Horacio Arrué («Pablo Cristiano», como se lo conocía en la militancia) tenía 31 años. Era entonces miembro del Secretariado Nacional de Montoneros. Se sabe que el Grupo de Tareas que lo secuestró en el barrio porteño de Retiro pertenecía a Campo de Mayo. También que, a pesar de haber sido torturado salvajemente, no entregó ninguna información. Aún permanece desaparecido.

3. Militante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), primero y de Montoneros después, «Mecha» como le decían en su familia, «La Ratita», como la llamaba Roqué, fue detenida en Rosario, acusada de integrar el comando que ajustició al general Juan Carlos Sánchez el 10 de abril de 1972. El 25 de mayo de 1973 recuperó su libertad, luego de la amnistía decretada por el presidente Héctor J. Cámpora. El 28 de octubre de 1976 fue secuestrada por un Grupo de Tareas cuando caminaba por la calle y trasladada a la ESMA. Aún permanece desaparecida.

4. Firmado por el «Comando Juan José Valle» y dirigido «al pueblo de la Nación», el Comunicado Nº 1 de Montoneros informa que el 29 de mayo de 1970, Pedro Eugenio Aramburu —sobre quien pesan «los cargos de traidor a la patria y al pueblo y asesinato en la persona de veintisiete argentinos»— fue «detenido» con el fin de ser sometido a un «juicio revolucionario». Días más tarde la organización, a través de otros cuatro comunicados, va informando del «proceso». Las resoluciones son conocidas: el «Tribunal Revolucionario» resuelve condenar al ex presidente de facto a ser «pasado por las armas» y «dar cristiana sepultura» a sus restos, sin ser entregados a su familia hasta tanto no sean devueltos al «Pueblo Argentino» los restos «de su querida compañera Evita». Presentados en sociedad, los Montoneros llaman a la «resistencia armada por una Patria Libre, Justa y Soberana».

miércoles, 17 de mayo de 2017

¿Cómo se mueven las fichas en la provincia que consagró a Macri?


Córdoba amarilla: bipartidismo y el tercero (¿en discordia?)*

Por Mariano Pacheco
 
Radiografía del escenario pre-electoral en la provincia donde Cambiemos obtuvo el 70% de los votos en el ballotage.

¿Qué se juega en Córdoba en las elecciones de este año, más allá de los diputados y senadores que se renuevan? No es que la provincia de Deodoro Roca y Agustín Tosco tenga algo especial que la diferencie del resto de distritos del país, pero no puede obviarse que Cambiemos se juega parte de su capital político en este resultado, porque fue la Córdoba de José Manuel De la Sota la que “desempató por penales” la última elección que llevó a Mauricio Macri al sillón de Rivadavia, al decir de Alexis Oliva (periodista político, profesor de la Cátedra de Periodismo de Opinión de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la Universidad Nacional de Córdoba), quien en diálogo con este cronista destacó el hecho de que los votos que la actual coalición gobernante obtuvo en el ballotage no los aportó el PRO (prácticamente inexistente en la provincia), ni el radicalismo del “milico” Oscar Aguad sino el “peronismo delasotista”, amén de la ya elucubrada hipótesis de la “traición de los barones del Conurbano”.
De allí que la “bajada” de José Manuel no haya sorprendido a tantos. Ahora el justicialismo provincial se debate en torno a quién encabezará la lista delasotista, aunque también allí la sorpresa no es tan grande. El nombre que más suena es el del ex intendente de San Francisco y actual vicegobernador Martín Llaryora, integrado al “cordobesismo” en 2013, tras su derrota en las internas y luego de haber amagado con armar por fuera una “renovación” del peronismo provincial.


Un escenario polarizado
Todo parece indicar que, así como desde hace dos décadas el escenario político provincial aparece polarizado entre la Unión Cívica Radical (UCR) y Unión por Córdoba (nombre cordobés del peronismo que nuclea formalmente a la Democracia Cristiana y al Partido Justicialista), este año la elección nacional de medio término se polarizará entre la alianza Cambiemos (PRO+UCR+sectores del peronismo) y Unión por Córdoba (UpC).
Para muchos que De la Sota no encabece la lista de candidatos a diputados, tal como había anunciado, responde a un nuevo pacto entre el ex gobernador y el actual, que en los últimos meses, se rumoreaba, se había quebrado. Ex candidato por el Frente Renovador liderado por Sergio Massa, José Manuel venía esbozando críticas a la gestión nacional amarilla, mientras que Juan Schiaretti se venía colocando en el lugar de “gobernador amigo” del presidente. Al bajarse de la candidatura, Cambiemos tendría “vía libre” para arrasar nuevamente en Córdoba.
Para otros, sin embargo, la estrategia de De la Sota responde a una jugada más inteligente: por un lado, preservarse para intentar (nuevamente) presentarse como la figura del peronismo para disputar la presidencia en 2019, sin ningún revés electoral anterior (De la Sota no sólo perdió en las PASO del año pasado frente a Massa, sino que –según evaluaban en su entorno-- también podría haber perdido frente a Cambiemos si además del voto radical cautivo la coalición amarilla disputara las elecciones con el discurso de “la nueva política” frente a la vieja que gobierna desde hace dos décadas); por otro lado, y en relación con lo anteriormente mencionado, la jugada incluiría proyectar ya desde el 17 una posible figura para el recambio en la gobernación en el 19 (Llarllora no sólo puede ser la cara de la renovación del peronismo cordobés frente al discurso macrista de la vieja política, sino también la “cara joven” del cordobesismo frente al discurso radical, que en una de sus fracciones, viene promocionando la figura del actual intendente de la capital, el joven Ramón Mestre –hijo-- para disputarle al peronismo la gobernación en 2019).
Por eso para Ricardo Vissani (legislador provincial electo en 2015 por el kirchnerismo, actualmente integrante del bloque legislativo de UpC) seguramente lo que primará en el peronismo será priorizar la “estrategia cordobesista”, esa que “tan buenos resultados ha dado en las últimas dos décadas” (en concreto esto se expresaría en una fórmula de UpC como expresión local del peronismo y no del Frente Renovador). Para Vissani (principal dirigente provincial del Movimiento Evita), es probable que no se realicen internas y que se logre un acuerdo en el cual Llarllora encabece la lista, luego siga Alejandra Vigo (mujer del actual gobernador) y en tercer lugar un “hombre del delasotismo”. En ese marco, la fuerza dirigida por Emilio Pérsico buscará hacer pesar su desarrollo territorial, sobre todo en la capital, para obtener algún espacio dentro de las listas que les permita expresar sus propias posiciones. “Nuestra estrategia en este momento defensivo y tras la derrota electoral de 2015 es clara: unificar el peronismo frente a Cambiemos para que el macrismo padezca en Córdoba un revés político luego su gran triunfo en la última elección”, remata Vissani.
Cambiemos, por su parte, seguramente no se mostrará indiferente al accionar de De la Sota. Según trascendidos hasta el momento previo a que José Manuel declinara su postulación, el candidato amarillo para encabezar la lista iba a ser Héctor Baldassi, “La Coneja”, quien hizo su pasaje del ámbito de los deportes al de la política en 2013, cuando bajo el lema del animal hizo campaña sólo recordando que así lo apodaron durante los primeros años de su vida, porque su madre le había bordado una coneja en su bolsita del jardín de infantes. El ex árbitro de fútbol es uno de los cuatro diputados Pro, de los diez de Cambiemos (cinco son radicales y uno de la Coalición Cívica), sobre un total de 18 parlamentarios cordobeses. El Pro también cuenta con tres legisladores provinciales más seis aliados del Frente Cívico, que le suman nueve bancas a las 21 que tiene Cambiemos (11 son radicales) en la Unicameral, un número nada despreciable para una fuerza que tiene apenas unos años de existencia, frente a un partido centenario como la UCR.


Las tribus K
En la primera nota publicada por este cronista en Revista Zoom, hace ya casi un año, decíamos que el kirchnerismo en Córdoba se caracterizaba por su lógica de tribus.
Tras el pasaje del Movimiento Evita a Unión por Córdoba, primero, y luego del desprendimiento de un sector de La Jauretche que dirige el ex secretario nacional de Derechos Humanos Martín Fresneda, también hacia el oficialismo provincial, el kirchnerismo ha quedado aún más debilitado de lo que ya estaba, en una provincia en la que no pudo prácticamente hacer pie durante todo la “dácada ganada”. Las excepciones fueron dos: en 2011, cuando De la Sota bajó su lista y en 2013, cuando el Frente para la Victoria se posicionó como fuerza con la candidatura de Carolina Scotto, quien apenas llegó a cumplir un semestre como diputada y repentinamente renunció a la banca, cuando todos pensaban que sería la kandidata a gobernadora para disputarle el feudo a De la Sota.
En la actualidad este espacio cuenta con la personería para presentarse a las elecciones, pero está integrado por una cantidad numerosa de pequeños grupos y su presencia social es escasa, con excepción del Sindicato Único de Recolectores de Residuos y Barrido de Córdoba (Surrbac) y La Bisagra, histórica agrupación estudiantil de la UNC que hoy es parte de la Federación Universitaria de Córdoba (FUC) en alianza con otros sectores como Patria Grande, pero que tampoco se sabe con exactitud si jugarán en el plano electoral.
Por otra parte, bajo el nombre de Córdoba Podemos, el kirchnerismo cuenta con un bloque de cinco legisladores provinciales en la Unicameral: Fresneda, Vilma Chiappello, Liliana Montero (el alfil más lúcido del juecismo antes de que Luis Juez saltara trincheras hacia el macrismo), Carmen Nebreda y Franco Saillén, el hijo de Mauricio, secretario general del Surrbac, único sindicato en la provincia dirigido por un kirchnerista. Se dice que Mauricio podría “hacer jugar” el peso de su sindicato, el hecho de haber sido uno de los sectores que “más bancaron los trapos” cuando Scotto encabezó la lista del FpV en 2013 y el hecho de contar desde entonces con presencia territorial en determinados barrios, además de haber convocado el 6 de abril a la única movilización sindical que se realizó en Córdoba en el marco del paro nacional (junto a ATE, pero con una clara hegemonía de los basureros, cuyas banderas alegaban ser parte de la “CGT Nacional y Popular”).
En el Congreso de la Nación el kirchnerismo aún cuenta con dos de las tres bancas que obtuvo en la última elección (uno, Andrés Guzmán del Movimiento Evita) migró al bloque del Peronismo para la Victoria.
Por fuera de lo anteriormente mencionado, se encuentran otros actores kirchneristas, como Eduardo Accastello, quien permaneció al costado del escenario político en estos meses, seguramente intentando recuperarse del (otra vez) fracaso electoral de 2015. Para mucho, “Eduardo ya está jubilado”, pero en el peronismo nunca se sabe… Como sea, Accastello intentó en varias oportunidades, por dentro o por los bordes del PJ, disputar la gobernación, pero nunca le fue bien, más allá de haber sido elegido intendente de Villa María en 1999, 2007 y 2011 y haber logrado que fuera allí el único lugar de Córdoba en donde el kirchnerismo alcanzó mayoría en las elecciones de 2013.


Quien sí, aunque con un perfil bajo, se encuentra hoy mejor posicionado, es Martín Gill, compañero de fórmula de Scotto en 2013, cuando fueron ambos electos como diputados nacionales por Córdoba. Con 44 años Gill cuenta en su haber una trayectoria que se remonta a sus años de militancia en la Acción Católica, haber sido secretario de Gobierno de la Municipalidad durante la gestión de Nora Bedano (2003-2007) y haber resultado electo en 2015 Intendente de Villa María. Antes había sido dos veces rector de la Universidad Nacional de Villa María (UNVM), electo en 2007 y 2011, y luego secretario de Políticas Universitarias de la Nación y presidente del Consejo Interuniversitario Nacional. Quien alguna vez se definió como un “político con perfil académico” cuenta además con la carta bajo la manga de recordar siempre lo mucho que ha crecido la UNVM en los últimos años. Bajo su gestión como rector la UNVM llegó a “expandirse” a La Docta, abriendo una sede en la capital con carreras como Sociología o Ciencias Políticas, ausentes en la UNC. Pero hasta el momento, Gill parece proyectarse en silencio desde su rol en la gestión.
Respecto de los comicios que se avecinan, Martín Fresneda aseguró, en diálogo con Zoom, que durante estos meses vienen trabajando en la posibilidad de conformar un frente popular más amplio, con aquellos sectores progresistas que están por fuera del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) y que busquen romper el intento de polarización entre Cambiemos y UpC. “Hay que empezar a construir un programa provincial de un espacio plural, nacional y popular que pueda presentarse como alternativa para Córdoba”, aseguró el ex secretario de Estado. Lucia Galara, de Nuevo Encuentro, comentó por su parte que desde dicha fuerza política entienden que el FpV “debe ampliar su armado e incluir a sectores populares que hasta ahora no venía incluyendo”. También destacó que “las candidaturas del proyecto nacional y popular en Córdoba deben representar a los militantes que están en los territorios y a las jóvenes dirigentes del espacio”. “Vemos con preocupación que en todos los espacios políticos de Córdoba se privilegia siempre, a la hora de las candidaturas, a dirigentes de 50 años o más impidiendo el recambio generacional”.

La izquierda y más allá (o más acá)
Lo que parece estar en disputa, otra vez, es quien se queda con la novena banca. En 2013 ingresó el radical Diego Mestre, luego de que el FIT denunciara fraude. Entonces pudo haber entrado Liliana Olivero, referente histórica de la izquierda cordobesa. Hoy el FIT irá a disputar nuevamente ese lugar. Así lo confirmó a este medio Laura Vilches, del Partidos de los Trabajadores Socialistas (PTS), una de las tres actuales legisladoras provinciales de dicha fuerza. Este jueves, junto a Nicolás del Caño, lanzarán su pre-candidatura junto con la de su compañero Javier Musso. “En estos momentos se está avanzando en conversaciones a nivel nacional para lograr un acuerdo de los tres partidos que integran el Frente para tener listas unitarias”, sostuvo Vilches, quien agregó que de no sellarse dicho acuerdo competirán en internas en Córdoba con otros dos pre-candidatos: Ernesto Sala, del Partido Obrero (PO) y Olivero, de Izquierda Socialista (IS).

 
También desde las mismas coordenadas ideológicas, la Izquierda al Frente por el Socialismo, que nuclea a los partidos Nuevo MAS y Movimiento Socialista de los Trabajadores (MST), está juntando avales para intentar presentar sus candidatos.
En las antípodas de este espectro político se encuentra Tomás Méndez, un hombre de la televisión que tras realizar algunos emisiones de su programa ADN dedicado al narcotráfico se lanzó a la política, siendo elegido concejal de la ciudad de Córdoba por el Movimiento ADN, con el cual este año se presentaría (al parecer en alianza con el socialismo y otros espacios) como candidato a diputado nacional.
Finalmente Patria Grande busca hacer su debut electoral en la provincia. En una alianza establecida entre este movimiento (que tiene desarrollo sobre todo en el sector universitario dentro de la UNC y la UNVM) y con Martín Fierro (con base en la zona de Calamuchita y Traslasierra) y la Corriente La Colectiva (que se encuentra sobre todo en las zonas de Paravachasca, Villa María y Sierras Chicas), han lanzado ya la pre-candidatura de Cecilia “Checha” Merchán, histórica militante cordobesa que se inició en el otrora movimiento Patria Libre, que tuvo su paso por el kirchnerismo (fue diputada del FpV entre 2007 y 2011) y que, en los últimos tiempos, permaneció con su grupo trabajando las problemáticas y temáticas de género y diversidad sexual. En conversación con Zoom Merchán aseguró que están cerca de conseguir los avales para la personería jurídica de Patria grande y que vienen conversando con prácticamente todos los sectores políticos que se encuentran por fuera del bipartidismo (Cambiemos y UpC) y el FIT, en la búsqueda por construir un espacio amplio que dirima las candidaturas en las PASO. “Hablamos con el Frente para la Victoria y con cada sector del kirchnerismo en particular, con Unidad Popular que conduce Víctor De Genaro, con ADN”, aseguró Merchán, para quien todavía “está todo muy abierto respecto de las posibilidades de obtener la famosa novena banca, ya que dependerá de cómo se llegue a la elección, y hasta el momento ningún espacio es demasiado claro”. Finalmente, “La Checha” remarcó que “lo importante es construir una fuerza política pujante, no un flan que solo busque meter un diputado, porque lo que vayamos construyendo este año servirá de base para 2019, para forjar una identidad y un proyecto que dispute y se salga del lugar en donde De la Sota quiere colocar a todos los espacios, que es que vayamos todos diluidos en el peronismo o fragmentados”.


Cordobesismo al palo


Alexis Oliva, periodista con amplios conocimientos del peronismo cordobés, insiste en remarcar el hecho de que De la Sota sea no solo un gran orador, sino un político con carrera en la gestión y mucha experiencia política. “Por más que su proyecto neoliberal no sea tan diferente del que Macri está llevando adelante para el país y de que a De la Sota le haya ido mal en sus intentos por proyectarse nacionalmente, no quiere decir que no se repare en esta situación de que es el hombre que, desde hace veinte años, tiene la capacidad de hegemonizar todo el espacio político de la provincia. Algunos lo dan por jubilado, o por jubilarse, pero no estaría tan seguro”. Oliva, que supo ser secretario de redacción de la edición Córdoba del diario El Argentino, caracteriza José Manuel, permantemente, en términos futbolísticos. “Es un tipo capaz de gambetear todos los costos políticos”, dice, y recuerda que De La Sota sorteó los costos políticos del motín del penal de San Martín, en 2005 (la que caracteriza el “Cromañón cordobés”), y también del acuartelamiento policial de dciiembre de 2013, que tuvo dos muertos en la provincia, pero cuya situación desató una inestabilidad política que se cobró la vida de otras 18 personas en el resto del país. “Y al año siguiente lanzó su pre-candidatura en todo el país con el slogan Un país más seguro, un país más estable”.

*Nota publicada en revista Zoom.

martes, 9 de mayo de 2017

Un período de transición, caos e incertidumbre


Apuntes para repensar la coyuntura. Parte I: Análisis*


Por Mariano Pacheco

La nueva situación política mundial no hace más que poner en evidencia como se profundiza aún más la “crisis civilizatoria” que como humanidad venimos atravesando. La asunción de Trump en el gobierno de Estados Unidos abre un período de transición, caos e incertidumbre a nivel internacional del que ningún país puede sentirse ajeno en este mundo globalizado que habitamos.

 En América Latina, por su parte, el cambio de gobiernos muestra no sólo un claro avance de las gestiones de derecha, sino además los límites de los modelos “progresistas-neodesarrollistas”. Así y todo, el continente sigue siendo dentro de la geopolítica mundial el lugar más interesante respecto de la producción de novedades políticas. Pero se impone ahondar en un interrogante: ¿Cómo quedan las experiencias populares de cada país tras una década o más de este tipo de gestiones de Estado?
Las experiencias nacionales tienen cada una sus particularidades, pero en el trazo grueso, en ningún país los movimientos sociales de base se ven fortalecidos como para enfrentar la ofensiva conservadora en curso.
En Bolivia se ha quebrado el “pacto de unidad” que sostenía el respaldo de las principales organizaciones al gobierno de Evo Morales y García Linera, encontrándose en una situación difícil de permanente hostigamiento hacia la figura de Evo, con todo lo que simbólicamente implica (por ser el primer presidente indio del país). En Venezuela el proyecto chavista de “Comuna o muerte”, de avances hacia el socialismo se ve jaqueado día a día por la crisis económica y los embates de las derechas internas apoyadas por el imperialismo. En ambos casos, debería se posible, para las izquierdas, sostenerse en la incómoda y difícil situación de defender esos gobiernos ante los ataques de los poderes mundiales y sostener una distancia crítica que marque los errores cometidos y los límites que han expresado, cada uno a su modo, tanto el proceso de cambio boliviano como la revolución Bolivariana venezolana.
En Colombia sigue abierto el interrogante de qué pasará con los movimientos populares en el proceso de paz entre el Estado y las guerrillas que se viene abriendo, más allá del revés táctico padecido por las fuerzas revolucionarias tras la derrota del referéndum. Está claro, al parecer, que el proceso avanza en un camino hacia una “salida política” (y no militar) del conflicto, tras medio siglo de enfrentamientos en donde ninguna de las fuerzas en pugna pudo imponerse sobre la otra.
Finalmente, desde perspectivas totalmente diferentes, están esas dos experiencias (las más antiguas de este nuevo ciclo de luchas en el continente), que persisten a pesar de sus problemas: tanto el Movimiento de los Trabajadores Rurales Sin Tierra (MST), en Brasil, como el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) en México, siguen allí, con décadas de acumulación política. En el primer caso han tenido a la largo de estos años serias dificultades para establecer un nexo más orgánico entre las realidades del campo y la ciudad (aún rentando militancia y poniendo recursos para desarrollar nuevas organizaciones urbanas afines) y toda su apuesta por el Partido de los Trabajadores (PT) los ha debilitado, sobre todo teniendo en cuenta la crisis que atraviesa ese partido en los últimos tiempos, pero a su vez, siguen sosteniendo muchas de sus experiencias de autogestión y formación, y su intervención en el marco de La Vía Campesina Internacional es inigualable en términos de articulación mundial de experiencias populares. El zapatismo, por su parte, nunca pudo traspasar las fronteras del sureste mexicano, y su sostenimiento se ha producido en un contexto de exterminio y muerte generalizado en el país. Pero a pesar de no haber podido estructurar una salida para todo México (cómo han intentado en distintas oportunidades y han planteado desde su nacimiento), sí han logrado fortalecer interesantes experiencias situadas, y en los últimos tiempos, han mostrado una gran capacidad de renovación de sus bases a través de la incorporación de las nuevas generaciones y, sobre todo, han sido de los pocos que en el mundo insisten en la necesidad de discutir ideas, de poner en cuestión el sentido común capitalista.
En el medio, entre algunas de las políticas de Estado más de avanzada y las construcciones de autonomía desde abajo y a la izquierda, la articulación de Movimientos Sociales hacia el ALBA sigue siendo la herramienta de articulación continental más estable, duradera y con mayores condiciones de hacer efectivo un internacionalismo que empiece por trazar líneas de solidaridad e intercambio en la Patria Grande.
Más alejado en términos geográficos y de universos simbólicos, sin embargo, siguen pujando por sostenerse y ampliarse experiencias de poder popular a las que abría, tal vez, que prestarle más atención: el confederalismo democrático en el Kurdistán; la experiencia de la izquierda abertzale (país Vasco); Hamas en Palestina y Hezbolá en el Líbano se constituyen en cuatro experiencias de estudio vitales para repensar las políticas de transformación en el siglo XXI.


Cambiamos y nos fue como el orto, pero se abren nuevas perspectivas de lucha y organización
El primer semestre de Mauricio Macri en la gestión del gobierno nacional dejó a las organizaciones sociales y sindicales “culo al norte”, como se dice popularmente. Se dijo que había que pasar el invierno, y algo de eso hubo. Tras la ofensiva de despidos y precarización de la vida los sectores populares quedamos casi sin capacidad de reacción, pero luego de la “Marcha Federal” y la de “San Cayetano”, aparecieron con fuerza viejos movimientos corridos de la escena durante la década anterior, otros nuevos, más otros reconfigurados. Por otra parte, el mundo sindical, como era de esperarse, entró en un proceso de profundas mutaciones en gran medida por cómo se vieron afectadas las bases asalariadas por las políticas económicas del gobierno de Cambiemos. Incuso en algunos lugares se lograron reincorporaciones de despedidos, pero la tendencia de la ofensiva oficial era a “ir por todo” (despidos, suspenciones, reducción de personal, veto a leyes favorables a las empresas recuperadas, etc). El aumento de tarifas, la suba generalizada de precios y el estancamiento de los salarios genera cada día mayores descontentos sociales y el inicio del año con la pulseada del gobierno con el gremio docente pareció mostrar que, lejos de todo pronóstico por ser un año electoral, el gobierno está dispuesto a no ceder, e incluso, parece reafirmar posiciones mostrando vetas cada vez más autoritarias y represivas (represión en Panamericana el 6 de abril en el marco del paro nacional decretado por la Confederación General del Trabajo o la represión a los docentes que intentaron montar la “Carpa intinerante” frente al Congreso tres días después).
Así y todo, la capacidad de impugnación popular ante este acelerado y crecientemente proceso de ofensiva neoliberal ha ido creciendo. No es menor en este sentido el papel jugado por las y los trabajadores de la economía popular, que lograron tras la presión en las calles la Ley de Emergencia Social (que garantizaron “fiestas en paz” y “gobernabilidad” para el macrismo, es cierto, pero que también habilitaron una mayor capacidad de organización y movilización del sector). Tampoco fue menor el proceso abierto por las luchas de las mujeres: primero el masivo XXX Encuentro Nacional de Mujeres en Rosario, la convocatoria a un Paro Nacional de Mujeres después y finalmente el Paro Internacional de Mujeres, en clara continuidad con las grandes movilizaciones abiertas por la experiencia del denominado “Ni Una Menos”, que logró transformar esta histórica lucha en un inmenso movimiento social que no sólo dinamiza las discusiones de género en el conjunto social sino que mete presión a otras dinámicas (como las del sindicalismo machista y burocrático).
Respecto de la política más tradicional, la paralización del Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) luego de las elecciones, la proliferación de apuestas electorales de izquierda (Frente del Nuevo MAS y el MST más otros varios armados de la “izquierda popular”), el corrimiento del Movimiento Evita a un “peronismo puro y duro” y la ausencia de inserción social de masas del kirchnerismo (que paradójicamente cuenta con la figura de Cristina con un piso de intención nada despreciable para ese tipo de armados), desplazaron la “oposición política” a las dinámicas del conflicto social (proceso que puede leerse en una serie que va desde las “Plazas de Kisiloff” y las “Caravanas en Defensa de CKK” hacia la proliferación de movilizaciones de docentes, estatales, comerciantes, precarios, etcétera).
Con el comienzo de la “carrera electoral”, en el que muchas fuerzas dedicarán mucha o toda su atención al tema, la conflictividad social y algunos planos de unidad en la lucha reivindicativa alcanzados hasta el momento pueden entrar en una meseta. En principio (y por principios), las diferencias en el plano electoral no deberían poner en riesgo las posibilidades de coordinación en otras dimensiones, pero suele suceder que una interferencia en un plano repercute sobre el otro.
Por otra parte, sabemos, los gobiernos se incomodan pero no se sobresaltan si las luchas reivindicativas quedan sólo allí. Por eso se impone pensar en políticas de articulación popular multisectorial más allá de las libradas por cada sector, en el camino de construir, alimentar, masificar y potenciar la resistencia popular antineoliberal.

*Nota publicada en el periódico Resumen Latinoamericano.

martes, 2 de mayo de 2017

Entrevista a Miguel Mazzeo


Cooke sigue siendo una figura herética, inaceptable, intolerable”


Por Mariano Pacheco


El historiador y ensayista Miguel Mazzeo repasa los argumentos que lo llevaron a, nuevamente, volver sobre la figura de John William Cooke para repensar la historia del peronismo, pero también las tareas de una política emancipatoria en la actualidad Latinoamericana.


Manuel reacciona al diagnóstico pesimista. Está convencido de que el tiempo muda”, escribió Miguel Mazzeo en el prólogo a El tiempo y sus mudanzas, última novela escrita por Manuel Suárez, publicada en 2004, momento bisagra de la Argentina. Mazzeo –nacido en 1966 en Lanús, donde se crió y donde actualmente reside-- ya había publicado para entonces varios libros: Volver a Mariátegui (1995), Cooke de vuelta (el gran descartado de la historia), y Textos traspapelados de John William Cooke, libros que compiló y presentó en 1999 y 2000, publicados -ambos- por la editorial La rosa blindada que dirigía José Luis Mangieri. También había publicado Dioses fracasados. Apuntes sobre los procesos de la globalización neoliberal (2003) y Piqueteros. Notas para una tipología (2004). Pasados los años el autor avanzaría en la línea de contribuir a la autocomprensión y autoproyección de los movimientos sociales emergentes (sobre todo aquellas organizaciones populares adscriptas a la denominada “corriente autónoma”), pero no por eso dejaría de releer y seguir estudiando a quienes al parecer se le presentaban como dos obsesiones: Mariátegui y Cooke. Sobre el primero volvió hace unos años, con su libro El socialismo enraizado. José Carlos Mariátegui: vigencia de su pensamiento (Fondo de cultura económica, 2013) y sobre el segundo el año pasado, con El hereje. Apuntes sobre John William Cooke (El Colectivo, 2016). En el medio escribió su saga de ensayos ¿Qué (no) hacer? (2005) y El sueño de una cosa: introducción al poder popular (2007), junto con Poder popular y Nación. Notas sobre el Bicentenario de la Revolución de Mayo (2011) y Conjurar a Babel. La nueva generación intelectual argentina a diez años de la rebelión popular de 2001 (2012).
La inquietud por Cooke, sus lecturas durante los primeros años de su formación parecen haber marcado, dejado huellas. Sobre ese y otros temas conversamos en esta entrevista con revista Zoom.

Tus lecturas sobre Cooke han estado presentes desde muy temprano en tu formación. De hecho escribiste sobre él ya en los años noventa. ¿Por qué volver a Cooke ahora?


Creo que todo el tiempo me encontré volviendo a Cooke, ya que mi interés por él, como bien vos señalás, es de larga data. Incluso desde mucho antes de escribir, cuando comencé mi militancia, a principios de la década del ochenta. Y nunca fue un interés académico, sino político. Porque siempre pensé que en Cooke podía encontrar algunas de las claves para entender mi tiempo. Y creo que algunas encontré: las encontré en los ochenta y los noventa, pero también en los dos mil y ahora. Así que debo decir que su obra es permantemente revisitada por mí. Y no sé si diría que este momento tiene algo de especial en relación a los anteriores. Porque desde una perspectiva emancipadora su obra es insoslayable. Porque quien en la Argentina, concretamente, sostenga ideas en torno a un proyecto popular, liberador, necesariamente se encontrará con Cooke, tarde o temprano, es prácticamente una estación obligada. Tal vez sí, en los últimos años, algunos debates en torno a lo popular, a lo nacional, se hayan instalado con mayor fuerza nuevamente, y ahí Cooke –otra vez- tiene algo que decir al respecto.

La larga década que se fue tuvo una de sus improntas respecto de la reivindicación de figuras históricas ligadas al imaginario nacional y popular. Y si bien Norberto Galasso escribió ese voluminoso libro sobre Cooke, al parecer el “Gordo” no fue una de las figuras centrales de eso que se dio en llamar kirchnerismo… ¿O sí?

Comparto. Creo que lo que se produjo en los últimos años fue, simultáneamente, dos operaciones en torno a su figura. Estuvieron quienes intentaron rescatar al “joven Cooke”: el diputado, el que aun no es el precursor del peronismo revolucionario, un poco en contraposición al Cooke maduro. Y si bien yo no creo en las perspectivas evolucionistas, debo decir que hay, evidentemente, un proceso en el pensamiento de Cooke. Entonces, primero, tenemos esta operación, que como toda operación es arbitraria: rescatar al joven Cooke en contraposición del Cooke maduro que reivindica el socialismo. Por otro lado, lo que sucede es que predomina el olvido en torno a su figura, porque realmente creo que es una figura complicada, mucho más que otras, como Abelardo Ramos, o Juan José Hernández Arregui, que incluso estuvieron ligados al pensamiento marxista y que fueron de todos modos reivindicados durante la última década. Cooke sigue siendo una figura herética, inaceptable, intolerable.

 Si bien Cooke dio paso a la posibilidad de pensar en un peronismo revolucionario, lo hizo en un momento histórico determinado. Uno podría pensar que no siempre hubo condiciones históricas para pensar en un peronismo revolucionario. No sé si compartís, y en todo caso, te pregunto: ¿existen hoy condiciones históricas para que emerja algo así como una nueva izquierda peronista? ¿O esa denominación corresponde a un período histórico que ya está agotado?

Yo creo que ese período está agotado ya. Si el peronismo alguna vez albergó alguna potencialidad revolucionaria –y yo creo que efectivamente la albergó, y durante mucho tiempo- eso hace rato que no pasa. Podríamos tomar algunas fechas: Ezeiza, o la posdictadura. Como sea, creo que ya no, no alberga el peronismo de hoy potencialidades revolucionarias como sí lo hizo en las décadas del sesenta y del setenta, e incluso un poco antes. Es una perspectiva, obviamente, ya que es obvio que hoy hay muchas personas que piensan que sí el peronismo tiene posibilidades de regenerarse incluso al punto de articular una propuesta revolucionaria. Yo creo que eso hoy es inviable. El peronismo actual es un aparato, una gran maquinaria de poder más parecido al PRI mexicano que a otra cosa, y en el mejor de los casos lo que más puede dar es ser una administración progresista del ciclo económico, más cerca de una alternativa socialdemócrata que de una política revolucionaria.


Y desde esta perspectiva que señalás, pensando en el libro que escribiste: ¿pensas que le puede aportar algo a un militante peronista que todavía cree en esto que vos das por agotado o lo escribiste más pensando en otro tipo de lectores?

Yo creo que el libro trata de debatir con ese tipo de militancias, con quienes provienen de la corriente nacional y popular, quienes permanecen aún enrolados en las filas del peronismo, pero también con sectores de las izquierdas, con aquello que provienen de tradiciones que han negado históricamente a Cooke. Por eso yo hablo de Cooke como un hereje de dos iglesias: la peronista y la de izquierda, sobre todo de la más tradicional y dogmática. Porque negar la potencialidad revolucionaria del peronismo en la actualidad y tal vez de cara al futuro, no significa asumir esa condición en la mirada retrospectiva. Pero como decía el propio Cooke: si el peronismo no se convertía en una fuerza revolucionaria, la posibilidad de un final inglorioso estaba abierta. Creo que ese final inglorioso ocurrió. Pero insisto: respecto del pasado no, esa potencialidad revolucionaria existió. Entonces es interesante que el debate hoy siga abierto en ese sentido, respecto de los modos de interpretación de ese pasado, tanto con la izquierda (la más clásica) como con el peronismo, o las corrientes nacional-populares que no pueden digerir a Cooke. Porque el debate de fondo que se nos presenta es con qué imágenes históricas vamos a construir una política revolucionaria de aquí al futuro.

Bien, en ese sentido te preguntaría entonces si esto que decías no podría pensarse asimismo respecto de lo que pasó con la muerte de Fidel Castro, teniendo en cuenta el pasaje de Cooke por la Cuba revolucionaria de los años sesenta. 
 

Sí, bueno, evidentemente parte de esa izquierda (y digo una parte porque me vi sorprendido por posiciones que fueron históricamente críticas pero que al momento de su muerte no pudieron negar la talla de su figura), esos sectores tuvieron ante la muerte de Fidel la misma posición que tuvieron ante Cooke, o ante el Che incluso. Porque Cooke es un guevarista argentino, uno de los más importantes, sin por eso haber dejado de ser peronista. La forma de argumentar, la mirada que se tiene respecto de este tipo de figuras, son muy similares. Se les achaca lo que ellos consideran las mismas falencias. Siempre partiendo de alguna verdad prefabricada y negando los procesos históricos reales.

Por último y en función de esto último que venimos conversando, quería preguntarte sobre el trabajo crítico respecto del pasado, más allá de que tu labor está más ligada al ensayo que a la historiografía. Pero digo: tomando estos “Apuntes sobre John William Cooke” y toda la obra que has construido en torno al peruano José Carlos Mariátegui: ¿cómo consideras que juega un imaginario crítico del pasado en las actuales luchas de los movimientos sociales Latinoamericanos?

Bueno, en primer lugar tengo que decir que soy de los que creen que esos imaginarios son fundamentales. No pienso que se pueda construir una política revolucionaria, emancipatoria de cara al futuro, sin ellos. Y a veces creo que ese es uno de los déficit más grandes de las izquierdas, de aquellas que –para decirlo de un modo exagerado-- presentan un gran vacío entre la revolución rusa y la actualidad. Pero me parece que hay muchas organizaciones y movimientos que están intentando construir un imaginario propio. Y ahí no siempre aparecen las grandes figuras mas que en los procesos, en los momentos en donde el pueblo fue el gran protagonista. Y ahí en todo caso el gran hombre, la gran mujer, cobra peso si está asociada a un proceso popular. En ese sentido Cooke tiene mucho que aportar. Porque fue alguien ligado a un gran proceso de resistencia popular, como lo fue la resistencia peronista y una figura ligada a las bases. Y de la mano de esto hay que decir que los imaginarios históricos deben estar en relación con los nuevos imaginarios. Porque de nada sirve traer al presente un imaginario que fue eficaz hace treinta o cuarenta años para trasladarlo a la actualidad. Parece que hay mucho que desde hace cuarenta años escriben el mismo libro. De lo que se trata en todo caso es de recrear, porque finalmente, recrear es crear.

*Nota pulicada en revista Zoom.