martes, 27 de julio de 2010

De autores y editores. Por: Fernando Stratta

A propósito del libro de Mariano Pacheco

Escribir unas líneas para presentar De Cutral-Có a Puente Pueyrredón. Genealogía de los Movimientos de Trabajadores Desocupados, el trabajo de Mariano Pacheco, resulta difícil por una sencilla razón: el libro fue publicado hace poco más de dos meses y, en ese tiempo, lleva más de quince presentaciones por distintos lugares del país. Una veintena de compañeros y compañeras, docentes y militantes, arrastrados por el entusiasmo del autor por difundir el trabajo, han realizado una lectura de este libro para acompañar los pasajes más auspiciosos y discutir las tesis más descabelladas.
Mi intención, por lo tanto, es buscar un resquicio de originalidad para pensar el trabajo. En vistas a ello, el hecho de formar parte del colectivo editorial en donde se gestó el libro me permite cierto acercamiento que voy a tratar de aprovechar en estos pocos párrafos. Voy a presentar entonces el libro no como analista o lector, sino como editor.


Cómo se inventa una editorial (Manual para perdedores)

La historia de este libro data de los orígenes del proyecto editorial. Sin tomar en cuenta este dato, hay cosas que, voy a tratar de demostrar, no llegan a comprenderse.
Una noche de diciembre de 2007 un grupo de compañeros nos convocamos en una casa. No éramos más de seis, como canta Divididos, pero no estoy seguro que haya sido un día sábado. El motivo de la reunión era discutir la viabilidad de conformar un proyecto editorial. Teníamos, como antecedente, la publicación aislada de algunos libros y cartillas. En realidad –lo sabíamos de entrada– el plan consistía en convencernos de que teníamos todo lo necesario para llevar adelante una editorial (y si no lo teníamos, lo aprenderíamos en el camino).
Las objeciones de los menos optimistas, entre quienes me encontraba, consistían en lo arriesgado de la apuesta, la caída en la venta de libros de por lo menos las últimas dos décadas en el país y, finalmente, las pocas ganas de sumarse una valija de problemas. Proponíamos, en cambio, hacer una prueba piloto con algún libro (la estrategia consistía en editar un título, ganarnos un rotundo fracaso editorial y comercial, y así dar argumentos a nuestra postura). No convencimos con nuestra propuesta.
Ahí mismo nos retrucaron que ya habíamos editado algunas cosas, que había quien escribiera, quien diagramara, quien diseñara. Estaba claro, no teníamos mucha idea de lo que significaba el proyecto.
Preguntamos, entonces, qué libros pensaban que podríamos editar. Y en ese instante alguien dijo, definitivamente: “Bueno, tenemos el libro que está escribiendo Mariano sobre la historia de La Verón”. Desde ese momento, el libro de Mariano se transformó en el fantasma que recorrería nuestras reuniones a lo largo de estos años.
Comenzaba a rodar el mito, y la permanente pregunta al autor: “¿Cómo va el libro, Mariano?”. Y la respuesta de Pacheco siempre era más o menos la misma, que estoy escribiendo, que es un trabajo infernal de archivo documental, que las mudanzas, que si no tuviera que trabajar ya lo hubiese escrito cinco veces.
El saldo de aquella reunión, por si caben dudas, fue inesperado. Nos volvimos, la noche abierta a la humedad de los mosquitos, con el acuerdo de lanzar una editorial a comienzos del año siguiente. La historia del nombre iba a venir un poco después.
Nadie dijo nada en todo el viaje, más allá de alguno pronosticar una lluvia para el día siguiente. No entendíamos bien en qué momento nos habían cambiado los papeles, masticábamos en silencio el sabor pesado de la derrota. De todas formas, seguíamos seguros: no había forma que el proyecto funcionara.


Cómo se escribe un libro (Técnicas para dejar de dormir)

Alguna vez Osvaldo Soriano, a propósito de los miedos del escritor frente a la página en blanco, contaba que Antonio Dal Masetto tenía un peculiar método para la escritura. Decía el gordo Soriano que Dal Masetto anotaba en un papel los nombres de los personajes de su historia, doblaba prolijamente estos papeles hasta hacerlos un bollo y los metía en una caja de zapatos. Cuando le venían las ganas de escribir, habría la caja y al azar tomaba uno de los papelitos, que era el personaje al que le tocaba cobrar vida ese día. Quiero decir, cada uno escribe como puede o como se le da el antojo. Eso está claro.
El libro de Mariano Pacheco es la hilación de un conjunto de relatos escritos a lo largo de los últimos cuatro o cinco años. Sin embargo, esta peculiaridad –el hecho de haber sido construido en un perído de varios años, con textos escritos en diferentes momentos y contextos– no le otorga rasgos de discontinuidad. De Cutral-Có a Puente Pueyrredón no es, ni por asomo, la yuxtaposición de relatos inconexos. Evita con destreza la clasificación de “mamotreto” a la que indefectiblemente está condenado un libraco de 500 páginas. Por el contrario, el autor nos ofrece un libro multifacético y de una coherencia extravagante. Y esto se debe a que Mariano, con paciencia oriental (¿acaso tendrá que ver su antigua afición por el kendo, el arte marcial japonés?), volvió a pensar sus propios textos desde la idea de un libro. De éste libro. Y en eso Pacheco se reescribió a sí mismo para dar forma a un libro inclasificable.


Cómo leer este libro (Instrucciones para dar vuelta la página)

Mariano imita a Cortázar y escribe un libro que se puede leer de muchas maneras. Como Rayuela, este libro puede leerse de corrido o con un plan diferente. Y esto es así porque, de alguna manera, De Cutral-Có a Puente Pueyrredón es el título de varios libros apilados.
Es un libro de la historia de una parte del Movimiento de Trabajadores Desocupados y, por lo tanto, de las últimas décadas en nuestro país. Es un libro de reflexiones paridas al calor de las luchas, un libro del cual sacar conclusiones para la formación militante. Es un cuaderno de relatos literarios, con personajes (reales o de ficción) que nos recuerdan que la literatura es una forma de conocimiento. Y al mismo tiempo, es un ensayo que articula escuelas teóricas de las más diversas, de Deleuze a Guevara, de Marx a Roberto Santoro, de Borges a Sartre, de Nietzsche a Esteban Echeverría.
En definitiva, la avidez de Mariano por la lectura desprejuiciada y la amplitud de intereses sobre temas como la educación popular, las historias de militancia, la teoría política o la crítica literaria, dan forma a un trabajo que condensa la labor de una editorial que anda remando los espineles del ensayo, la narrativa, el testimonio y las imágenes.
Para quienes compartieron algunos de los momentos que narra el autor en estas páginas y para quienes vimos crecer este libro desde las entrañas, poder verlo publicado es un motivo de alegre plenitud. Pero más reconfortante aún es saber que Mariano ha escrito un libro indispensable.


Buenos Aires, Julio de 2010.

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