martes, 8 de julio de 2014

Entrevista en la revista Caras y Caretas

LA BASE ESTUVO

Por Adrián Pérez- Publicado en la edición de junio

Lejos de la cúpula, durante la dictadura muchos militantes montoneros permanecieron en el conurbano bonaerense, replegados y dispersos, intentando organizarse. Mariano Pacheco realizó una investigación cautivante sobre esa realidad poco explorada de la militancia de base. 



Le llevó doce años escribir Montoneros silvestres, su cuarta publicación, porque -dice- no lo había pensado como libro. En los aciagos años 90 empezó a encadenar relatos de personas que habían militado en ese grupo armado, en el sur del conurbano bonaerense, durante reuniones, asados y encuentros de formación política. Luego volcó los testimonios en un blog de entregas semanales, como si de un folletín digital se tratase, que sostuvo durante algunos meses de 2010. Mantuvo largas conversaciones con entre trece y quince militantes de esa organización. Otros testimonios le llegaron a través de cartas de aquellos años a las que tuvo acceso. Con el tiempo amalgamó ese material con trabajo de archivo sobre documentos de la organización. Hoy Mariano Pacheco trabaja como periodista en la edición cordobesa del diario El Argentino.

En diálogo telefónico con Caras y Caretas repasa su acercamiento a la resistencia contra la dictadura. A los quince años ingresó en una organización llamada la Patria Vencerá, donde conoció  a miembros de Descamisados y del peronismo revolucionario que tenían contacto con algunos ex montoneros. Los encuentros con esos militantes se le presentaron como una suerte de transmisión de la experiencia y del desarrollo de las luchas populares en la Argentina, sobre todo de las organizaciones armadas de los 60 y 70. Sobre las razones que lo llevaron a escribir el libro, el periodista quilmeño señala que mucho se conocía sobre el repliegue de la cúpula de Montoneros o del regreso al país de la mano de la Contraofensiva, pero poco se sabía sobre quienes permanecieron en el territorio un poco dispersos, bastante golpeados, aunque tratando de juntarse para desarrollar organización popular.

El autor narra las vicisitudes que atravesaron hombres y mujeres que se incorporaron a pequeñas unidades guerrilleras tratando de activar como podían, en su dispersión, frente al asedio de una represión planificada al extremo que le pisaba continuamente los talones. Se identificaron como montoneros y buscaron contacto con las estructuras organizadas. Y apelaron a una especie de “sentido común” -advierte Pacheco- que les marcaba el ritmo de la vida en el territorio, y sin conocer los documentos críticos de Rodolfo Walsh siguieron la línea de estructuras chicas ligadas a los barrios o a las experiencias más fabriles del conurbano.

Pacheco señala que el accionar de los silvestres estuvo marcado por estrategias de resistencia, y no tanto de guerra abierta, como planteaba la Orga en la segunda mitad de los 70, cuando dejó de ser una fuerza político-militar para transformarse en un partido de corte marxista, con un brazo armado. “Lejos de caer en esos niveles de especialización, se reagruparon en pelotones de combate que asumen tareas de propaganda, agitación, prensa, relaciones políticas con contactos de la periferia y también acciones armadas”, detalla el escritor.

--¿Qué otras cuestiones reconstruye en su investigación?
--La historia de los montoneros del sur del conurbano no es sólo la de militantes en ese territorio, sino también la de aquellos que se fueron yendo de las distintas provincias porque la situación represiva en el interior había sido brutal. El libro cuenta las peripecias del cerco, como lo denominaban los documentos de inteligencia de las fuerzas armadas. Una vez que la organización se concentra en Buenos Aires, las fuerzas represivas golpean fuerte en la Columna Norte, hay un exterminio prácticamente total de las Columnas La Plata, Gran La Plata y de la estructura de Capital Federal, con lo cual es el sur del conurbano donde los pocos militantes que quedan en el país van a replegarse.   

--¿Qué retos se le presentaron en el proceso de escritura?
--El desafío fue dar cuenta de las historias de los militantes, de su vida cotidiana y actividades, en el marco de los documentos que plantean todos los debates que la organización va dando a lo largo de siete años, los cambios, las discusiones internas y los modos de accionar que respondían a una estrategia determinada.

--¿Cuáles era los valores compartidos por los montoneros silvestres?
--Lo primordial es bancarse entre ellos hasta las últimas consecuencias, como grupo. Es muy fuerte, cuando escuchás los relatos, dar cuenta de que en un contexto más desfavorable, de represión abierta y de desestructuración del proyecto, van quedando los ejemplos concretos de los grandes ideales que representaba la revolución socialista: la solidaridad con el que está al lado, el compromiso con aquellos que habían caído y no estaban siendo recordados.

--Si bien no es un eje que usted analice en profundidad, en los testimonios aparecen ciertas marcas sobre las relaciones íntimas entre los militantes.
--Algunos cuentan que tuvieron que hacer autocrítica por escrito en caso de infidelidad. Esas discusiones que tenían que ver con la vida íntima muchas veces eran parte del debate colectivo donde se discutía la situación económica nacional o la política internacional. En algunos casos aparecía la contradicción entre las normas fijadas por la organización y la realidad que vivían como militantes. Por ejemplo, tenían que pasar seis meses entre que una pareja se separaba y que la compañera o el compañero reiniciaban una pareja. El vínculo con integrantes de otras organizaciones estaba prohibido.

Montoneros silvestres es una obra testimonial, de investigación, donde el lector no encontrará hipótesis sobre lo sucedido en la dictadura. El autor dice que al terminar de escribirlo, pensando que cerraba una etapa, tal vez estaba abriendo otra: la de focalizarse en cuestiones conceptuales de ese período que siguen siendo clave para pensar el presente político argentino y latinoamericano. ¿Qué puente puede trazar entre aquellos montoneros silvestres y el presente?, pregunta esta revista. A contracorriente de lo que prima en cierto sentido común progresista, advierte Pacheco, lejos de concretarse muchas de las cuestiones presentes en aquellos años, lo que ha sucedido es que los pueblos del mundo no han logrado reponerse de la gran derrota de los 70. “Sigue siendo una tarea pendiente pensar, en una clave actual, en la posibilidad de una transformación radical de las sociedades”, propone.

Por último, Pacheco sostiene que ni los procesos más avanzados, con mayor protagonismo popular, han puesto en cuestión la lógica de la sociedad capitalista, que sí se discutía en los años 70. “Hay procesos muy interesantes en Latinoamérica, en los últimos años, que marcan un avance en la resistencia al neoliberalismo, pero en ningún caso se asemejan a procesos del siglo XX que marcaron un quiebre.”



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