domingo, 24 de noviembre de 2024

Sobre “Golpe de suerte en París” de Woody Allen

 


La vida se divide entre el lado Woody Allen del cine y el que no. Quienes nos deleitamos con sus películas disfrutamos cada nuevo estreno en la pantalla grande. En este caso, “Golpe de suerte en París”, su film Nº 50, cuando este grande de los grandes del celuloide está por cumplir 90 años.

 

Por un lado, lo de siempre: una historia de amor clásico de pareja heterosexual con alguna infidelidad de por medio en una querida ciudad (esta vez, de nuevo, en la capital francesa, pero a diferencia de “Medianoche en París” –2011– ahora con un elenco y lengua local). Por otro lado, la magia de su toque singular: la música, la buena selección de personajes (de ambos sexos, ahora que él, desde hace años ya, no protagoniza sus propias producciones).

 

Como en “Melinda, Melinda” (2004), aquí también aparecen dos modos de abordar la misma historia, pero ya no desde la comedia y la tragedia, sino desde el modo en que se comprende el azar para la existencia.

 

Una historia sencilla en torno a una mujer bella e inteligente (Lou de Lâage en el papel de Fanny) que se termina casando como un hombre que la sitúa en el lugar de “esposa-florero” y sus modos de intentar salirse de esa situación; un marido rico (Melvil Poupaud asumiendo el rol de Jean) que se dedica a hacer más rico a los ricos y que no puede entender el vínculo con los otros (incluida “su amada”) sino desde la posición del interés individualista en donde cada persona queda reducida a objeto; y un amante, escritor-bohemio Alain, interpretado por Niels Schneider) que se encuentra en la ciudad-capital europea por excelencia, en la “República de las letras”, intentando escribir una novela y buscando iniciar una relación con su gran amor de la adolescencia de cuando ambos vivían en Estados Unidos y eran compañeros del Liceo Francés en Nueva York (y a quien se cruza de casualidad caminando por París).

 

Surge así un feliz encuentro atravesado por los placeres poéticos, sexuales y culinarios, que pronto se verá interrumpido por la propia lógica del relato cinematográfico y un desvío imprevisto en la historia.

 






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