viernes, 13 de junio de 2025

Día del escritor…

 

FOTOGRAFÍA: pensión en el barrio porteño de Monserrat, 2004
 

“¿Cómo se convierte alguien en escritor, o es convertido en escritor? No es una vocación, a quien se le ocurre, no es una decisión tampoco, se parece más bien a una manía, un hábito, una adicción, si uno deja de hacerlo se siente peor, pero tener que hacerlo es ridículo, y al final se convierte en un modo de vivir (como cualquier otro)”, sostiene Ricardo Piglia en el Tomo I (Los años de formación) de “Los diarios de Emilio Renzi”, en donde agrega: “¿Por qué nos dedicamos a escribir después de todo? Se nos da por ahí, ¿a causa de qué? Bien, porque antes habíamos leído”.

 

No imagino hoy una vida en donde la lectura y la escritura estén ausentes. Leo y escribo cada día. Ando siempre con algún libro encima, incluso si salgo y sé que no voy a tener tiempo de leer (uno nunca sabe si se podrá sentar en el transporte público o encontrar un hueco de-parado o si alguna actividad prevista se va suspender o demorar y ahí aparecerá la oportunidad para leer un rato). Lo mismo sucede con los cuadernos y libretas. Nunca salgo sin uno encima. Claro que lo podemos perder o nos pueden robar, pero son más seguros que las notas en celular (perdí el mío hace poco y semanas de anotaciones en el “chat-Pacheco-de-wsp”).

 

Incluso en estos tiempos de múltiples pantallas y proliferación de los formatos virtuales, sigo escribiendo con lapicera en papeles y leyendo libros físicos. ¿Vintage? ¿Analógico?... como quieran llamarlo. Voy a cumplir 45 años, no creo que vaya a cambiar ciertas manías a esta altura de mi vida. Hace 15 años publiqué mi primer libro: lo escribí en su totalidad en cuadernos y luego lo pasé a Word (¡y eso que es un libro de 475 páginas!).

 

Hay muchas concepciones sobre la escritura. A mí, ya de pibe, me marcaron dos. La de Sartre en “¿Qué es la literatura?” y su “versión argenta”, digamos (y sin bajarle el precio): la solapa de “Las malas costumbres”, el libro de cuentos de David Viñas. Siempre los tengo presentes, y los releo. Hay varias ideas fundamentales allí que conviene no olvidar.  

 

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