domingo, 5 de octubre de 2025

Acerca de "Un día de octubre en Santiago", el libro de Carmen Castillo sobre Miguel Enríquez


Por Mariano Pacheco


Un día de octubre en Santiago, el libro de Carmen Castillo sobre Miguel Enríquez está zurcido con palabras amorosas en las que se entremezclan la ternura, la sutileza y una suerte de “estética de los detalles”. Cuando la muerte de un revolucionario inspira la persistencia de la resistencia antidictatorial y los sueños socialistas de una patria grande libre y emancipada.

Este libro escrito en francés (“la lengua del exilio” –como dice la autora en el prólogo a la edición mexicana de 1982–, pues se necesita de una lengua extranjera “para soportar la memoria de los ausentes”), publicado y reeditado en castellano en varias oportunidades y países, no sólo reconstruye la caída en combate del máximo dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) aquella tarde del 5 de octubre de 1974, y la caída (detención por parte de la DINA) de la propia autora (militante de la misma organización, compañera de vida del emblemático dirigente), sino que constituye un documento imprescindible para revivir (a quienes les da la edad) o acercarnos a la historia (a quienes somos más jóvenes) lo que fueron aquellas apuestas de revolución que atravesaron el continente en los años setenta. En este caso, además, con el plus de haber sido el único proceso del continente que intentó albergar la posibilidad del socialismo por vía democrática, y que fuera tan brutalmente reprimido tras el golpe de Estado que lleva a Pinochet a la larga presidencia de facto que servirá como laboratorio del neoliberalismo a escala mundial.

El trabajo de reconstrucción que hace Castillo con su escritura es obsesivo: qué pasó ese día, como lo recuerda la propia autora, qué tienen para decir sus compañeras y compañeros más allegados sobre cómo vivieron, dónde estaban y que hacían ese 5 de octubre, atraviesan toda la narración, que oscila entre la biografía, la autobiografía, la crónica histórica, el balance histórico-militante. Escribir para buscar la verdad, para sostener una memoria, para dar cuenta también de aquellas otras vidas que no siempre han salido a relucir en el panteón de nombres recordados.

Una vida que se acaba (que es arrebatada por la represión), otras vidas que siguen, que se recomponen y relanzan hacia nuevas aventuras. La fuerza irradiadora de Miguel es traída a cuento una y otra vez: Enríquez y el impulso que la invocación de su nombre inspira a quienes ya han caído bajo las garras homicidas de los represores. Enríquez y la confianza que inspiraba entre sus compañeras y compañeros para seguir peleando contra la dictadura que derribó al presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 (golpe que se cobró su vida, recordemos, el pacifista y coherente socialista casco en la cabeza y metralla en mano –regalada por Fidel Castro– defendiendo el proceso hasta último momento en la Casa de la Moneda).

La caída de Miguel en 1974, y la autora, única compañía a su lado aquél día, que rememora los minutos previos a la muerte de su compañero, y sus palabras pronunciadas mientras ella yacía herida: “Catita, despiértate Catita”. Sus manos que sienten las de él, que dejan por un instante la ametralladora AK con la que se defiende del ataque de los esbirros (esa que emitía ese ruido silbante que ella no conocía hasta entonces). Escucha su voz, siente sus labios que los besan por última vez. ¿Era la ternura que el Comandante Guevara recomendaba a los revolucionarios no perder jamás, a pesar de los endurecimientos que la lucha abierta contra un enemigo atroz imponía? Algo de eso parece rescatar la autora, en pasajes como el citado, o como ese otro en donde rebate la afirmación de un militante, que dice que los muertos “no merecen lágrimas sino combate”. Ante tal postulado la autora retruca: “los muertos tienen derecho también a que los lloremos. También tú, Simón, tienes derecho a la ternura y a las lágrimas”. ¿Sería esa ternura que el propio Miguel militó en vida, con gestos como el de inventar pequeños poemas y componer canciones para las niñas y niños con los que compartía el día a día incluso en medio de una lucha abierta?

“Miguel Resiste. En el cuarto de los detenidos no se dijo palabra alguna… La mano de Amelia tomó la mano de Carolina, y Carolina tomó la del compañero a su lado… En segundos, todos se tomaban de la mano, trazando un círculo. Nos tocábamos con una plegaria en el corazón… Miguel Resiste. La DINA tiene heridos y muertos. Las manos se estrechaban… La Internacional retumba en la casa de José Domingo Cañas. Un suspiro, un redoble de murmullos se propaga de oído en oído: Miguel no ha muerto”.

¿Era esa fuerza militante la que hacía que incluso los milicos respetaran a los miristas? Tal como cuenta la autora, hasta algún Mayor de las Fuerzas Armadas de tanto en tanto ingresaba en el cuarto de los militantes detenidos para reconocerlo ante ellos (“no sé qué me sucede con estos cabros del MIR que no puedo odiarlos”). Si eso sucedía con sus enemigos no hace falta imaginar qué sucedía entre las filas revolucionarias. “En cuanto me hundía en la desesperación, en cuanto me faltaban fuerzas, lo veía al Miguel. Miguel me sonreía y me decía: Amy, mantente en vida, no flaquees”, podemos leer de la transcripción de la voz de Amelia, una de sus compañeras, citada en otro tramo de este libro.

 

Escribir, resistir, existir

Este libro es un trabajo digno de aquello que nos hemos empecinado en denominar como “escrituras sintomáticas”. En este caso aparece un procedimiento que se torna fundamental a la hora de resistirse a ser encasillada bajo la denominación burguesa de “literatura del yo”: un desdoblamiento entre la primera persona del singular que narra y una tercera persona del singular que es la personaje-protagonista (con pseudónimo, o “nombre de guerra”, como se decía en la época) se entremezcla a su vez con una tercera persona del plural que da cuenta de una experiencia colectiva (la militancia mirista). Es, por lo tanto al mismo tiempo– un tipo de escritura política (la historia de Miguel y de la autora es a su vez la historia de Simón Enríquez y de Laura Allende, de “La Abuela”, y de tantas y tantos anónimos que, desde diversos puestos de combate, no se resignaron cuando los sueños de emancipación condujeron a pesadillas de muerte de quienes tuvieron como oficio el calvario de las vidas ajenas). Tal vez por eso Castillo escribe en el epílogo a la edición francesa de 1980: “este no es un libro político, pero relata una historia política”. Y también: “luchamos contra falsos olvidos”. Queda claro y por si hay dudas nos lo advierte: “en estas cosas no hay inocencia”. Es bueno declarar de qué lecturas somos culpables, supo decir alguna vez Louis Althusser y sus palabras resuenan al leer este libro.

Un día de octubre en Santiago llegó a Buenos Aires, de parte de la editorial chilena LOM, hace algunas semanas. Primero lo coloqué en la pilita de “libros por leer”, pero rápidamente se despertó en mí una secreta curiosidad que me llevó a hojearlo y ahí sí, una vez que empecé, no pude para hasta terminarlo.

Lo leo en el contexto del “experimento argentino en curso”, como Cecilia Abdo Ferez denomina a la alianza electoral- gubernamental del libertarianismo de extrema derecha de Javier Milei y pienso en la importancia de las referencias del pasado que pueden inspirar nuevos combates (relectura del pasado en función de combates presentes para reabrir posibilidades de otros futuros, muy lejos de la melancolía de izquierda que se regodean en los fracasos para idolatrar todo lo que ya ha sido).

Pienso en aquello que Castillo cuenta en su libro: cómo Enríquez ofició de bandera, una vez asesinado, que llevó a muchos exiliados a regresar a su patria para seguir librando las batallas necesarias para que el pueblo chileno recupera su soberanía conculcada por los dictadores. “Hay mil cosas que pueden hacerse, aun en las peores circunstancias”, escribe la autora, luego de haber sido liberada (y expulsada del país) tras la presión internacional que reclamaba por esa mujer embarazada que permanecía rehén de la dictadura.

Escritura de la demora, entonces, luego de tantas urgencias (el libro comienza a materializarse en su escritura en 1987, cuando obtiene un permiso transitorio para retornar a su patria), pero también, escritura de la conversación (con sus antiguos camaradas) y, por qué no, escritura de la recomposición subjetiva. Tal como Castillo misma lo atestigua en este libro. “París: aquí es donde volví a la vida, donde volvía ser mujer, y luego militante, es cierto que singular, pero así y todo… una militante”.

Su trabajo como documentalista así da cuenta: experiencia de mutación existencial, que la llevó a recalibrar sus ámbitos de intervención, pero nunca a confundir las veredas desde donde situar su punto de vista. Escribir y filmar para resistir, para existir.

 

Rehacer el camino

Escribe Carmen Castillo en Un día de octubre en Santiago:


“Miguel decía, permaneceremos, es preciso para evitar la desbandada, para organizar el repliegue, dar forma a los combates de la defensiva e impedir el arraigamiento estable de la dictadura. Responder al golpe de Estado, a la violencia militar, a la derrota, levantando trincheras y replegarse combatiendo. Si estamos vencidos en algún momento, dispersarse ordenadamente, rehacer el camino, retroceder sin jamás detener la revuelta, resistir siempre. Miguel decía en sus cartas sobre papel de cigarrillos, la amplitud de la derrota dependerá de cómo reacciona y se comporta la voluntad de lucha. Si se pliega, flaquea y se torna pesimista, entonces cederá, se quebrantará y se dejará vencer. Si aguanta, despliega su iniciativa y su astucia. Si resiste, entonces seguirá entera, viva y se difundirá. Miguel tenía razón, aún en los peores momentos mantuvimos la certidumbre de que en Chile había algo más que militares y patrones y nutrimos una resistencia subterránea, silenciosa. Los clandestinos permitieron que sobreviviera la lucha que ahora germina”.

 

Esa lucha que germinó tiene distintas gradaciones y frecuencias históricas. Podemos pensar en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez que emergió en los ochenta, en la tenaz apuesta por sostener las memorias de la resistencias una vez que Pinochet finalmente abandona la presidencia (aunque manteniéndose como comandante en Jefe de las fuerzas Armadas y como “Senador vitalicio”) o ya más cerca en el tiempo, con el grito de “No fueron 30 pesos fueron 30 años” de los estudiantes que dan puntapié a la revuelta popular que, en 2019, toma las calles para intentar dar una vuelta de página a toda esa historia que interrumpe los anhelos de transformación profunda en 1973.

 

Al fin y al cabo, son las luchas que florecen las que permiten de algún modo redimir a quienes pelearon antes, como supo escribir Walter Benjamin, y también a nosotras, a nosotros, nos envuelva esa ráfaga de viento que envolvía a los de antes. Para que la política no sea mera gestión de lo existente, sino más bien –y estas son palabras de la propia Carmen Castillo– para que sea “todo aquello que no se inclina frente a lo imposible”.




 

miércoles, 1 de octubre de 2025

Filosofía y autoficción: ¿cómo se cuenta una vida?


 

 

Literatura y filosofía como iniciativas de salud

 

 

Laboratorio de Experimentación Narrativa

“Escrituras sintomáticas”- Escuela de Literatura A.F. Oliva

 

Coordinación: Mariano Pacheco

Actividad virtual- Arancelada

 

Miércoles de 19 a 21- Quincenal

Inicio: 15 de octubre (4 encuentros)

 

CONSULTAS:

palabrasprofanas@gmail.com

 

 

LECTURAS

Friedrich Nietzsche: Ecce homo

Louis Althusser: El porvenir es largo (selección)

Tomás Abraham: La dificultad (selección)

Esther Díaz: Filosofía de la vejez (selección)

 

 

PROPUESTA

Por segundo año consecutivo sostenemos este espacio que, cada dos meses, se renueva por bloques temáticos y abre su convocatoria para nuevas incorporaciones. Bajo el lema de “seguir el rastro de nuestros síntomas” como programa de escritura, nos proponemos asumir un desafío: o bien comenzar a escribir o bien (si ya lo hacemos con frecuencia) retrabajar cuestiones vinculadas a la composición formal.

 

Para ello dedicamos un encuentro por mes a escribir nuestros propios textos, guiados por una consigna que sirve para elaborar un texto breve: una entrada de Diario, una crónica o relato, una entrevista narrada, un microensayo, que luego es conversado colectivamente. El proceso culmina con una devolución personalizada, con corrección y sugerencia de edición por parte del coordinador. Por otro lado, dedicamos el otro encuentro del mes a conversar sobre las lecturas seleccionadas, y rescatar aquellos elementos que pueden servirnos para nuestras propias escrituras.

 

En este tramo de octubre- noviembre abordaremos, por un lado, una lectura de textos autobiográficos escritos por filósofxs (de Alemania y Francia, pero también de la Argentina contemporánea) y, por otro lado, buscaremos realizar nuestros propios ejercicios de memoria respecto del vínculo entre filosofía, literatura y formas de vida, en la búsqueda de trabajar un núcleo de recuerdos que nos disparen la propia escritura, una textualidad que trataremos de usar como insumo para pensar los vínculos entre experiencia y ficción.

 

lunes, 29 de septiembre de 2025

Retórica, locura y salud mental: una filosofía del encuentro (Mateada a la gorra en CABA)


 

En esta mateada, que realizaremos en la Biblioteca y Librería Popular Literatura Inclusiva, nos proponemos trabajar sobre la inspiración que las lecturas de Nietzsche y Spinoza nos habilitan a pensar en términos de filosofía y vida cotidiana, poniendo en el centro de las discusiones la cuestión de la salud mental.

 

La salud como punto de vista sobre la enfermedad en Nietzsche, las acusaciones de sus detractores por su locura y la relación entre soledad y amistad como ejes disparadores para intentar pensar algo de aquello que, en su jerga, Spinoza denominaba como una “economía ontológica de los encuentros”.

 

Si Spinoza y Nietzsche son nuestros contemporáneos es porque su pensamiento contribuye a pensar nuestras subjetividades desde otras coordenadas a las dominantes, y habilitan a trazar una cartografía de aquello que podemos hacer para dejar de ser eso que hicieron de nosotros, de nosotras. El análisis de los cuerpos (singulares y colectivos) y sus interrelaciones, en términos de mutaciones, nos permiten interrogarnos acerca de los modos de constitución de una potencia (de pensar, de sentir, de actuar) más intensa, en la que la experiencia colectiva y la de cada una de nuestras vidas se nos presenten de modo inseparable (siempre se trata de encuentros).

 

¡Lo sorprendente es el cuerpo!, sentenció Nietzsche. Y Spinoza se preguntó: ¿qué puede un cuerpo? Famosa interrogación que retomó Gilles Deleuze para sus meditaciones y reflexiones, que lo llevaron a afirmar: “un cuerpo deviene junto a otros cuerpos produciendo, afirmando relaciones, encuentros y conexiones”.

 

La participación no requiere de saberes ni lecturas previas. Ese mismo día, junto con el mate, vamos a leer breves extractos de textos que contribuyan a dinamizar una conversación colectiva en torno a todos estos temas.


 

Jueves 2 de octubre, 19 A 21 horas

Bylpli San Telmo: Brasil 656 - CABA

 

 

COORDINACIÓN: Mariano Pacheco

 

INSCRIPCIÓN: 1140991554

palabrasprofanas@gmail.com

 

 

viernes, 26 de septiembre de 2025

Sobre “Belén”, de Dolores Fonzi



Fui a ver  segundo film dirigido y protagonizado por Dolores Fonzi. Me gustó mucho más que “Blondie”.

 

Inspirada en el libro “Somos Belén” de Ana Corre, Fonzi interpreta aquí a Soledad Deza, la abogada defensora de Julieta (Camila Pláate), la verdadera protagonista de esta historia: una joven injustamente condenada por un aborto espontáneo que pasa directamente del hospital a la cárcel y que, tras ser condenada, adquiere otro nombre para difundir su situación. Así “Belen” se transforma en bandera. Aunque breves, destacadas las apariciones de Julieta Cardinali y Luis Machín.

 

La opresión del poder judicial frente a los sectores más pobres de la población y, asimismo, su entrelazamiento con el poder médico, sobre todo en sitios en donde las creencias religiosas terminan pesando por sobre el saber científico está muy bien abordado.

 

Hay mucho del cine tipo judicial (alegatos, expedientes –“en papel”–, pasillos de Tribunales, operaciones, prepotencia, impunidad, injusticas, defensores oficiales que no defienden, fiscales que prejuzgan, jueces que condenan sin demasiados elementos). También de conservadurismo provincial (¡Tucumán eligió en urnas al genocida Bussi como gobernador!), pero que no deja de dar cuenta de cómo los casos locales adquieren otro relieve cuando son pasados por la caja de resonancia de la arena pública nacional

 

“Belén” fue elegido por la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas para representar al país en la competencia por los premios Oscar 2026. Y esto sucede en una coyuntura muy particular: en la misma semana en que se produce el narco-femicidio de Brenda, Morena y Lara, y que se difunde la publicidad en la que dos muchachos meten en una bolsa negra a una chica y la “tiran” en una camioneta para que “desaparezca” de sus vistas.

 

Buena noticia que “Belén” esté por el mundo recordando que hace muy poco, el movimiento de la sociedad argentina (fundamentalmente de las mujeres y disidencias sexuales) produjo una revuelta (de ideas, de prácticas políticas y cambios institucionales, de vínculos de todo tipo) que ha dejado una marca insoslayable para cualquier futuro venturoso digno de pujar por la emancipación. 

lunes, 22 de septiembre de 2025

Sobre "La mujer de la fila”, film de Benjamin Avila



Tremenda peli “La mujer de la fila”, de Benjamin Avila, quien vuelve –como en “Infancia clandestina”– con Natalia Oreiro como protagonista.

 

En esta oportunidad Oreiro encarna la historia de la tragedia de Andrea, una mujer de clase media, madre de tres hijos, viuda, con algunos indicios de depresión, que repentinamente da un vuelco en su vida desde que el mayor de sus hijos de 18 años (interpretado por Federico Heinrich) termina en la cárcel acusado de ser el chofer de una banda de ladrones.

 

Primero la vergüenza social, el ocultamiento familiar y luego la asunción de lo que ha pasado, el reponerse anímicamente para dar respaldo a su hijo en ese largo peregrinar que incluye contratar un abogado, tratar de convencer al muchacho de que llegue a un acuerdo con la justicia delatando al jefe de la banda y, sobre todo, cocinar, trasladarse y hacerse del tiempo y la fuerza para sostener las visitas en la prisión.

 

Y aquí es donde está puesto el eje del film (y de allí el título): una inteligente manera de abordar la cuestión carcelaria, desde otro punto de vista, el de las mujeres que son abrumadoramente la mayoría de quienes sostienen ese vínculo con quienes quedan tras las rejas (mayoritariamente varones).

 

Vi esta película el fin de semana, en el que también vi “Belén” (de la que voy a comentar algo en otro post): a su modo, ambas trabajan desde el cine la cuestión de la cárcel, de la justicia, de los movimientos que se producen en la sociedad cuando un ser querido (o alguien por el que se siente empatía cuando se trata de encierros injustos) termina en la cárcel.

 

De nuevo como en Infancia clandestina, en “La mujer de la fila” Oreiro logra entrelazar actuación con canción, en una hermosa versión (realizada a dúo con su compañero de vida Ricardo Moyo) de “Canción de simples cosas” de Armando Tejada Gómez y César Isella.

 

Todas las mujeres que actúan de extras lo hacen de manera brillante (está muy bien también el papel de Alberto Ammann). Al finalizar la película, las placas con palabras en letra blanca sobre fondo negro complementan el sentido de esta historia basada sobre hechos reales. Basada ya que el arte siempre es otra cosa, incluso en su versión más realista. 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Diario de una chica experta en desastres de amor



Esta serie recientemente estrenada en Netflix cuenta, por ahora, con 7 episodios de su primera temporada.

 

La escena es la repetida, una y otra vez, a lo largo de buena parte de mi vida: no poder dormir, no poder leer, no encontrar la energía suficiente para conquistar la concentración necesaria para ver un film... poner una serie cualquiera porque no se encuentra ninguna que merezca la calificación de ser elegida. Así es como me topé con esta serie sueca de TV distribuida por la plataforma.

 

La empecé a ver pensando que era una estupidez, que probablemente no pasaría del primer capítulo (o, peor aún, que ni siquiera terminara el primero). Pero la historia poco a poco me atrapó.

 

Dirigida por Emma Bucht y Susanne Thorson, con guión de Moa Herngren y Tove Eriksen Hillblom, la serie está basada en una novela de Amanda Romare. La producción audiovisual muestra de algún modo lo que parece ser un mal de época: la dificultad de los vínculos sexo-afectivos en tiempos de virtualización de la vida urbana (lo bien retratado de las calles, parques y bares de Malmö y sus alrededores son uno de los puntos a destacar de esta producción).

 

A la protagonista, “Amanda”, la interpreta –a mi parecer de manera muy lograda–, la actriz Carla Sehn, quien ya había actuado en “Amor y anarquía”. Esta vez se trata del papel de una muchacha de 31 años que parece llevar consigo un carma: nunca hay segunda cita… Y no porque ella no quiera.

 

La fugacidad de los vínculos, el terror a todo tipo de compromiso, la dificultad de registrar al otro y convivir con la alteridad dejan ver asimismo, como telón de fondo, otras complicaciones que atraviesan nuestros vínculos en la vida moderna: las amistades y la familia (en este caso, fundamentalmente, la relación entre hermanas y entre ellas y su madre, pero también, el complejo vínculo con su padre).

 

El abordaje (en el personaje principal pero también en quienes la rodean) de las crisis de expectativa, los tocs, las fobias, las ansiedades que atraviesan una vida, hace de esta serie una apuesta que logra sortear la frivolidad. 

martes, 16 de septiembre de 2025

16 de septiembre: terror y resistencia



El 16 de septiembre tiene una doble significación trágica en la historia argentina y casi que funciona como una flecha guía del recorrido de la violencia oligárquica en el país.

 

En 1955 se produce el inusitado acto terrorista, inédito en el mundo, de que una aviación militar bombardee una población civil… ¡de su propio país! Ni en Guernica pasó algo así. Ese golpe de Estado contra el peronismo no hace más que confirmar de lo que son capaces las clases dominantes cuando ven, así sea simbólicamente o con algunas aristas económicas, amenazado su poder y sus ganancias.

 

En 1976, radicalización del proceso político nacional, latinoamericano y mundial mediante, el golpe del 24 de marzo retomó y perfeccionó su maquinaria de muerte con el plan sistemático de exterminio del terrorismo de Estado. En ese marco secuestran, torturan y asesinan al grupo de estudiantes secundarios, muy jóvenes sí, pero ya militantes revolucionarios, que pasan a la historia bajo el nombre de “La noche de los lápices”, del cual hubo algunos pocxs sobrevivientes que pudieron contar lo que pasó.

 

No hubo “dos demonios” ni espiral de violencia entre fuerzas simétricas, sino una violencia atroz del bando de los propietarios y una resistencia tenaz por parte del pueblo (caños, sabotajes, guerrilla rural y urbana, puebladas, tomas de fábricas y tantos otros métodos que se fueron pariendo a calor de una lucha desigual).

 

Comencé mi militancia dos décadas después: en una Argentina maltratada por el modelo neoliberal. Sin recursos para hacer política (no había ni el dinero de las “expropiaciones” de los 70 y 80 ni el del Estado que aparecería después financiando iniciativas). Con 14, 15 y 16 años conformábamos grupos que le pedíamos a algún conocidx que pasara en Word las notas de nuestros cuadernos, ir al kiosco a imprimir, recortar con tijera y pegar para luego hacer nuestras revistas- fanzines, volantes, afiches y salir a militar.

 

Esta semana encontré algunas de esas cosas de nuestra Agrupación Juvenil 11 de Julio de la Zona Sur del conurbano, años 1996-1999.

 

“La historia tiene más imaginación que nosotros”, supo plantear el viejo filósofo francés Louis Althusser, parafraseando a Marx. De eso de trata: de accionar, incluso en condiciones desfavorables, a sabiendas de que la historia no está cerrada y puede reabrirse en cualquier momento. Y ahí sí, se redimirán todas nuestras frustraciones, como le gustaba decir al Gordo Cooke. 

domingo, 14 de septiembre de 2025

Acerca de Conversaciones sobre la escritura de Ursula K. Le Guin

 

“Hay que aprender leyendo buenos textos y tratando de escribir así”, dice Ursula K. Le Guin en estas “Conversaciones sobre la escritura” que mantiene con David Naimon, publicadas en la cuidada y bella edición de la editorial Alpha Decay.


Estructurado en tres partes (1: narrativa; 2: poesía; 3: ensayo), el libro, tiene un par de cuestiones que me interesaron mucho y quisiera brevemente rescatar.


La primera, que puede resultar una obviedad pero que a menudo suele olvidarse, es que “para poder fabricar algo, hacen falta herramientas” (y, por lo tanto, resulta imprescindible trabajar sobre los usos del lenguaje que utilizamos a la hora de escribir).

 

La segunda, es que no se puede “reestructurar la sociedad” sin “reestructurar el lenguaje” (la lucha de clases, podríamos pensar, se libra también en la formación y empleo de las palabras).


La tercera (y esto lo plantea Naimon), es que hay un trabajo por hacer que consiste en interrogarse qué palabras (pero también: que tecnologías, historias y herramientas) merecen pasar de generación en generación.


El libro, a su vez, tiene un conjunto de citas de otros libros de la autora (colocadas como separatas, en letras blancas sobre fondo negro). Las que más me gustaron y apunté en mi cuaderno son las que siguen:

 

*DE “CONTEMPLACIÓN EN EL RÍO MCCOY”:

 “Buscando el sentido dentro de la palabra, me aventuré:

a estar en el lugar sagrado,

el templo. A presenciarlo todo, luego a ser

el altar de lo presenciado”

 

* DEL PREFACIO DE “LATE IN THE DAY”

 Necesitamos el lenguaje de la ciencia y de la poesía para que nos salven de la infinita acumulación de datos que no sirven para curarnos la ignorancia o la culpa”.

 

*DE “THE OPERATING INSTRUCTIONS”

 “La imaginación es la herramienta más poderosa de la humanidad. Es mejor que el pulgar oponible. Me puedo imaginar una vida sin pulgares, pero no sin imaginación”.

 

sábado, 13 de septiembre de 2025

Masotta, el autodidacta atrevido



Oscar Masotta: el autodidacta, el atrevido, el personaje polémico de múltiples rostros, el lector autodidacta, el escritor polisémico

 

Hoy se conmemora un nuevo aniversario de la muerte de. Me lo recordó hace un rato el psicoanalista cordobés Gerardo Máximo García mientras tomábamos un café en un bar del barrio porteño de San Telmo, aprovechando su visita a la ciudad. A Gerardo lo conocí en Córdoba hace dos años, cuando tuvo lo generosidad de presentar mi libro “Roberto Arlt, por la senda de Nietzsche y Freud (trabajo altamente inspirado en “Sexo y traición de Masotta, libro que leí hace ya casi dos décadas, y del que me constó un buen tiempo sacarme de encima la fascinación en al que había quedado envuelto). Luego leí y reseñé “El estremecimiento de lo nuevo”, su trabajo sobre Masotta publicado en la colección (“Pensadores de América Latina”) de “libros chiquitos” de la editorial de la Universidad Nacional de General Sarmiento.

 

Vengo con ganas de armar alguna propuesta para trabajar Masotta el año que viene en los Encuentros de filosofía, sobre todo para pensar los cruces entre literatura, crítica, filosofía y psicoanálisis que el autor habilitó hace ya más de medio siglo en el Río de la Plata

 

Masotta y esas tres décadas que marcaron tanto la historia cultural argentina: de 1954 y sus primeras notas en la revista Contorno a 1976 y la publicación de los Ensayos lacanianos, tiempo antes de morir en el Estado español, el 13 de septiembre de 1979. 

 

Masotta y el ya mencionado primer libro de 1965 sobre Arlt  y luego esa experiencia de cruce entre marxismo y arte de vanguardia con los happenings del Instituto Di Tella (1966) y –vía Enrique Pichón Rivière que le facilita y lo alienta a leerlo– el descubrimiento, lectura y enseña de la obra de Lacan (“no hay transmisión sin transgresión”): los seminarios de 1969 (luego compilados bajo el título de Introducción a la lectura de Jacques Lacan), la fundación de la Escuela Freudiana de Buenos Aires en 1974 y, más tarde, la Escuela Freudiana de la Argentina.

 

La comunidad de Arlt es la de los humillados, según Masotta. Algo de esa magia de su lectura persistió hasta el final 

miércoles, 10 de septiembre de 2025

“Rehén”, serie británica de Netflix



Anoche terminé de ver “Rehén”, una serie de Netflix que comencé por tres motivos: el primero (y más banal), fue que tenía sueño como para leer o ver una película, pero no tanto como para irme a dormir. El segundo, que tengo un prejuicio (por la positiva), respecto de las series europeas, sobre todo italianas, británicas y francesas (sí, sí, ya sé: suena muy europeísta mi comentario, pero en esta plataforma al menos suele ser así). Por tercer y último término, le vi ciertas semejanzas con “La diplomática” (que, a pasar de ser norteamericana, rescaté acá en un comentario muy elogioso hace algunas semanas).

 

En este caso: ¡me re clavé!

 

La historia comienza con una visita de la presidenta de Francia, Vivienne Toussaint (interpretada por Julie Delpy), al Reino Unido para participar de un evento oficial. Allí se encuentra con la primera ministra británica, Abigail Dalton (Suranne Jones), a quien le secuestran al marido en suelo francés, para exigirle a ella que abandone su cargo. Mientras se desarrolla en teje y maneje de las negociaciones diplomáticas por la falta de suministros para medicamentos oncológicos en suelo británico (y que Francia puede proveer, no sin un intento de injerencia militar allí), la propia presidenta francesa comienza a ser chantajeada por el mismo grupo que se llevó al marido de la primera ministra británica.

 

La serie, como decía, tiene una historia que está buena, pero también momentos (¡muchos e importantes!) muy inverosímiles (no digo más para no caer en spoiler). Las actuaciones, por otro lado (de nuevo: a diferencia de “La diplomática”), son homogéneamente malísimas. Una pena, porque la trama prometía.

 

Que esta producción audiovisual haya sido recientemente la número uno en el ranking de Netflix habla de la calidad de plataforma y, asimismo, de cómo se nos va formateando la cabeza para resignarnos cada vez más a ver cualquier cosa y no producciones que valgan la pena (como excepcionalmente, incluso en Netflix, hay). 

martes, 9 de septiembre de 2025

Mao: filósofo y poeta de la revolución




Es conocidísimo el rol del Mao Tse Tung al frente de la gesta política liberadora del pueblo chino: la Larga Marcha, la Revolución Cultural Proletaria resuenan por aquí y por allá. Sus “Escritos militares” fueron manual de lucha popular y su capacidad de entremezclar comunismo y sabiduría ancestral oriental abrieron paso a quienes buscaban ligar socialismo con perspectiva de liberación nacional (“El imperialismo es un tigre de papel”). El “Libro Rojo” del Presidente Mao se imprimió en miles de páginas y fue leído por millones de personas en el mundo entero.

 

Menos conocidos quizás son sus dotes como “Filósofo de la revolución”: sus “Tesis filosóficas” marcaron el rumbo de varias generaciones militantes. Fue el caso de la mía al menos, en los noventa, incluso sin participar de las filas del maoísmo. “Acerca de la práctica” y “Sobre la contradicción” funcionaron como puerta de ingreso a un universo teórico ajeno al de una militancia sin ligazón con las bibliotecas universitarias.

 

“Los marxistas consideran ante todo que la actividad productora del hombre constituye la actitud práctica más fundamental, que es la que determina toda actividad”, puede leerse en las primeras páginas del primer texto mencionado. Y en el siguiente: “al estudiar un problema, debemos mantenernos en guardia contra el subjetivismo, la unilateralidad y la superficialidad”. Mao incitó a que la teoría revolucionaria no fuera una cuestión de especialistas, sino –como se pudiera– algo a ser abordado por cualquiera.

 

Pero lo que verdaderamente mucha gente desconoce, es que Mao también fue el “Poeta de la Revolución”. Mao se iba de este mundo un 9 de septiembre de 1976, pero nos dejó poemas como este de 1928, “La montaña de Chingkang”:

 

Se divisan al pie de la montaña nuestras/

banderas y estandartes,

y en la cumbre resuenan tambores y clarines.

 

Con millares de anillos el enemigo nos cercaba, pero

nos mantuvimos enhiestos, inamovibles.

 

Nuestras voluntades se unieron como en una/

Muralla

y desde antes nuestra defensa era firme como un/

bastión.

 

En Huanyangchie, nuestro cañón retumba:

anuncia que en la noche el enemigo huyó.

 

viernes, 5 de septiembre de 2025

Marie Langer: deseo y revolución (la película)



El documental de Belén De Martino y Marcelo Haber, tiene la virtud de rescatar de cierto olvido (o de una reivindicación muy de nicho) a la figura de quien supo dejar testimonio de un posible anudamiento entre psicoanálisis, marxismo y feminismo.

 

La vi el martes en la Facultad de Psicología de la Universidad de Buenos Aires, en el marco de una proyección con debate y presencia del equipo realizador y la comenté ayer en la columna semanal que hago en AM 830, en el programa “Ciudad cultural” que conduce Mario Hernández. Próximamente el film podrá verse en otros sitios, luego de su Avant premiere, la semana pasada, en el cine Gaumont.

 

Los últimos años, en Argentina, vienen siendo muy duros, con la instalación en el poder del Estado Nacional de un libertarianismo que se combina con ciertos aires de conservadurismo y autoritarismo de las extremas derechas que también proliferan en otros sitios del mundo. Pero esa avanzada tiene como telón de fondo aquello que antes y durante la pandemia mundial afloró con fuerza: los transfeminismos que pusieron en escena la importancia de la reproducción social y los cuidados de las personas con mayores fragilidades (infancias, adultos mayores, discapacitados…), los malestares que afectan nuestra salud mental y las nuevas modalidades de trabajo que, bajo el nombre de economías populares, ya no se correspondían (exclusivamente) con el empleo formal). Otros tres modos de referirse, si ustedes quieren, a la clásica tríada de marxismo- feminismo- psicoanálisis.

 

Nacida en Viena en 1910, estudio allí medicina y se formó en psicoanálisis. Luego fue miembro del Partido Comunista, junto a su compañero viajó como brigadista a España para defender la República en el marco de la Guerra Civil y luego, previo paso por Montevideo, reparó en Buenos Aires, donde fundó la Asociación Psicoanalítica Argentina y, años después, participó de su ruptura en el marco de las experiencias de Documento y Plataforma. A mediados de los setenta se exilió en México, viajó a Cuba, participó de algún que otro encuentro con Fidel Castro y cuando la década terminaba sumó su solidaridad y su experiencia al proceso revolucionario del Sandinismo triunfante en Nicaragua. Murió de cáncer en Buenos Aires, tras su regreso del exilio.

 

De todo este proceso dan cuenta numerosos testimonios en este film en el que también aparecen ciertos momentos de ficcionalización: de la figura de Mimí, de lxs realizadores. Alicia Stolkiner, Juan Carlos Volnovich, Norman Briski son algunos de los nombres que pueden verse en la película, en la que también aparecen tres de sus cuatros hijxs: Verónica, Ana y Tomás (una artista y otros dos médicos).

 

Walter Benjamin supo escribir, en sus “Tesis sobre el concepto de historia”, que ni siquiera los muertos estarían a salvo. Y aclaraba: “este enemigo no ha cesado de vencer”. Pronunciaba esas palabras en el contexto de ascenso del fascismo. Casi un siglo después, en otro contexto (pero en el que la palabra fascismo insiste como una suerte de retorno de lo reprimido de los sectores más retrógrados de la política tradicional, aunque griten con ínfulas de “lo nuevo”), no está demás reparar en la importancia de ciertos nombres, que habilitan a recuperar determinados legados emancipatorios, como el de Marie Langer.

 

 

viernes, 29 de agosto de 2025

Norma Pla: la santa patrona de la resistencia...



Anoche fuimos con unos compañeros a ver “Norma también”, el documental sobre Norma Pla.

 

Con investigación y su incorporación como una suerte de personaje-guía de Solve Gui y la dirección de Natalia Vinelli y Alejandra Guzzo, el film que comenzó a producirse en 2009 y por los avatares de la vida y las complicaciones de la Argentina se fue demorando en su finalización, por fin se estrenó la semana pasada en el cine Gaumont (el Espacio INCAA de Congreso), en el marco de la XVI muestra de DOCA, y ahora sigue su curso de exhibición en otros sitios (hoy y mañana en el barrio porteño de San Telmo y luego en otras ciudades del país).

 

Vimos la película, ayer, a horas de un nuevo miércoles de movilización de lxs jubiladxs al Congreso, pero también, de un día en el que vimos a Espert huir en moto y a los hermanos macana (Karina y Javier Milei), tener que suspender su caravana libertaria en Lomas de Zamora por el repudio popular que ya les empezó a llegar, en cada vez más lugares del país.

 

El film de Norma Pla tiene, además de valiosos testimonios e importantes materiales de archivo, el plus de salir en un contexto como este, en el que cierta modorra empieza a quedar atrás y en el que el trabajo de las generalogías de las luchas resulta fundamental: para ayudarnos a recobrar fuerzas anímicas, para inspirar nuevas batallas, para abrir la imaginación a nuevos posibles.

 

Lo más importante: no es una producción nostálgica. Si bien lo central es el registro del personaje y de la época, hay dos decisiones que me parecieron por demás acertadas: la primera, poner a alguien (una joven militante) que no participó de las luchas de los noventa y el 2001, como voz-rostro guía del recorrido que interroga (incluso con sus compañeras y desde los desafíos actuales), aquellos tiempos, pero también, poniendo en discusión como en los propios noventa se abordaron y problematizaron los setenta; la segunda, rescata la creatividad y combatividad de una Norma Pla que acciona y no se calla ni recula ante los medios de comunicación que luego pretenden que se arrepienta de sus acciones.

 

¡Vayan a verla! 19 hs en @palacioelvictorial

 

 

miércoles, 27 de agosto de 2025

“El nervio óptico” de María Gainza

 


¿Leíste “El nervio óptico” de María Gainza?, me dice Diego, un amigo argentino, artista visual, que desde hace años vive en Finlandia y tiene un ojo muy atento a las cuestiones formales en la literatura y el arte. Me lo pregunta mientras tomamos un café y conversamos en un bar de la calle Corrientes, antes de su partida.

 

No lo había leído y lo anoté entre esas cosas que “había que leer” después de su recomendación, sobre todo porque intuí que había logrado captar –como pocos—algunas inquietudes que le compartí respecto de los problemas que suscita la escritura, un tipo de “escritura sintomática”, como decimos en el Taller. Tiempo después, en una de esas clásicas recorridas por librerías de Saldos y Usados en la misma avenida porteña, lo encontré (en muy buen estado y a un precio super económico). Fue mi oportunidad.

 

Cuando lo empecé a leer no entendía el por qué de la recomendación: hasta que lo terminé. “Uno escribe algo para contar otra cosa” fue una de las frases que allí leí y anoté en mi cuaderno, junto con esta otra: “en la distancia que va de algo que te parece lindo a algo que te cautiva se juega todo el arte…”.

 

En la novela se ponen en juego el pasado reciente de la protagonista, el de su familia y el del país; la cuestión de la pérdida y de cómo lidiar con ella, así como con los propios fantasmas y neurosis. Un libro en donde se entremezcla la crónica urbana, la autoficción y la crítica de arte. Es un texto, por lo tanto, que se mete desde la literatura con la discusión sobre las formas del arte, las formas del lenguaje, la herencia, los vínculos humanos.

 

Once capítulos que funcionan como una suerte de relatos breves que podrían leerse por separado. Una gran cantidad de referencias a pinturas y museos y perspectivas críticas que, sin embargo, no hacen del libro un tratado intelectual, sino que toda esa erudición aparece entramada en la narración.

 

Subrayé varios tramos de la novela, aunque algunas frases las transcribí a mi cuaderno:

 

¿Acaso una buena obra no transforma la pregunta “qué está pasando” en “qué me está pasando”? ¿No es toda teoría también autobiografía?

 

Cuando una obra es buena, no necesita acompañante terapéutico.

 

El estilo es un medio para insistir sobre algo

 

miércoles, 20 de agosto de 2025

Pedagogía de la lucha



La persistencia analógica de ocupar las calles. El sostenimiento de una pedagogía de los cuerpos de cada quien haciendo cuerpo político en el espacio público, eso vienen a recordarnos en cada movilización las jubiladas y jubilados cada miércoles y, también, cada movida que han realizado desde el activismo en discapacidad y quienes trabajan en la salud pública en la Argentina actual.

 

¿Cuándo desapareció del vocabulario público de tanta dirigencia política y social la palabra lucha? Pocas veces pronuncian los enunciados “luchar”, “proceso de lucha” en los estudios de radio y televisión, en las trasmisiones de streaming.

 

No es una cuestión tecnológica ni etaria. No es cuestión de jóvenes o viejos, o de formatos contemporáneos de comunicación frente a otros más antiguos. Se trata de una ética determinada, de una palabra encarnada capaz de suscitar ánimos de rebeldía capaces de transmutarse en disposición al combate, a la pelea en todos los terrenos, pero atendiendo a una coherencia entre el decir y el hacer.

 

Hoy en la Cámara de Diputados del Congreso de la Nación, se rechazó el veto del presidente Javier Milei a la Ley de Emergencia en Discapacidad. Un miércoles, día fundamental en las luchas por la dignidad popular. Dignidad y pueblo, otros términos un tanto olvidados.

 

Votaciones parlamentarias como estas son fundamentales, claro, así como los resultados de elecciones como las que se avecinan, nadie lo niega. El problema es invertir las jerarquías de importancia: no hay leyes en el parlamento ni medidas de gobierno que beneficien a las grandes mayorías que se conquisten, se sostengan y se profundicen sin un pueblo movilizado, organizado, consciente y predispuesto a sostener las luchas que sean necesarias.

 

Esa persistencia que se sostiene desde abajo será algún día, eso espero al menos, justamente revalorizada: porque dejan testimonio de que aún en los peores momentos se puede hacer algo, se puede resistir y luchar para dejar de ser eso que hicieron de nosotres, y conquistar nuevas formas de vida para llegar a ser otro tipo de humanidad.