miércoles, 4 de octubre de 2017

Reseña de “El marxismo de Gramsci. Notas sobre los Cuadernos de la cárcel”, de Juan Dal Maso (y entrevista con su autor)


Libros para el cambio social

Por Mariano Pacheco*


Juan Dal Maso destaca el hecho que exista una “sobreproducción” en torno a Antonio Gramsci, así como la importancia de leerlo para “repensar ciertos núcleos teóricos del marxismo clásico”. De allí que la escritura de este libro esté pensada en torno a una serie de reflexiones despertadas tras la lectura y relectura de los Cuadernos de la cárcel durante más de una década.
El autor vuelve sobre algunas pistas del marxismo para reintroducir algunos debates esenciales y, a los ojos de este cronista, fundamentales para repensar las teorías emancipatorias en el siglo XXI (en general) y los argumentos teóricos del reformismo (en particular), pero por sobre todo, para reintroducir en los debates intelectuales contemporáneos la cuestión del vínculo entre filosofía y política. Dal Maso recuerda que la tríada “filosofía-política-economía” son constitutivas de la “concepción del mundo” propugnada por el comunista sardo, quien por otra parte recomendaba buscar la explicación de la filosofía de los hombres políticos más en sus escritos sobre política que en los de filosofía. “Para el caso del pensamiento de Gramsci no se trata tanto de buscar su verdadera filosofía en sus escritos políticos, sino de que el conjunto de la reflexión carcelaria tiene un carácter político, en el marco de que son ´traducibles´ los registros de filosofía, política y economía”.
Más allá de la coincidencia (o no) con los planteos explicitados en este libro y el trasfondo teórico-político que maneja el autor, no puede dejar de destacarse que se trata de un libro de intervención militante, publicado por las ediciones del Instituto del Pensamiento Socialista (IPS), como parte de las iniciativas de políticas culturales impulsadas por el Partidos de los Trabajadores Socialistas (PTS), una de las tres fuerzas que componen el Frente de Izquierda y de los Trabajadores (FIT) que, por otra parte, es uno de los agrupamientos de la izquierda argentina (la “tradicional” y la “nueva”) que más viene insistiendo en crear estructuras que disputen los sentidos hegemónicos y abran debates puertas adentro de las fuerzas que propugnan cambios sociales radicales (en el mismo sentido pueden mencionarse otras intervenciones, sostenidas y permanentes en el campo cultural, como son el Portal La Izquierda Diario, la Revista Ideas de Izquierda y la iniciativa de TV-PTS).
Seguramente este carácter “militante” de la publicación sea lo que haya llevado a su autor a transitar simultáneamente los andariveles de la divulgación (prueba de ello es la introducción con apuntes biográficos y de contextos, y varias explicitaciones de términos y conceptos utilizados a lo largo del libro) y la rigurosidad en la elaboración teórica.
Por tratarse de un trotskista argentino, integrante de una de las corrientes que más reivindican la ortodoxia, no deja de ser llamativo este “prestar atención” a la figura y las ideas del comunista sardo que, dicho sea de paso, no se posicionó junto a León Trotsky en las polémicas internas de la Internacional Comunista, y que por lo general fue rescatado por otras tradiciones del marxismo, más ligadas a la historia (crítica) del Partido Comunista (el emblemático grupo cordobés de Pasado y Presente o más recientemente por intelectuales como Daniel Campione) o incluso de las “nuevas izquierdas (Mable T.Rey; Hernán Ouviña; Aldo Casas, por mencionar algunos). Sobre algo de esto conversamos con Juan Dal Maso en la entrevista que nuestros lectores podrán escuchar ingresando al link que se comparte al final de esta reseña.
De todos modos, las referencias a la “ortodoxia” no dejan de hacerse explíticas en este libro, tanto cuando el autor recuerda la perspectiva de Gramsci al respecto como cuando hace referencia al movimiento comunista internacional previo al ascenso marcado del stalinismo. “En la perspectiva de Gramcsi, la ´ortodoxia´ reside esencialmente en la comprensión del carácter histórico del marxismo y en la tentativa de reconstruirlo como pensamiento unitario e independiente de las corrientes del pensamiento filosófico burgués”, puede leerse en un tramo del libro, previo a una cita del propio Gramsci, quien escribe: “una teoría es ´revolucionaria´ precisamente en la medida en que es elemento de separación y distinción consciente en dos campos, en cuanto es un campo inaccesible al campo adversario”. Apuntes a los que más adelante Dal Maso agrega: “antes de la burocratización no existían los ´puntos de vista oficiales´ por lo menos totalmente establecidos en filosofía y por el contrario, la tradición de la Tercera Internacional se destacaba por su riqueza teórica”. Postura desde la cual puede entenderse un poco más estos esfuerzos realizados por cruzar ciertas reflexiones de Gramsci con las de Trotsky.

La tríada bolchevique
Los estudios sobre los Cuadernos de la cárcel en particular, y las ideas de Gramsci en general, son puestos en relación en este libro con las ideas de los dos grandes referentes de la Revolución Rusa de 1917: Lenin y Trotsky. Conceptos leninistas como el de “situación revolucionaria” son puestos en diálogo con conceptos gramscianos como el de “crisis orgánica”, o con el de hegemonía, que Dal Maso relaciona con el de “revolución permanente”.
También Trotsky y Lenin son puestos a dialogar en este libro a través de conceptos como el mencionado de “revolución permanente”, y algunos planteos de Vladimir presentes en las Tesis de abril. Aunque en donde más fructíferos resultan esos cruces, a los ojos de este cronista, es en la puesta en relación de los análisis que Gramsci realiza a propósito del “momento estratégico de la hegemonía” (momento económico-estructural, momento político y momento militar de las relaciones de fuerzas) y las reflexiones realizadas por Trotsky a propósito de la guerra civil, tomada de “Los problemas de la guerra civil”, conferencia del jefe del Ejército Rojo dictada en la Academia de Ciencias Militares de Moscú en 1924. “La hegemonía aparece, en su acepción específicamente estratégica, como un momento ubicado entre la lucha social y la guerra civil”, comenta Dal Maso a propósito de Gramsci, para recordar que en Trotsky la insurrección es un momento de la revolución, previo a la toma del poder, que no detiene la guerra civil sino que hace que ésta cambie de carácter.

Los “usos” de Antonio Gramsci
El autor realiza un recorrido histórico de los usos de Gramsci en Argentina, partiendo del “momento inaugural” de fundación del grupo Pasado y Presente (1963), pasando por los años 60 y 70 (apropiación del guevarismo, el maoismo, el obrerismo, las guerrillas latinoamericanas y las nuevas izquierdas) hasta llegar al “Gramsci de la derrota” rescatado en los años 80 para resignificar sus ideas en una “clave democrática”. De allí el salto a la actualidad, en una búsqueda por dar cuenta de la presencia del dirigente comunista tanto en los nuevos movimientos sociales como en ciertos ideólogos de algunos gobiernos “posneoliberales”.
En ese recorrido, resulta llamativo el cruce, nuevamente, entre Gramsci y Trotsky, esta vez, situado en coyunturas más cercanas, si bien no temporalmente al menos sí geográficamente. Dal Maso trae ante los lectores, nuevamente, la tan conocida metáfora gramsciana de “Oriente y Occidente”, y arriesga la hipótesis de que sólo reconociendo el carácter “peculiar y contradictorio” de América Latina se puede hablar de una “condición occidental” presente en estas tierras. “Y este carácter peculiar y contradictorio está dado por la precariedad que se desprende de una óccidentalización´ en los marcos de una condición estructural semicolonial. Esta precariedad no depende únicamente de factores políticos sino en primer lugar económicos, es decir, de la posición subordinada de nuestro subcontinente en la división internacional del trabajo y de las configuraciones concretas de las relaciones de nuestros países, y de el o los imperialismos, según los distintos momentos históricos”, señala, antes de pasar a revisitar las reflexiones de Trostky en torno a la relación “Estado/sociedad civil” en América Latina.
Repasando los Escritos Latinoaméricanos del fundador de la IV Internacional, Dal Maso recuerda esta paradoja del poder de los Estados Latinoamericanos que, en determinado momento de su desarrollo, tuvieron que garantizarse una base de apoyo en la clase obrera para sostenerse, en ausencia o con fuertes debilitamientos de una burguesía que se erigiera como clase nacional. Reflexión de Trosky que rescata para repensar un problema que persiste hasta la actualidad: el rol de los sindicatos “estatizados” como “proceso orgánico”, más allá de la “ampliación”o “restricción” del Estado en políticas públicas denominadas “progresistas” en las distintas coyunturas. En este contexto –insiste Dal Maso, citando a Trotsky-- la burocracia sindical constituye un “aparato paraestatal” que actúa como “sociedad civil” cuando tiene que contener y como Estado (“banda paraestatal”) cuando tiene que apuntalar la represión.
Inscribiendo los aportes teóricos de Gramsci en la tradición trotskista, Dal Maso concluye con una serie de interrogantes en cuento a las posibilidades de reconstruir un marxismo revolucionario en la actualidad que pueda determinar cual es la “forma actual” que puede adoptar la “revolución permanente”, entendida en su “sentido virtuoso” de progresión de revolución “democrática a socialista” y de “nacional a internacional” en una perspectiva de “transición” hacia otro tipo de sociedad, sin explotados y dominados.

PARA ESCUCHAR LA ENTREVISTA COMPLETA DE MARIANO PACHECO A JUAN DAL MASO INGRESÁ ACÁ:

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