Libros
para el cambio social
Por
Mariano Pacheco*
Juan Dal Maso destaca el hecho que exista una “sobreproducción” en torno a Antonio Gramsci, así como la importancia de leerlo para “repensar ciertos núcleos teóricos del marxismo clásico”. De allí que la escritura de este libro esté pensada en torno a una serie de reflexiones despertadas tras la lectura y relectura de los Cuadernos de la cárcel durante más de una década.
El autor
vuelve sobre algunas pistas del marxismo para reintroducir algunos
debates esenciales y, a los ojos de este cronista, fundamentales para
repensar las teorías emancipatorias en el siglo XXI (en general) y
los argumentos teóricos del reformismo (en particular), pero por
sobre todo, para reintroducir en los debates intelectuales
contemporáneos la cuestión del vínculo entre filosofía y
política. Dal Maso recuerda que la tríada
“filosofía-política-economía” son constitutivas de la
“concepción del mundo” propugnada por el comunista sardo, quien
por otra parte recomendaba buscar la explicación de la filosofía de
los hombres políticos más en sus escritos sobre política que en
los de filosofía. “Para el caso del pensamiento de Gramsci no se
trata tanto de buscar su verdadera filosofía en sus escritos
políticos, sino de que el conjunto de la reflexión carcelaria tiene
un carácter político, en el marco de que son ´traducibles´ los
registros de filosofía, política y economía”.
Más allá
de la coincidencia (o no) con los planteos explicitados en este libro
y el trasfondo teórico-político que maneja el autor, no puede dejar
de destacarse que se trata de un libro de intervención militante,
publicado por las ediciones del Instituto del Pensamiento Socialista
(IPS), como parte de las iniciativas de políticas culturales
impulsadas por el Partidos de los Trabajadores Socialistas (PTS), una
de las tres fuerzas que componen el Frente de Izquierda y de los
Trabajadores (FIT) que, por otra parte, es uno de los agrupamientos
de la izquierda argentina (la “tradicional” y la “nueva”) que
más viene insistiendo en crear estructuras que disputen los sentidos
hegemónicos y abran debates puertas adentro de las fuerzas que
propugnan cambios sociales radicales (en el mismo sentido pueden
mencionarse otras intervenciones, sostenidas y permanentes en el
campo cultural, como son el Portal La Izquierda Diario, la Revista
Ideas de Izquierda y la iniciativa de TV-PTS).
Seguramente
este carácter “militante” de la publicación sea lo que haya
llevado a su autor a transitar simultáneamente los andariveles de la
divulgación (prueba de ello es la introducción con apuntes
biográficos y de contextos, y varias explicitaciones de términos y
conceptos utilizados a lo largo del libro) y la rigurosidad en la
elaboración teórica.
Por
tratarse de un trotskista argentino, integrante de una de las
corrientes que más reivindican la ortodoxia, no deja de ser
llamativo este “prestar atención” a la figura y las ideas del
comunista sardo que, dicho sea de paso, no se posicionó junto a León
Trotsky en las polémicas internas de la Internacional Comunista, y
que por lo general fue rescatado por otras tradiciones del marxismo,
más ligadas a la historia (crítica) del Partido Comunista (el
emblemático grupo cordobés de Pasado y Presente o más
recientemente por intelectuales como Daniel Campione) o incluso de
las “nuevas izquierdas (Mable T.Rey; Hernán Ouviña; Aldo Casas,
por mencionar algunos). Sobre algo de esto conversamos con Juan Dal
Maso en la entrevista que nuestros lectores podrán escuchar
ingresando al link que se comparte al final de esta reseña.
De todos
modos, las referencias a la “ortodoxia” no dejan de hacerse
explíticas en este libro, tanto cuando el autor recuerda la
perspectiva de Gramsci al respecto como cuando hace referencia al
movimiento comunista internacional previo al ascenso marcado del
stalinismo. “En la perspectiva de Gramcsi, la ´ortodoxia´ reside
esencialmente en la comprensión del carácter histórico del
marxismo y en la tentativa de reconstruirlo como pensamiento unitario
e independiente de las corrientes del pensamiento filosófico
burgués”, puede leerse en un tramo del libro, previo a una cita
del propio Gramsci, quien escribe: “una teoría es ´revolucionaria´
precisamente en la medida en que es elemento de separación y
distinción consciente en dos campos, en cuanto es un campo
inaccesible al campo adversario”. Apuntes a los que más adelante
Dal Maso agrega: “antes de la burocratización no existían los
´puntos de vista oficiales´ por lo menos totalmente establecidos en
filosofía y por el contrario, la tradición de la Tercera
Internacional se destacaba por su riqueza teórica”. Postura desde
la cual puede entenderse un poco más estos esfuerzos realizados por
cruzar ciertas reflexiones de Gramsci con las de Trotsky.
La
tríada bolchevique
Los
estudios sobre los Cuadernos
de la cárcel en
particular, y las ideas de Gramsci en general, son puestos en
relación en este libro con las ideas de los dos grandes referentes
de la Revolución Rusa de 1917: Lenin y Trotsky. Conceptos leninistas
como el de “situación revolucionaria” son puestos en diálogo
con conceptos gramscianos como el de “crisis orgánica”, o con el
de hegemonía, que Dal Maso relaciona con el de “revolución
permanente”.
También
Trotsky y Lenin son puestos a dialogar en este libro a través de
conceptos como el mencionado de “revolución permanente”, y
algunos planteos de Vladimir presentes en las Tesis
de abril.
Aunque en donde más fructíferos resultan esos cruces, a los ojos de
este cronista, es en la puesta en relación de los análisis que
Gramsci realiza a propósito del “momento estratégico de la
hegemonía” (momento económico-estructural, momento político y
momento militar de las relaciones de fuerzas) y las reflexiones
realizadas por Trotsky a propósito de la guerra civil, tomada de
“Los problemas de la guerra civil”, conferencia del jefe del
Ejército Rojo dictada en la Academia de Ciencias Militares de Moscú
en 1924. “La hegemonía aparece, en su acepción específicamente
estratégica, como un momento ubicado entre la lucha social y la
guerra civil”, comenta Dal Maso a propósito de Gramsci, para
recordar que en Trotsky la insurrección es un momento de la
revolución, previo a la toma del poder, que no detiene la guerra
civil sino que hace que ésta cambie de carácter.
Los
“usos” de Antonio Gramsci
El autor
realiza un recorrido histórico de los usos de Gramsci en Argentina,
partiendo del “momento inaugural” de fundación del grupo Pasado
y Presente (1963), pasando por los años 60 y 70 (apropiación del
guevarismo, el maoismo, el obrerismo, las guerrillas latinoamericanas
y las nuevas izquierdas) hasta llegar al “Gramsci de la derrota”
rescatado en los años 80 para resignificar sus ideas en una “clave
democrática”. De allí el salto a la actualidad, en una búsqueda
por dar cuenta de la presencia del dirigente comunista tanto en los
nuevos movimientos sociales como en ciertos ideólogos de algunos
gobiernos “posneoliberales”.
En ese
recorrido, resulta llamativo el cruce, nuevamente, entre Gramsci y
Trotsky, esta vez, situado en coyunturas más cercanas, si bien no
temporalmente al menos sí geográficamente. Dal Maso trae ante los
lectores, nuevamente, la tan conocida metáfora gramsciana de
“Oriente y Occidente”, y arriesga la hipótesis de que sólo
reconociendo el carácter “peculiar y contradictorio” de América
Latina se puede hablar de una “condición occidental” presente en
estas tierras. “Y este carácter peculiar y contradictorio está
dado por la precariedad que se desprende de una óccidentalización´
en los marcos de una condición estructural semicolonial. Esta
precariedad no depende únicamente de factores políticos sino en
primer lugar económicos, es decir, de la posición subordinada de
nuestro subcontinente en la división internacional del trabajo y de
las configuraciones concretas de las relaciones de nuestros países,
y de el o los imperialismos, según los distintos momentos
históricos”, señala, antes de pasar a revisitar las reflexiones
de Trostky en torno a la relación “Estado/sociedad civil” en
América Latina.
Repasando
los Escritos
Latinoaméricanos
del fundador de la IV Internacional, Dal Maso recuerda esta paradoja
del poder de los Estados Latinoamericanos que, en determinado momento
de su desarrollo, tuvieron que garantizarse una base de apoyo en la
clase obrera para sostenerse, en ausencia o con fuertes
debilitamientos de una burguesía que se erigiera como clase
nacional. Reflexión de Trosky que rescata para repensar un problema
que persiste hasta la actualidad: el rol de los sindicatos
“estatizados” como “proceso orgánico”, más allá de la
“ampliación”o “restricción” del Estado en políticas
públicas denominadas “progresistas” en las distintas coyunturas.
En este contexto –insiste Dal Maso, citando a Trotsky-- la
burocracia sindical constituye un “aparato paraestatal” que actúa
como “sociedad civil” cuando tiene que contener y como Estado
(“banda paraestatal”) cuando tiene que apuntalar la represión.
Inscribiendo
los aportes teóricos de Gramsci en la tradición trotskista, Dal
Maso concluye con una serie de interrogantes en cuento a las
posibilidades de reconstruir un marxismo revolucionario en la
actualidad que pueda determinar cual es la “forma actual” que
puede adoptar la “revolución permanente”, entendida en su
“sentido virtuoso” de progresión de revolución “democrática
a socialista” y de “nacional a internacional” en una
perspectiva de “transición” hacia otro tipo de sociedad, sin
explotados y dominados.
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ESCUCHAR LA ENTREVISTA COMPLETA DE MARIANO PACHECO A JUAN DAL MASO
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