martes, 9 de septiembre de 2025

Mao: filósofo y poeta de la revolución




Es conocidísimo el rol del Mao Tse Tung al frente de la gesta política liberadora del pueblo chino: la Larga Marcha, la Revolución Cultural Proletaria resuenan por aquí y por allá. Sus “Escritos militares” fueron manual de lucha popular y su capacidad de entremezclar comunismo y sabiduría ancestral oriental abrieron paso a quienes buscaban ligar socialismo con perspectiva de liberación nacional (“El imperialismo es un tigre de papel”). El “Libro Rojo” del Presidente Mao se imprimió en miles de páginas y fue leído por millones de personas en el mundo entero.

 

Menos conocidos quizás son sus dotes como “Filósofo de la revolución”: sus “Tesis filosóficas” marcaron el rumbo de varias generaciones militantes. Fue el caso de la mía al menos, en los noventa, incluso sin participar de las filas del maoísmo. “Acerca de la práctica” y “Sobre la contradicción” funcionaron como puerta de ingreso a un universo teórico ajeno al de una militancia sin ligazón con las bibliotecas universitarias.

 

“Los marxistas consideran ante todo que la actividad productora del hombre constituye la actitud práctica más fundamental, que es la que determina toda actividad”, puede leerse en las primeras páginas del primer texto mencionado. Y en el siguiente: “al estudiar un problema, debemos mantenernos en guardia contra el subjetivismo, la unilateralidad y la superficialidad”. Mao incitó a que la teoría revolucionaria no fuera una cuestión de especialistas, sino –como se pudiera– algo a ser abordado por cualquiera.

 

Pero lo que verdaderamente mucha gente desconoce, es que Mao también fue el “Poeta de la Revolución”. Mao se iba de este mundo un 9 de septiembre de 1976, pero nos dejó poemas como este de 1928, “La montaña de Chingkang”:

 

Se divisan al pie de la montaña nuestras/

banderas y estandartes,

y en la cumbre resuenan tambores y clarines.

 

Con millares de anillos el enemigo nos cercaba, pero

nos mantuvimos enhiestos, inamovibles.

 

Nuestras voluntades se unieron como en una/

Muralla

y desde antes nuestra defensa era firme como un/

bastión.

 

En Huanyangchie, nuestro cañón retumba:

anuncia que en la noche el enemigo huyó.

 

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