Tremenda peli “La mujer de la fila”, de Benjamin Avila, quien vuelve –como en “Infancia clandestina”– con Natalia Oreiro como protagonista.
En esta oportunidad Oreiro encarna la historia de la tragedia
de Andrea, una mujer de clase media, madre de tres hijos, viuda, con
algunos indicios de depresión, que repentinamente da un vuelco en su vida desde
que el mayor de sus hijos de 18 años (interpretado por Federico Heinrich)
termina en la cárcel acusado de ser el chofer de una banda de ladrones.
Primero
la vergüenza social, el ocultamiento familiar y luego la asunción de lo que ha
pasado, el reponerse anímicamente para dar respaldo a su hijo en ese largo
peregrinar que incluye contratar un abogado, tratar de convencer al muchacho de
que llegue a un acuerdo con la justicia delatando al jefe de la banda y, sobre
todo, cocinar, trasladarse y hacerse del tiempo y la fuerza para sostener las
visitas en la prisión.
Y
aquí es donde está puesto el eje del film (y de allí el título): una
inteligente manera de abordar la cuestión carcelaria, desde otro punto de
vista, el de las mujeres que son abrumadoramente la mayoría de quienes sostienen
ese vínculo con quienes quedan tras las rejas (mayoritariamente varones).
Vi
esta película el fin de semana, en el que también vi “Belén” (de la que voy a
comentar algo en otro post): a su modo, ambas trabajan desde el cine la
cuestión de la cárcel, de la justicia, de los movimientos que se producen en la
sociedad cuando un ser querido (o alguien por el que se siente empatía cuando
se trata de encierros injustos) termina en la cárcel.
De nuevo
como en Infancia clandestina, en “La mujer de la fila” Oreiro logra entrelazar
actuación con canción, en una hermosa versión (realizada a dúo con su compañero
de vida Ricardo Moyo) de “Canción de simples cosas” de Armando Tejada Gómez y
César Isella.
Todas
las mujeres que actúan de extras lo hacen de manera brillante (está muy bien también
el papel de Alberto Ammann). Al finalizar la película, las placas con palabras
en letra blanca sobre fondo negro complementan el sentido de esta historia basada
sobre hechos reales. Basada ya que el arte siempre es otra cosa, incluso en su
versión más realista.
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