sábado, 11 de octubre de 2025

Filosofía y autoficción (Taller)



¿Cómo se cuenta una vida?

 

Literatura y filosofía como iniciativas de salud Se viene el último tramo del año del Laboratorio de Experimentación Narrativa “Escrituras sintomáticas” en la Escuela Autogestiva de Literatura Aldo F. Oliva

 

Actividad virtual- Arancelada

Miércoles de 19 a 21- Quincenal

Inicio: 15 de octubre (4 encuentros)

 

COORDINACIÓN: Mariano Pacheco

CONSULTAS: palabrasprofanas@gmail.com

 

LECTURAS:

 

·                     Friedrich Nietzsche: "Ecce homo"

·                     Louis Althusser: El porvenir es largo

·                     Tomás Abraham: La dificultad

·                     Esther Díaz: Filósofa punk. Una memoria

 

 

PROPUESTA

Por segundo año consecutivo sostenemos este espacio que, cada dos meses, se renueva por bloques temáticos y abre su convocatoria para nuevas incorporaciones. Bajo el lema de “seguir el rastro de nuestros síntomas” como programa de escritura, nos proponemos asumir un desafío: o bien comenzar a escribir o bien (si ya lo hacemos con frecuencia) retrabajar cuestiones vinculadas a la composición formal.


Para ello dedicamos un encuentro por mes a escribir nuestros propios textos, guiados por una consigna que sirve para elaborar un texto breve: una entrada de Diario, una crónica o relato, una entrevista narrada, un microensayo, que luego es conversado colectivamente.


El proceso culmina con una devolución personalizada, con corrección y sugerencia de edición por parte del coordinador. Por otro lado, dedicamos el otro encuentro del mes a conversar sobre las lecturas seleccionadas, y rescatar aquellos elementos que pueden servirnos para nuestras propias escrituras.


En este tramo de octubre- noviembre abordaremos, por un lado, una lectura de textos autobiográficos escritos por filósofxs (de Alemania y Francia, pero también de la Argentina contemporánea) y, por otro lado, buscaremos realizar nuestros propios ejercicios de memoria respecto del vínculo entre filosofía, literatura y formas de vida, en la búsqueda de trabajar un núcleo de recuerdos que nos disparen la propia escritura, una textualidad que trataremos de usar como insumo para pensar los vínculos entre experiencia y ficción.

 

domingo, 5 de octubre de 2025

Acerca de "Un día de octubre en Santiago", el libro de Carmen Castillo sobre Miguel Enríquez


Por Mariano Pacheco


Un día de octubre en Santiago, el libro de Carmen Castillo sobre Miguel Enríquez está zurcido con palabras amorosas en las que se entremezclan la ternura, la sutileza y una suerte de “estética de los detalles”. Cuando la muerte de un revolucionario inspira la persistencia de la resistencia antidictatorial y los sueños socialistas de una patria grande libre y emancipada.

Este libro escrito en francés (“la lengua del exilio” –como dice la autora en el prólogo a la edición mexicana de 1982–, pues se necesita de una lengua extranjera “para soportar la memoria de los ausentes”), publicado y reeditado en castellano en varias oportunidades y países, no sólo reconstruye la caída en combate del máximo dirigente del Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) aquella tarde del 5 de octubre de 1974, y la caída (detención por parte de la DINA) de la propia autora (militante de la misma organización, compañera de vida del emblemático dirigente), sino que constituye un documento imprescindible para revivir (a quienes les da la edad) o acercarnos a la historia (a quienes somos más jóvenes) lo que fueron aquellas apuestas de revolución que atravesaron el continente en los años setenta. En este caso, además, con el plus de haber sido el único proceso del continente que intentó albergar la posibilidad del socialismo por vía democrática, y que fuera tan brutalmente reprimido tras el golpe de Estado que lleva a Pinochet a la larga presidencia de facto que servirá como laboratorio del neoliberalismo a escala mundial.

El trabajo de reconstrucción que hace Castillo con su escritura es obsesivo: qué pasó ese día, como lo recuerda la propia autora, qué tienen para decir sus compañeras y compañeros más allegados sobre cómo vivieron, dónde estaban y que hacían ese 5 de octubre, atraviesan toda la narración, que oscila entre la biografía, la autobiografía, la crónica histórica, el balance histórico-militante. Escribir para buscar la verdad, para sostener una memoria, para dar cuenta también de aquellas otras vidas que no siempre han salido a relucir en el panteón de nombres recordados.

Una vida que se acaba (que es arrebatada por la represión), otras vidas que siguen, que se recomponen y relanzan hacia nuevas aventuras. La fuerza irradiadora de Miguel es traída a cuento una y otra vez: Enríquez y el impulso que la invocación de su nombre inspira a quienes ya han caído bajo las garras homicidas de los represores. Enríquez y la confianza que inspiraba entre sus compañeras y compañeros para seguir peleando contra la dictadura que derribó al presidente Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973 (golpe que se cobró su vida, recordemos, el pacifista y coherente socialista casco en la cabeza y metralla en mano –regalada por Fidel Castro– defendiendo el proceso hasta último momento en la Casa de la Moneda).

La caída de Miguel en 1974, y la autora, única compañía a su lado aquél día, que rememora los minutos previos a la muerte de su compañero, y sus palabras pronunciadas mientras ella yacía herida: “Catita, despiértate Catita”. Sus manos que sienten las de él, que dejan por un instante la ametralladora AK con la que se defiende del ataque de los esbirros (esa que emitía ese ruido silbante que ella no conocía hasta entonces). Escucha su voz, siente sus labios que los besan por última vez. ¿Era la ternura que el Comandante Guevara recomendaba a los revolucionarios no perder jamás, a pesar de los endurecimientos que la lucha abierta contra un enemigo atroz imponía? Algo de eso parece rescatar la autora, en pasajes como el citado, o como ese otro en donde rebate la afirmación de un militante, que dice que los muertos “no merecen lágrimas sino combate”. Ante tal postulado la autora retruca: “los muertos tienen derecho también a que los lloremos. También tú, Simón, tienes derecho a la ternura y a las lágrimas”. ¿Sería esa ternura que el propio Miguel militó en vida, con gestos como el de inventar pequeños poemas y componer canciones para las niñas y niños con los que compartía el día a día incluso en medio de una lucha abierta?

“Miguel Resiste. En el cuarto de los detenidos no se dijo palabra alguna… La mano de Amelia tomó la mano de Carolina, y Carolina tomó la del compañero a su lado… En segundos, todos se tomaban de la mano, trazando un círculo. Nos tocábamos con una plegaria en el corazón… Miguel Resiste. La DINA tiene heridos y muertos. Las manos se estrechaban… La Internacional retumba en la casa de José Domingo Cañas. Un suspiro, un redoble de murmullos se propaga de oído en oído: Miguel no ha muerto”.

¿Era esa fuerza militante la que hacía que incluso los milicos respetaran a los miristas? Tal como cuenta la autora, hasta algún Mayor de las Fuerzas Armadas de tanto en tanto ingresaba en el cuarto de los militantes detenidos para reconocerlo ante ellos (“no sé qué me sucede con estos cabros del MIR que no puedo odiarlos”). Si eso sucedía con sus enemigos no hace falta imaginar qué sucedía entre las filas revolucionarias. “En cuanto me hundía en la desesperación, en cuanto me faltaban fuerzas, lo veía al Miguel. Miguel me sonreía y me decía: Amy, mantente en vida, no flaquees”, podemos leer de la transcripción de la voz de Amelia, una de sus compañeras, citada en otro tramo de este libro.

 

Escribir, resistir, existir

Este libro es un trabajo digno de aquello que nos hemos empecinado en denominar como “escrituras sintomáticas”. En este caso aparece un procedimiento que se torna fundamental a la hora de resistirse a ser encasillada bajo la denominación burguesa de “literatura del yo”: un desdoblamiento entre la primera persona del singular que narra y una tercera persona del singular que es la personaje-protagonista (con pseudónimo, o “nombre de guerra”, como se decía en la época) se entremezcla a su vez con una tercera persona del plural que da cuenta de una experiencia colectiva (la militancia mirista). Es, por lo tanto al mismo tiempo– un tipo de escritura política (la historia de Miguel y de la autora es a su vez la historia de Simón Enríquez y de Laura Allende, de “La Abuela”, y de tantas y tantos anónimos que, desde diversos puestos de combate, no se resignaron cuando los sueños de emancipación condujeron a pesadillas de muerte de quienes tuvieron como oficio el calvario de las vidas ajenas). Tal vez por eso Castillo escribe en el epílogo a la edición francesa de 1980: “este no es un libro político, pero relata una historia política”. Y también: “luchamos contra falsos olvidos”. Queda claro y por si hay dudas nos lo advierte: “en estas cosas no hay inocencia”. Es bueno declarar de qué lecturas somos culpables, supo decir alguna vez Louis Althusser y sus palabras resuenan al leer este libro.

Un día de octubre en Santiago llegó a Buenos Aires, de parte de la editorial chilena LOM, hace algunas semanas. Primero lo coloqué en la pilita de “libros por leer”, pero rápidamente se despertó en mí una secreta curiosidad que me llevó a hojearlo y ahí sí, una vez que empecé, no pude para hasta terminarlo.

Lo leo en el contexto del “experimento argentino en curso”, como Cecilia Abdo Ferez denomina a la alianza electoral- gubernamental del libertarianismo de extrema derecha de Javier Milei y pienso en la importancia de las referencias del pasado que pueden inspirar nuevos combates (relectura del pasado en función de combates presentes para reabrir posibilidades de otros futuros, muy lejos de la melancolía de izquierda que se regodean en los fracasos para idolatrar todo lo que ya ha sido).

Pienso en aquello que Castillo cuenta en su libro: cómo Enríquez ofició de bandera, una vez asesinado, que llevó a muchos exiliados a regresar a su patria para seguir librando las batallas necesarias para que el pueblo chileno recupera su soberanía conculcada por los dictadores. “Hay mil cosas que pueden hacerse, aun en las peores circunstancias”, escribe la autora, luego de haber sido liberada (y expulsada del país) tras la presión internacional que reclamaba por esa mujer embarazada que permanecía rehén de la dictadura.

Escritura de la demora, entonces, luego de tantas urgencias (el libro comienza a materializarse en su escritura en 1987, cuando obtiene un permiso transitorio para retornar a su patria), pero también, escritura de la conversación (con sus antiguos camaradas) y, por qué no, escritura de la recomposición subjetiva. Tal como Castillo misma lo atestigua en este libro. “París: aquí es donde volví a la vida, donde volvía ser mujer, y luego militante, es cierto que singular, pero así y todo… una militante”.

Su trabajo como documentalista así da cuenta: experiencia de mutación existencial, que la llevó a recalibrar sus ámbitos de intervención, pero nunca a confundir las veredas desde donde situar su punto de vista. Escribir y filmar para resistir, para existir.

 

Rehacer el camino

Escribe Carmen Castillo en Un día de octubre en Santiago:


“Miguel decía, permaneceremos, es preciso para evitar la desbandada, para organizar el repliegue, dar forma a los combates de la defensiva e impedir el arraigamiento estable de la dictadura. Responder al golpe de Estado, a la violencia militar, a la derrota, levantando trincheras y replegarse combatiendo. Si estamos vencidos en algún momento, dispersarse ordenadamente, rehacer el camino, retroceder sin jamás detener la revuelta, resistir siempre. Miguel decía en sus cartas sobre papel de cigarrillos, la amplitud de la derrota dependerá de cómo reacciona y se comporta la voluntad de lucha. Si se pliega, flaquea y se torna pesimista, entonces cederá, se quebrantará y se dejará vencer. Si aguanta, despliega su iniciativa y su astucia. Si resiste, entonces seguirá entera, viva y se difundirá. Miguel tenía razón, aún en los peores momentos mantuvimos la certidumbre de que en Chile había algo más que militares y patrones y nutrimos una resistencia subterránea, silenciosa. Los clandestinos permitieron que sobreviviera la lucha que ahora germina”.

 

Esa lucha que germinó tiene distintas gradaciones y frecuencias históricas. Podemos pensar en el Frente Patriótico Manuel Rodríguez que emergió en los ochenta, en la tenaz apuesta por sostener las memorias de la resistencias una vez que Pinochet finalmente abandona la presidencia (aunque manteniéndose como comandante en Jefe de las fuerzas Armadas y como “Senador vitalicio”) o ya más cerca en el tiempo, con el grito de “No fueron 30 pesos fueron 30 años” de los estudiantes que dan puntapié a la revuelta popular que, en 2019, toma las calles para intentar dar una vuelta de página a toda esa historia que interrumpe los anhelos de transformación profunda en 1973.

 

Al fin y al cabo, son las luchas que florecen las que permiten de algún modo redimir a quienes pelearon antes, como supo escribir Walter Benjamin, y también a nosotras, a nosotros, nos envuelva esa ráfaga de viento que envolvía a los de antes. Para que la política no sea mera gestión de lo existente, sino más bien –y estas son palabras de la propia Carmen Castillo– para que sea “todo aquello que no se inclina frente a lo imposible”.




 

miércoles, 1 de octubre de 2025

Filosofía y autoficción: ¿cómo se cuenta una vida?


 

 

Literatura y filosofía como iniciativas de salud

 

 

Laboratorio de Experimentación Narrativa

“Escrituras sintomáticas”- Escuela de Literatura A.F. Oliva

 

Coordinación: Mariano Pacheco

Actividad virtual- Arancelada

 

Miércoles de 19 a 21- Quincenal

Inicio: 15 de octubre (4 encuentros)

 

CONSULTAS:

palabrasprofanas@gmail.com

 

 

LECTURAS

Friedrich Nietzsche: Ecce homo

Louis Althusser: El porvenir es largo (selección)

Tomás Abraham: La dificultad (selección)

Esther Díaz: Filosofía de la vejez (selección)

 

 

PROPUESTA

Por segundo año consecutivo sostenemos este espacio que, cada dos meses, se renueva por bloques temáticos y abre su convocatoria para nuevas incorporaciones. Bajo el lema de “seguir el rastro de nuestros síntomas” como programa de escritura, nos proponemos asumir un desafío: o bien comenzar a escribir o bien (si ya lo hacemos con frecuencia) retrabajar cuestiones vinculadas a la composición formal.

 

Para ello dedicamos un encuentro por mes a escribir nuestros propios textos, guiados por una consigna que sirve para elaborar un texto breve: una entrada de Diario, una crónica o relato, una entrevista narrada, un microensayo, que luego es conversado colectivamente. El proceso culmina con una devolución personalizada, con corrección y sugerencia de edición por parte del coordinador. Por otro lado, dedicamos el otro encuentro del mes a conversar sobre las lecturas seleccionadas, y rescatar aquellos elementos que pueden servirnos para nuestras propias escrituras.

 

En este tramo de octubre- noviembre abordaremos, por un lado, una lectura de textos autobiográficos escritos por filósofxs (de Alemania y Francia, pero también de la Argentina contemporánea) y, por otro lado, buscaremos realizar nuestros propios ejercicios de memoria respecto del vínculo entre filosofía, literatura y formas de vida, en la búsqueda de trabajar un núcleo de recuerdos que nos disparen la propia escritura, una textualidad que trataremos de usar como insumo para pensar los vínculos entre experiencia y ficción.

 

lunes, 29 de septiembre de 2025

Retórica, locura y salud mental: una filosofía del encuentro (Mateada a la gorra en CABA)


 

En esta mateada, que realizaremos en la Biblioteca y Librería Popular Literatura Inclusiva, nos proponemos trabajar sobre la inspiración que las lecturas de Nietzsche y Spinoza nos habilitan a pensar en términos de filosofía y vida cotidiana, poniendo en el centro de las discusiones la cuestión de la salud mental.

 

La salud como punto de vista sobre la enfermedad en Nietzsche, las acusaciones de sus detractores por su locura y la relación entre soledad y amistad como ejes disparadores para intentar pensar algo de aquello que, en su jerga, Spinoza denominaba como una “economía ontológica de los encuentros”.

 

Si Spinoza y Nietzsche son nuestros contemporáneos es porque su pensamiento contribuye a pensar nuestras subjetividades desde otras coordenadas a las dominantes, y habilitan a trazar una cartografía de aquello que podemos hacer para dejar de ser eso que hicieron de nosotros, de nosotras. El análisis de los cuerpos (singulares y colectivos) y sus interrelaciones, en términos de mutaciones, nos permiten interrogarnos acerca de los modos de constitución de una potencia (de pensar, de sentir, de actuar) más intensa, en la que la experiencia colectiva y la de cada una de nuestras vidas se nos presenten de modo inseparable (siempre se trata de encuentros).

 

¡Lo sorprendente es el cuerpo!, sentenció Nietzsche. Y Spinoza se preguntó: ¿qué puede un cuerpo? Famosa interrogación que retomó Gilles Deleuze para sus meditaciones y reflexiones, que lo llevaron a afirmar: “un cuerpo deviene junto a otros cuerpos produciendo, afirmando relaciones, encuentros y conexiones”.

 

La participación no requiere de saberes ni lecturas previas. Ese mismo día, junto con el mate, vamos a leer breves extractos de textos que contribuyan a dinamizar una conversación colectiva en torno a todos estos temas.


 

Jueves 2 de octubre, 19 A 21 horas

Bylpli San Telmo: Brasil 656 - CABA

 

 

COORDINACIÓN: Mariano Pacheco

 

INSCRIPCIÓN: 1140991554

palabrasprofanas@gmail.com

 

 

viernes, 26 de septiembre de 2025

Sobre “Belén”, de Dolores Fonzi



Fui a ver  segundo film dirigido y protagonizado por Dolores Fonzi. Me gustó mucho más que “Blondie”.

 

Inspirada en el libro “Somos Belén” de Ana Corre, Fonzi interpreta aquí a Soledad Deza, la abogada defensora de Julieta (Camila Pláate), la verdadera protagonista de esta historia: una joven injustamente condenada por un aborto espontáneo que pasa directamente del hospital a la cárcel y que, tras ser condenada, adquiere otro nombre para difundir su situación. Así “Belen” se transforma en bandera. Aunque breves, destacadas las apariciones de Julieta Cardinali y Luis Machín.

 

La opresión del poder judicial frente a los sectores más pobres de la población y, asimismo, su entrelazamiento con el poder médico, sobre todo en sitios en donde las creencias religiosas terminan pesando por sobre el saber científico está muy bien abordado.

 

Hay mucho del cine tipo judicial (alegatos, expedientes –“en papel”–, pasillos de Tribunales, operaciones, prepotencia, impunidad, injusticas, defensores oficiales que no defienden, fiscales que prejuzgan, jueces que condenan sin demasiados elementos). También de conservadurismo provincial (¡Tucumán eligió en urnas al genocida Bussi como gobernador!), pero que no deja de dar cuenta de cómo los casos locales adquieren otro relieve cuando son pasados por la caja de resonancia de la arena pública nacional

 

“Belén” fue elegido por la Academia de las Ciencias y las Artes Cinematográficas para representar al país en la competencia por los premios Oscar 2026. Y esto sucede en una coyuntura muy particular: en la misma semana en que se produce el narco-femicidio de Brenda, Morena y Lara, y que se difunde la publicidad en la que dos muchachos meten en una bolsa negra a una chica y la “tiran” en una camioneta para que “desaparezca” de sus vistas.

 

Buena noticia que “Belén” esté por el mundo recordando que hace muy poco, el movimiento de la sociedad argentina (fundamentalmente de las mujeres y disidencias sexuales) produjo una revuelta (de ideas, de prácticas políticas y cambios institucionales, de vínculos de todo tipo) que ha dejado una marca insoslayable para cualquier futuro venturoso digno de pujar por la emancipación. 

lunes, 22 de septiembre de 2025

Sobre "La mujer de la fila”, film de Benjamin Avila



Tremenda peli “La mujer de la fila”, de Benjamin Avila, quien vuelve –como en “Infancia clandestina”– con Natalia Oreiro como protagonista.

 

En esta oportunidad Oreiro encarna la historia de la tragedia de Andrea, una mujer de clase media, madre de tres hijos, viuda, con algunos indicios de depresión, que repentinamente da un vuelco en su vida desde que el mayor de sus hijos de 18 años (interpretado por Federico Heinrich) termina en la cárcel acusado de ser el chofer de una banda de ladrones.

 

Primero la vergüenza social, el ocultamiento familiar y luego la asunción de lo que ha pasado, el reponerse anímicamente para dar respaldo a su hijo en ese largo peregrinar que incluye contratar un abogado, tratar de convencer al muchacho de que llegue a un acuerdo con la justicia delatando al jefe de la banda y, sobre todo, cocinar, trasladarse y hacerse del tiempo y la fuerza para sostener las visitas en la prisión.

 

Y aquí es donde está puesto el eje del film (y de allí el título): una inteligente manera de abordar la cuestión carcelaria, desde otro punto de vista, el de las mujeres que son abrumadoramente la mayoría de quienes sostienen ese vínculo con quienes quedan tras las rejas (mayoritariamente varones).

 

Vi esta película el fin de semana, en el que también vi “Belén” (de la que voy a comentar algo en otro post): a su modo, ambas trabajan desde el cine la cuestión de la cárcel, de la justicia, de los movimientos que se producen en la sociedad cuando un ser querido (o alguien por el que se siente empatía cuando se trata de encierros injustos) termina en la cárcel.

 

De nuevo como en Infancia clandestina, en “La mujer de la fila” Oreiro logra entrelazar actuación con canción, en una hermosa versión (realizada a dúo con su compañero de vida Ricardo Moyo) de “Canción de simples cosas” de Armando Tejada Gómez y César Isella.

 

Todas las mujeres que actúan de extras lo hacen de manera brillante (está muy bien también el papel de Alberto Ammann). Al finalizar la película, las placas con palabras en letra blanca sobre fondo negro complementan el sentido de esta historia basada sobre hechos reales. Basada ya que el arte siempre es otra cosa, incluso en su versión más realista. 

sábado, 20 de septiembre de 2025

Diario de una chica experta en desastres de amor



Esta serie recientemente estrenada en Netflix cuenta, por ahora, con 7 episodios de su primera temporada.

 

La escena es la repetida, una y otra vez, a lo largo de buena parte de mi vida: no poder dormir, no poder leer, no encontrar la energía suficiente para conquistar la concentración necesaria para ver un film... poner una serie cualquiera porque no se encuentra ninguna que merezca la calificación de ser elegida. Así es como me topé con esta serie sueca de TV distribuida por la plataforma.

 

La empecé a ver pensando que era una estupidez, que probablemente no pasaría del primer capítulo (o, peor aún, que ni siquiera terminara el primero). Pero la historia poco a poco me atrapó.

 

Dirigida por Emma Bucht y Susanne Thorson, con guión de Moa Herngren y Tove Eriksen Hillblom, la serie está basada en una novela de Amanda Romare. La producción audiovisual muestra de algún modo lo que parece ser un mal de época: la dificultad de los vínculos sexo-afectivos en tiempos de virtualización de la vida urbana (lo bien retratado de las calles, parques y bares de Malmö y sus alrededores son uno de los puntos a destacar de esta producción).

 

A la protagonista, “Amanda”, la interpreta –a mi parecer de manera muy lograda–, la actriz Carla Sehn, quien ya había actuado en “Amor y anarquía”. Esta vez se trata del papel de una muchacha de 31 años que parece llevar consigo un carma: nunca hay segunda cita… Y no porque ella no quiera.

 

La fugacidad de los vínculos, el terror a todo tipo de compromiso, la dificultad de registrar al otro y convivir con la alteridad dejan ver asimismo, como telón de fondo, otras complicaciones que atraviesan nuestros vínculos en la vida moderna: las amistades y la familia (en este caso, fundamentalmente, la relación entre hermanas y entre ellas y su madre, pero también, el complejo vínculo con su padre).

 

El abordaje (en el personaje principal pero también en quienes la rodean) de las crisis de expectativa, los tocs, las fobias, las ansiedades que atraviesan una vida, hace de esta serie una apuesta que logra sortear la frivolidad.