El finde volví a ver dos de las pelis de Woody Allen que más me gustan: “Annie Hall” y “Hannah y sus hermanas” (¡gran papel de Mía Farrow!).
Toda esa secuencia neoyorkina (1977-1986), es, sencillamente, maravillosa. La referencia a libros, a música, incluso a cine y a esa suerte de trasfondo de psicoanálisis existencialista que marcan muchas de sus películas, hacen que no paremos de reír, mientras se nos aparecen un conjunto de preguntas en torno al sentido de nuestras vidas.
En “Hannah
y sus hermanas” es monumental el tramo en que el personaje que interpreta Allen
sale de un sanatorio y monologa diciendo mientras camina:
“Tranquilo.
No ha dicho que tuvieras nada. No le gusta la mancha de la radiografía, eso es
todo. No significa que tengas algo. No saques conclusiones precipitadas. No te
va a pasar nada. Estas en medio de Nueva York, tu ciudad. Estas rodeado de
gente, tráfico y restaurantes. ¿Cómo ibas a desaparecer, así sin más? Calma.
Que no te entre el pánico”.
Me
recordó una vez que una amiga me dijo, por mis rasgos de hipocondríacos: “sos
como Woody Allen”. Y yo respondí: “sí, pero sin su talento”. Y ambos reímos.
De “Annie Hall” me quedo de con esa secuencia en la que Allen
(Alvy
Singer) pasea con Diane Keaton por una librería, y le cuenta sobre su obsesión
con la muerte y le dice que para él vida se divide en dos categorías: lo
horrible y lo triste. Lo horrible serían los casos terminales, los ciegos y
lisiados; lo triste sería todo lo demás. Y remata con la frase: “tienes mucha
suerte de estar triste”.
Pero
también, con las palabras finales de Alvy:
“Fue
genial volver a ver a Annie. Comprendí que era una gran persona. Y lo divertido
que era conocerla. Pensé en un viejo chiste: un muchacho va al psiquiatra y le
dice: Dr, mi hermano está loco, cree que es un pollo. Y el médico responde: ¿por
qué no haces que lo encierren? A lo que Alvy contesta: lo haría, pero necesito
los huevos. Eso es lo que siento ahora respecto de las relaciones: son
totalmente irracionales, locas, absurdas. Pero debemos seguir manteniéndolas
porque la mayoría de nosotros necesitamos los huevos”.

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