Hoy es el Día Mundial de la Radio y lo celebro con una nueva noticia: desde la semana que viene estaré con un espacio quincenal (“La Biblioteca”), en “Fe de erratas” (los miércoles de 14 a 15 horas), además de continuar con mi columna semanal en “Ciudad cultural” (jueves 11.30), ambos programas conducidos por Mario Hernández en A.M 830 Radio del Pueblo de Buenos Aires. Desde hace cuatro años ya que no tengo un programa propio: el último fue “La parte maldita” (Filosofía y rock) en Radio Gráfica de Bs. As.
Ya conté en varias oportunidades que el proyecto (hoy
multimedia) La luna con gatillo, que se sostiene desde inicios de 2016, comenzó
a mediados de 2015 como un programa semanal que conducía en Radio Eterogenia de
Córdoba, espacio al que llegué por el poeta y periodista Omar Hefling, a quien
conocí al entrevistarlo para el diario El Argentino. También en Córdoba hice
algunas columnas para radios de Alta Gracia y para un programa que el Pelado
Rodríguez sostenía en una FM comunitaria de Anisacate.
Una década antes había acompañando por un tiempo en la
conducción de un programa cultural (“El fuego y la palabra”), en la Radio de Madres,
a Leandro Albani. Y una década más atrás de ese paso por “la primera de la
izquierda” (como las Madres habían bautizado a la 530), es decir, hace 30 años
ya, comenzaba con la militancia en la zona sur del conurbano, rebautizando como
“La patria rockera” al programa (“La era de la boludez”), que unos compañeros sostenían
en la F.M Compartiendo, que funcionaba en un pequeño estudio montado en un
cuartito contiguo a la Iglesia de Farinello en Quilmes (“La Parroquia de Luis”,
como la llamábamos con cariño).
Mi programa preferido fue, es y seguirá siendo por
siempre “La venganza será terrible”, del negro Alejandro Dolina, que empecé a
escuchar cuando estaba junto a Stronati y Rolón (y se podía ingresar de manera
gratuita al Café Tortoni). Aunque también “La heavy rock and pop” del Ruso
Verea”, a mediados de los 90, marcó profundamente mi vida.
Digo radio (y diario, y militancia), y escucho términos
muy siglo XX, pero que han marcado, marcan aun, y seguramente marcarán mi
subjetividad por siempre.
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