Conversaciones entre Enrique y Vicente sobre el arte y la locura
Un verdadero
homenaje al arte de la conversación, a la relación discípulo-maestro
Una
entrevista que hace honor a ese modo literario que permite reconstruir
biografías, y pensar cuestiones de la sociedad.
Tremendo
dato el de que Pichón compartió pensión con Roberto Arlt, a quien conocía por
su trabajo periodístico compartido en el diario El Mundo. También el de saber
que Enrique hablaba muy bien guaraní en su infancia, que pasó en la zona del
chaco santafecino, Corrientes y Chaco.
Dos
o tres cositas que dice sobre el tango:
Discepolín
(de quien fue médico) es calificado como “poeta autor de tantos que logra la
exacta captación de los hechos sociales”.
“El
tango era un aglutinador social”
“Aprendí
mucho de los tangos, ahí está condensada la filosofía de la vida cotidiana”.
Particularmente
emotivas sus reflexiones sobre la tristeza, que dice tener desde su más tierna
edad, pero que se agrava tras el suicidio (muchos años después de haberse
separado) de su primera mujer y el accidente fatal que sufre su segunda esposa.
“La tristeza
me acompañó toda la vida… En una primera época sentía la tristeza como algo
presente, fijo, lastimándome siempre… Y desde entonces no he hecho otra cosa
que estudiar para para poder revelar algo de mi propio misterio… La tristeza me
había marcado para siempre”. Y también:
“Mi
búsqueda ha sido siempre saber del hombre. Y dentro de ello, más limitadamente,
saber de la tristeza”.
Son
muy lindas también las cosas que dice sobre la ciudad de Buenos Aires, muy
tremendas las reflexiones que realizan sobre la aplicación de los electroshocks
y, obviamente, muy agudas todas sus intervenciones respecto de cuestiones como la
psicología social, la escritura, el psicoanálisis, las artes plásticas, el
periodismo, el trabajo sanitario en hospitales, la salud mental, la lucha de
clases.
Un
libro que vale la pena sacar de los anaqueles para que funcione como archivo
del presente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario