Para
los admiradores de su obra crítica (como yo), lean y sabrán apreciar un texto
breve y sencillo, a la vez profundo y audaz, que logra salirse de cualquier lugar
común. Para quienes la desprecian (en general quienes no han leído sus libros,
sino que la han escuchado/ visto en TV o leído en algún periódico o revista),
¡lean y aprendan!
Me
devoré este libro, en el que aclara de entrada que no va a utilizar sus páginas
para contar cuestiones que ya se pueden encontrar en otro lado (sus libros,
clases, conferencias, entrevistas).
Paradójicamente
para quien pueda leerla con prejuicio, uno de los tramos más logrados del libro
es cuando se refiere al peronismo, que vivió siendo ella niña y hasta su
ingreso en la adolescencia. Su padre gorila y un tío escritor y peronista, a
través de quien logra tener un contrapunto con la ley familiar; una estadía en
un hospital rodeada de los juguetes que hacía llegar la Fundación Eva Perón;
una pasión por la moda y su consecuente fascinación con la figura de Evita…
Luego
hay toda una parte que me interesó profundamente (estoy escribiendo algo más sobre
eso) en relación a las figuras femeninas y masculinas que la acompañaron, la
marcaron en distintos tramos de su existencia: los ya mencionados padre y tío
escritor, pero también sus compañeros de ruta en el estudio, trabajo y
militancias y en aventuras sentimentales, algunos nombres muy conocidos por un
público amplio, pero también otros importantes pero desconocidos, conforman un
variopinto rompecabezas sin los cuales es difícil entender una, esa vida.
La
zona intelectual de la cultura porteña de los sesenta (los alrededores de
Viamonte y San Martín), si bien ya ha sido ampliamente narrada por distintos
autores en diferentes libros, no tiene aquí desperdicio, así como también sus
reflexiones sobre el feminismo en primera persona o todo ese apartado en
relación a las postales de viaje.
En fin,
como le dije a mi psicólogo para abrir sesión, minutos después de retirar el
ejemplar y leer los primeros párrafos en el bondi: “hoy más feliz, porque ya
tengo entre mis manos las Memorias de la Sarlo”.
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