1968-2018
Por Mariano Pacheco
La creatividad del 68 francés
puede verse y leerse con claridad al observar las gráficas y
consignas de Mayo. El archi-conocido slogan La barricada cierra la
calle pero abre el camino es emblemático porque señala,
precisamente, no un camino, sino la voluntad de apertura a la
invención de nuevos trayectos; abre las vías para una
experimentación radical. Retrospectiva y perspectiva de unos cuantos
días que conmovieron al mundo.
Crónica de una revuelta no
anunciada
“Los
partidarios del orden solo quisieron ver en los acontecimientos de
Mayo una explosión juvenil y romántica: se trataba en realidad de
una crisis de la sociedad, y no de una generación”.
Simone de Beauvoir,
Final de cuentas.
Mayo comienza en abril. Y la
crítica a la Francia conservadora pasa en primer lugar por una
crítica a lo que sucede en otras latitudes. O más bien: la crítica
política de la cultura europea tiene un fuerte entrecruzamiento con
la situación mundial, con las solidaridades internacionales que
entonces circulan activamente.
De algún modo el Mayo Francés
comienza el 19 de abril, cuando 2.000 estudiantes parisinos se
agrupan en el barrio Latino para solidarizarse con los estudiantes
alemanes, que han visto caer a uno de sus líderes asesinado en un
atentado. A los pocos días una nueva manifestación logra agrupar a
5.000 estudiantes, ésta vez en solidaridad con el pueblo vietnamita
que resiste los atropellos imperialistas. La tensión crece: uno de
los referentes estudiantiles parisinos es detenido y su casa
allanada. Los mitines continúa, así como las amenazas de los grupos
derechistas, ante las cuales las autoridades universitarias ceden: se
clausura la Facultad de Nanterre, la policía desaloja las reuniones
y detiene estudiantes.
El 3 de mayo una movilización
copa el patio de la Sorbona. El Partido Comunista Francés, alineado
con la Unión Soviética, califica de “ultraizquierdistas” a los
grupos que promueven el proceso de movilización (L’Humanité
condena el “aventurerismo político” con “fraseología
revolucionaria” de estos grupos, según sus propias palabras). La
derecha también gana las calles, no con la masividad de los
estudiantes, pero sí con grupos de choque. Las autoridades de la
Sorbona (que ya habían desalojado una asamblea) se inclinan por una
salida similar a la que tomaron sus pares de Nanterre: la facultad se
cierra. Ya nadie puede entrar… pero tampoco salir. Los estudiantes
pactan una retirada ordenada pero son emboscados y encarcelados por
la policía. La Sorbona cierra sus puertas. Los estudiantes que no
participan de las protestas salen de la pasividad y accionan contra
la policía. Ésta responde luego con razzias en el barrio Latino.
Todo joven es sospechoso... La rebelión se punr en marcha.
Durante el sábado 4 y domingo
5 de mayo los estudiantes realizan los aprestos necesarios para
comenzar la semana movilizados. El lunes 6, 600.000 estudiantes
pasan a la huelga general. Surgen nuevos modos de organizar la
participación y la acción directa, circulan volantes interpelando a
la clase obrera y la represión encuentra una respuesta en las
calles: se erigen barricadas y la juventud estudiantil encuentra
fuerte apoyo de la población. El martes 7 amanece con 800 heridos,
el barrio Latino bajo Estado de Sitio y los liceos alborotados por la
participación activa de los estudiantes secundarios. Por la tarde
40.000 estudiantes, muy organizados, atraviesan 25 kilómetros a pie
entonando la Internacional. No hay pancartas partidarias sino
carteles reivindicando la Comuna de 1871.
Se multiplican los actos de
solidaridad en el interior de Francia y en otros países. La
dirigencia sindical francesa se debate en la incertidumbre. Para
cuando el PCF se posiciona junto a los estudiantes ya es tarde: nadie
quiere que se opere una “captura” del movimiento por parte de las
fuerzas “tradicionales”. El viernes 10 la semana se cierra con la
“noche de las barricadas” en el barrio Latino. Hay represión y
resistencia popular. “Fue la chispa que desencadena el movimiento
popular. Balance de la lucha durante esa noche: quinientos detenidos,
un millar de heridos, doscientos automóviles incendiados, el barrio
Latino arrasado”, puede leerse en la “Cronología de una semana
rabiosa”, publicada en el libro La imaginación al poder. París:
mayo de 1968.
El sábado 11 las centrales
sindicales convocan a la huelga general para el lunes 13. Durante el
fin de semana sectores de la juventud obrera se movilizan al barrio
Latino, participan de debates junto a los estudiantes y ultiman
detalles para la movilización del lunes 13, que logró transformarse
en la más importante desde la época de la liberación. Un millón
de personas desfilan por las calles. Hay obreros, estudiantes pero
también artistas y profesionales. Las banderas rojas flamean al
ritmo de la Internacional. El martes 14 los estudiantes marchan a las
fábricas bajo la consigna: “Los obreros deben tomar la bandera de
lucha de nuestras frágiles manos”. El miércoles 15 se toma la
fábrica Renault por parte de jóvenes obreros, conviertiéndola así
en un bastión de resistencia sindical. Por fuera del quietismo de
las direcciones se erige un movimiento de trabajadores que paraliza
Francia: diez millones de obreros se lanzan a la huelga. “La
ocupación de las fábricas por diez millones de trabajadores con la
bandera roja como emblema fue un acontecimiento sin precedentes en la
historia francesa”, reflexiona Simone de Beauvoir en su libro Final
de cuentas.
Exagerar, provocar,
inventar, participar
“Se
trata de lo que yo llamaría la expansión del campo de lo posible.
No renuncien a ello”.
Jean
Paul Sartre en diálogo
con Daniel Cohn-Bendit.
La creatividad del 68 francés
puede verse y leerse con claridad al observar las gráficas y
consignas de Mayo. El archi-conocido slogan: La barricada
cierra la calle pero abre el camino es emblemático porque
señala, precisamente, no un camino, sino la voluntad de
apertura a la invención de nuevos trayectos aún no transitados;
abre las vías para una experimentación radical.
La conexión con el
surrealismo, en este sentido, no es causal: Mayo del 68 es un
movimiento político que conecta fuertemente con el arte, que
reivindica para sí la productividad de la provocación, así como de
la exageración, como puede detectarse en las siguientes consignas:
Exagerar es comenzar a
inventar.
En los exámenes,
responde con preguntas.
La revolución es una
iniciativa.
Exagerar, esa es el
arma.
También es un movimiento que,
contra toda lógica de representación (aún de izquierda) destaca la
acción y la participación directa de las masas en el proceso
político, como puede leerse a través de éstas consignas:
El derecho de vivir no
se mendiga, se toma.
Ser libre en 1968, es
participar.
La calle vencerá.
Agitación permanente.
El acto instituye la
conciencia.
Todo el poder a los
consejos obreros.
Viva la Comuna.
No me liberen: yo me
encargo de eso.
Más que nunca crear
comités de acción.
Viva la democracia
directa.
La acción no debe ser
una reacción, sino una creación.
Participación activa de las
masas en el proceso político y acción directa, incluso por medio
violentos:
Debajo de los adoquines
está la playa.
¡¡¡Te amo!!! ¡Oh!
Díganlo con adoquines.
El fuego realiza.
Organizarse, armarse.
El combate es el padre
de todas las cosas.
No deja de resultar
interesante, contra las lecturas posterior que se han hecho del
acontecimiento, que si bien son realizadas con fuertes críticas al
PCF y todo lo que implicaba su alineamiento con la URSS, las
movilizaciones de mayo del 68 se realizaron con banderas rojas,
reivindicando a la Comuna de París y entonando la internacional.
Una puesta en cuestión que
involucra tanto al capitalismo primermundista como al bloque
soviético y su expresión europea, sea en su faceta universitaria o
de reformismo sindical. De allí que emergieran, en el 68 parisino,
consignas tales como Todo el poder a los Sóviets libres
o No a la revolución con corbata.
Y
también estas otras:
Tenemos una izquierda
pre-histórica.
Los sindicatos son
burdeles.
Nada de revoque: la
estructura está podrida.
La revolución estará
mejor en las manos de todos/
que en las manos de los
partidos.
Este cruce entre un legado
comunista no estatalista y el surrealismo, como corriente
vanguardista del arte, resulta fundamental para entender a Mayo del
68 como una protesta que pone en cuestión, simultáneamente, los
modos de vida capitalista y los modos de vida bajo el socialismo
real. La vocación por unir lo singular y lo colectivo, el arte y la
vida, se torna entonces un eje fundamental del accionar político y
el pensamiento crítico. Postulados que también puede leerse a
través de las consignas graffitiadas en aquellos días:
El arte ha muerto,
liberemos nuestra vida cotidiana.
Abajo el realismo
socialista. Arriba el surrealismo.
Los que hablan de la
revolución y de la lucha de clases/
sin referirse a la
realidad cotidiana/ hablan con un cadáver en la boca.
En el campo específico del
conocimiento Mayo del 68 también se torna en una experiencia
insoslayable, por lo menos a la hora de pensar en una “enseñanza
paralela” a la que ofrece la academia, sea porque uno ha decido
fugar hacia otro lado, sea porque estando ahí adentro no soporta
quedarse sólo en los lugares establecidos que ésta ofrece. La idea
surgida aquellos días, de llevar adelante seminarios con profesores
pero en los que no reproduzcan su “función magistral” tiene
mucho que ver con las experiencias de educación popular que se han
desarrollado con tanto ímpetu al interior de los movimientos
sociales Latinoamericanos en las últimas décadas.
Las citas a Bretón,
Nietzsche, Heráclito, dan cuenta asimismo de un estado de ebullición
y de revuelta en donde el deseo pasa a estar en el centro de la
escena. Ya no se trata (solamente) de denunciar el estado de
necesidad, sino de expresar aquello de lo que son capaces los cuerpos
(Olviden todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar; Tomen
sus deseos por realidades).
Autogestión, y autogobierno,
dos conceptos clave para pensar la experiencia parisina de 68.
“Al pasar de la Huelga
Pasiva a la Huelga Activa los trabajadores han demostrado
que pueden tomar en sus manos y organizar ellos mismos los servicios
públicos, sociales y los medios de producción, es decir, hacer
funcionar sin patrón ni explotador de ninguna clase la máquina
económica del país al servicio de los trabajadores”, puede leerse
en una declaración de aquellos días emitida por el Comité de Ación
del “IV Arrondissement”.
Algo similar aparece expresado
en otro texto de la época, como el publicado por el Movimiento 22 de
marzo, en donde puede leerse: “Queremos suprimir la separación
que existe entre trabajadores y obreros dirigentes”. Y también:
“Nos negamos a ser los eruditos amputados de la realidad social.
Nos negamos a ser utilizados en provecho de la clase dirigente.
Queremos suprimir la separación entre trabajo de ejecución y
trabajo intelectual y de organización. Queremos construir una
sociedad sin clases”, en un intento por aunar las luchas y
establecer coordinaciones entre las fábricas ocupadas, y las
facultades ocupadas.
El arte, la política y la
vida
“Siempre
fluye o huye algo, que escapa a las organizaciones binarias, al
aparato de resonancia,a la máquina de sobre- codificación; todo lo
que se incluye dentrode lo que se denomina ´evolución de las
costumbres´, las mujeres, los jóvenes, los locos, etc. Mayo del 68,
en Francia, era molecular, y sus condiciones tanto más
imperceptibles desde e punto de vista de la macro-política”
Gilles Deeleuze y Felix
Guattari, Mil
mesetas. Capitalismo y esquizofrenia.
“Se
trata de manifestar, con un retraso de una semana y media, la
solidaridad del cine con el movimiento estudiantil y obrero de
Francia. La única manera práctica de hacerlo es detener
inmediatamente todas las proyecciones”, dice un Jean Luc Godard en
pleno ejercicio de su activismo militante, junto a otros cineastas de
la talla de Truffaut, Louis Malle, Claude Berri y Roman Polanski, que
aquel domingo 18 de mayo llevan al interior de las salas
cinematográficas el debate que en las calles ya lleva más de dos
semanas.
La Asamblea de Acción y de
Información del Cine Francés ha logrado reunir, el día anterior, a
más de mil profesionales en la Escuela Nacional de Fotografía y
Cinematografía de Vaugirard.
Godard
ya ha dirigido para entonces films como La
Chinoise (1967),
en donde puede verse con claridad la influencia que el inicio de la
evolución Cultural China (1966) ha ejercico sobre los intelectuales
de izquierda de occidente.
Queda claro en el posicionamiento de Godard (que puede verse en
youtube ingresandoa https://www.youtube.com/watch?v=j__4rqvKNpY)
que no todo es color de rosas para cineastas partidarios de la
revuelta. No falta quienes los acusan de ser una minoría que impone
por la fuerza su decisión. Y algo de eso hay. El jacobinismo de los
rebeldes del séptimo arte se presenta a tono con la rebelión que
afuera de las salas pretende hacer de la política una cuestión de
todos y no de minorías. Pero al interior del Festival,
evidentemente, las fuerzas conservadoras son mayoritarias. De allí
que este grupo menor, pero intenso, no tenga empacho de boicotear el
prestigioso evento en una acción que se presenta en serie con el
ánimo de desobediencia que por entonces ha copado Francia. El
“Consejo de la administración de films” se ve obligado a emitir
y leer ante los presentes un comunicado en el que declara que “las
circunstancias no permiten asegurar las proyecciones en condiciones
normales” y, luego de disculparse ante las delegaciones extranjera,
suspenden el 21° festival de Cannes. El cine intelectual ha logrado,
al menos por dos semanas, imponerse por sobre el cine comercial.
***
“Como un pez en el agua”.
Así definió Francois Dosse, biógrafo de Gilles Deleuze y Félix
Guattari, la posición de éste último durante el “Mayo Francés”,
cuando el Teatro del Odeón fue tomado por asalto por un grupo de
militantes, profesionales y usuarios de la salud mental entre los que
se encontraba Félix, psiquiatra, filósofo autodidacta, militante
comunista heterodoxo.
La acción apuntaba a la
cultura oficial de la República, pues el Ministro de Cultura André
Malraux frecuenta ese teatro. Guattari forma parte de la ocupación,
después de evaluar los peligros que representa el ataque frontal de
uno de los símbolos del Estado. La Universidad, vaya y pase: está
protegida de las intervenciones intempestivas de la policía por los
derechos universitarios, ¡pero el teatro subvencionado de jean Louis
Barrault es otro asunto! Guattari, entonces, pone toda la habilidad
del grupo que comanda –sus médicos, sus diversas redes de
militantes- al servicio de la toma del Odeón. “Muchos trabajan en
los hospitales. Llenamos los autos de vendas, desinfectantes,
antibióticos. Otros se ocupan del abastecimiento necesario para
sostener una hipotética ocupación. Habíamos visitado el teatro
diciendo que éramos periodistas y vimos que podíamos subir al
techo, llevar colchones, y que había sitio para almacenar
medicamentos y comida”, rememora Guattari. Dos días después de la
gran manifestación del 13 de mayo, el Odeón es tomado por asalto y
el movimiento irrumpe en una escena donde artistas e intelectuales,
pero sobre todo una multitud anónima, toma la palabra en el hall de
entrada. El comando principal escribe en rojo esta advertencia:
Cuando la Asamblea
Nacional se convierte en un teatro burgués, todos los teatros
burgueses deben convertirse en Asambleas Nacionales.
Tiempo después se produce el
encuentro Deleuze-Guattari. Primero por correspondencia, luego de
cuerpo presente, el ritmo vertiginoso de lecturas, reflexiones y
escritura compartida va expresarse en Antiedipo (1972), primer
tomo de Capitalismo y esquizofrenia, el primero de los cuatros
libros que ambos escribirán y publicarán de conjunto (formando no
ese dúo en co-autoría, sino esa nueva máquina de guerra
intelectual que será Deleuzeguattari, o Guattarideleuze). Antiedipo,
no un libro que viene a representar o expresar Mayo del 68, sino un
instrumento de combate que se posiciona en serie con los
acontecimientos parisinos; un libro-máquina-de-guerra que se acopla
con lo que ambos calificaron como “inconcientes que protestan”,
al igual que ellos, contra el imperialismo de Edipo, del
Significante, de la Estructura.
En mayo de 1984, cuatro años
después de haber publicado Mil mesetas (segundo tomo de Capitalismo
y esquizofrenia)
Gilles y Félix reflexionan sobre el Mayo Francés en una entrevista
que será publicada ese mes en Les
Nouvelles Littéraires. Allí
dicen que aunque
un acontecimiento sea contrariado, reprimido, recuperado,
traicionado, no por ello deja de implicar algo superable. “Son los
renegados los que dicen: ha quedado superado. Pero el propio
acontecimiento, aunque sea antiguo, no se deja superar: es apertura
de lo posible. Acontece en el interior de los individuos tanto como
en el espesor de una sociedad”. Micro-política y macro-política,
entonces, que involucra tanto a cada existente singular como a los
grupos, las clases, la sociedad entera. Mayo del 68 en Francia, como
fenómeno “de videncia” --según los autores--, como si una
sociedad “viese de repente lo que tenía de intolerable y viese al
mismo tiempo la posibilidad de algo distinto”. Lo definen como un
fenómeno colectivo del tipo “Lo posible, que me ahogo…”. Y
aclarar que “lo posible” no preexiste al acontecimiento sino que
es creado por él. “Es cuestión de vida”, porque el
acontecimiento crea una nueva existencia, produce una nueva
subjetividad: “nuevas relaciones con el cuerpo, con el tiempo, con
la sexualidad, con el medio, con la cultura, con el trabajo…”.
Deleuze y Guattari, las
grandes figuras en relación a Mayo del 68 en Francia. Insisto: no
porque representen o expresen aquél acontecimiento. No. Tampoco por
su protagonismo en aquellos días (si bien Guattari participa
activamente, como se ha narrado, está claro que la gran figura
intelectual de la revuelta es Jean Paul Sartre, a quien ellos nunca
dejaron de considerar un “maestro”), sino por esta conexión
entre los planteos que cada uno venía trabajando por separado, los
que comenzaron a ensayar una vez que se produce su encuentro y las
resonancias que Mayo tiene en su propuesta: un nuevo modo de pensar,
de actuar y de sentir.
“Cepillar la historia a
contrapelo”, como alguna vez propuso Walter Benjamin, implica de
algún modo volver también sobre figuras y acontecimientos
archi-conocidos pero procesados por al licuadora del posmodernismo de
un modo en que pierden sus componentes subversivos.
Recuperar el Mayo Francés
entonces, implica en primer lugar hacernos cargo del archivo europeo,
procesarlo de manera situada, mezclarlo con el archivo
nuestramericano y, usarlo políticamente. No en términos de una
teoría para una práctica, sino como una práctica para otra
práctica, e incluso, como una práctica teórica para otra práctica
teórica. Resituar el combate incluso en el terreno de las letras, de
la teoría, del conocimiento. Asumir al pensamiento como otra
trinchera en la cual librar una batalla. Incluso a los tiros, si es
que eso hace falta.
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