Genealogías insurgentes
Por Mariano Pacheco*
Revisitamos la figura de
Luxemburgo a través de La Rosa Roja, la biografía gráfica
realizada por la artista británica Kate Evans, publicada en
Argentina por ediciones del IPS, Instituto del Pensamiento
Socialista; libro que cuenta además con fragmentos de cartas y
textos hasta ahora inéditos en castellano.
Luxemburgo, La Rosa Roja.
La mujer que nació en Polonia
el mismo día en que estallaba en París la Comuna.
La mujer que a siendo niña, a
los diez años, ya sabía hablar y escribir en su polaco natal, pero
también, en Ruso (la lengua oficial del imperio zarista), Hebreo (la
lengua de su religión judía) y alemán (la lengua de la literatura
y la filosofía en aquellos años).
Rosa, la joven lectora de la
obra de Karl Marx.
Luxemburgo, la activista que
estudia, escribe, organiza y agita.
La Rosa Roja que se corta el
pelo; la que lleva adelante un casamiento falso para así obtener los
papeles necesarios para permanecer en Berlín, centro revolucionario
europeo en al época.
La muchacha que decide no
tener hijos; la militante que se opone a que el proletariado
participe en la 1° Gran Guerra Mundial.
La mujer que apoya la
Revolución Rusa y reclama Consejos de Obreros y Soldados, y
revolución socialista para Alemania.
***
El libro de Kate Evans tiene
la virtud de presentar la intensidad de una vida apasionante que se
desarrolló durante 47 años. ¿Crees que a los 47 años una es lo
suficientemente vieja para morir?, se pregunta la autora, en una
interesante aparición de ella misma como personaje de la historieta;
cuadro en el que remata: si crees que sí, debes ser muy joven.
Las editoras de la edición en
castellano destacan sobre el trabajo realizado por la artista
británica:
La autora presenta con
humor, ternura y pasión la vida de Rosa, su infancia, su
sensibilidad ante las injusticias de cualquier índole y su evolución
política; descripción a la que agregan:
Los dibujos y diálogos de
Kate Evans logran transmitir ese espíritu revolucionario de Rosa en
su actividad militante y su vida personal, sus amores, amistades, su
pasión por la naturaleza, por la música o la poesía, así como sus
implacables combates teóricos y políticos.
Para quienes no conocen el
devenir de esta importante dirigente revolucionaria, cabe destacar
algunos datos biográficos que dan cuenta de la talla de la figura a
la que nos estamos refiriendo.
Rosa Luxemburgo comienza su
actividad en 1885, cuando tenía apenas 15 años. Había impactada
cuando, un año antes, había visto como cuatro militantes
socialistas era ahoracados en las colinas de Varsovia. Como mujer, se
vio tempranamente afectada por el machismo reinante en la época, al
punto de no recibir la medalla de honor al terminar el secundario, en
claro desafío a su rebeldía; situación que se complementa con la
imposibilidad de ingresar a la universidad, e incluso, la negativa a
que se sumara a los círculos socialistas.
De allí que, con 18 años,
Rosa se traslade a Suiza para ingresar a al universidad, situación
que funciona como puerta de ingreso a una profundización de su
rebeldía: se corta el pelo, hacede su cuerpo un territorio de
experimentación y se suma a la militancia en las filas de la
tendencia revolucionaria del socialismo.
A las 27 años se instala en
Berlín, no sin antes llevar adelante un falso sacamiento para
obtener así los papeles que le permiten estar en regla en dicha
ciudad.
Allí se codea con personajes
de la talla de Frantz Mehring (biógrafo de Marx) y Kautski
(importante dirigente socialista, luego conocido como el “renegado”,
por el mote puesto sobre él por Lenin).
A los 30 años Rosa Luxemburgo
ya es conocida por sus escritos y su activismo, por el cual va ser
varias veces encarcelada.
En 1917, cuando estalla la
primera revolución en Rusia (1905), Rosa tiene 34 años y ya no
acepta que la solidaridad sea solo declamativa. De allí que viaje en
medio de la situación represiva, al lugar en donde los obreros dan
nacimiento a esa experiencia de democracia y participación directa
de las masas en la política conocida como Soviets.
En todo el período previo a
la 1° Guerra Mundial, Rosa es reconocida no sólo por su labor
teórica (docente en al Escuela de Cuadros del Partido –el más
poderoso de Europa en ese momento--; polemista contra la ortodoxia
marxista) sino también por rol de agitadora. En 1914 se opone
activamente a que los obreros participen del conflicto bélico.
Defiende a capa y espada el principio de solidaridad
internacionalista del proletariado frente al social-patriotismo, en
alianza con la burguesía, que reina en las filas de a dirigencia
partidaria, pero también en gran parte de las bases
social-demócratas y del movimiento sindical.
1917 la encuentra nuevamente
apoyando el proceso revolucionario en Rusia y en 1918, cuando el
Imperio se muestra totalmente impotente frente a la movilización
obrera y declara la República Alemana con los socialistas a la
cabeza, La Rosa Roja no se deja encantar por el canto de las sirenas.
Así será cómo continué con
su labor de agitación y difusión de ideas revolucionarias, en
periódicos ahora clausurados por el propio gobierno socialista. La
Liga Espartaco la encuentra entre sus filas, siendo parte de la
rebelión de enero de 1919 aún cuando –tal como había declarado--
ella misma creía que las condiciones no estaban dadas aún para
lanzarse a la apuesta revolucionaria.
Con esa coherencia Rosa será
capturada junto a Karl
Liebknecht, y
ambos asesinados a culatazos en la cabeza el 15 de enero de 1919, dos
semanas después de que se fundara el Partido Comunista Alemán, en
el que Rosa dio un discurso de apertura.
Entre otras cuestiones,
durante las sesiones de aquellos tres días, Rosa planteó que la
humanidad se encontraba entonces en una encrucijada en la que se le
planteaba la disyuntiva de perecer en el caos o encontrar su
salvación en el socialismo. Un
socialismo que, tal como planteó en ese mismo discurso, ella
entendía que debía ser creado por las masas obreras, e incluso, por
cada uno de los miembros de la clase obrera (Allí donde
estén forjadas las cadenas del capitalismo, deben ser rotas).
En consonancia con los aires
de participación activa de los primeros tramos de la revolución
bolchevique en Rusia, La Liga Espartaco entendía que eran los
Consejos el lugar decisivo para llevar adelante la participación
política del proletariado, y no el parlamento burgués.
Obviamente
el contexto es por demás diferente un siglo después, cuando el
capital se ha globalizado como nunca y en contraparte no encuentra un
bloque de los pueblos dispuestos a emprender el camino de lucha por
un mundo socialista. Pero el abismo al que el capitalismo lleva a la
humanidad en la actualidad vuelve a darle un sentido profundo a la
dicotomía planteada por Luxemburgo en torno al socialismo o la
barbarie. De allí que las palabras con que termina el Manifiesto
escrito por Rosa (“¿Qué quiere la Liga Espartaco”), no deje de
resonar a la hora de revisitar su figura. El texto dice así: Hay
un mundo por conquistar y otro que debe ser derrotado. Y
termina:
Nuestra consigna para el
enemigo es: ¡pulgares en los ojos y rodilla sobre el pecho!
*Nota publicada en La luna
con gatillo (www.lalunacongatillo.com)
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