“No es con cólera, es con risa que se mata”, decía Nietzsche en su Zaratustra.
Y la
frase hoy resuena con cierta intriga, ante tanto cinismo que copa los programas
“periodísticos”, los streaming y la política. Pero cuando se trata de una
producción artística no puede resultar más que bienvenida.
División
Palermo, creada, dirigida y protagonizada por Santiago Korovsky, esta ficción
audiovisual que ya en su primera temporada exponía con ácido humor todo el
bestiario de la multitud contemporánea que transita por Buenos Aires (enanos,
ciegos, personas trans, con problemáticas psiquiátricas, paralíticas, migrantes
de países vecinos, amputados, downs…), regresó luego de dos años (¡un montón en
los tiempos actuales!) y su retorno vino recargado, acorde al cambio de
contexto, no sólo político-institucional, sino también socio-cultural.
Si
en 2023 se eludía la cultura progresista de la cancelación abordando con humor
a todas aquellas personas integrantes de “minorías” que se salían de la “norma
mayoritaria” que rige nuestras sociedades, en 2025 el gesto se sostiene y se duplica,
poniendo en el blanco, también, a figuras de las extremas derechas (Carolina
Pozzo, en el papel de la ministra de Seguridad Valeria Lois, tiene obvias
coincidencias con Patricia Bullrich). Y a quienes miramos la saga, puesto que
no hay condescendencias del tipo “la sociedad víctima de la reacción”, puesto
que, como tan bien señalaron Deleuze y Guattari (1972), retomando la línea
freudo-marxista abierta por Wilhem Reich (1933), “las masas también desearon el
fascismo” y todes nosotres cultivamos y mimamos esas moléculas de microfascismo
que nos habitan y constituyen.
A los papeles fundamentales de Pilar Gamboa (Sofía Vega, la guardia urbana en silla de ruedas que aquí contribuye a sortear el tabú frente a la sexualidad disca), Daniel Hendler y el propio Korovsky, esta segunda temporada suma, entre otres, a unos no menos fundamentales actores y actrices de renombre, como Juan Minujín, Alejandra Flechner, Martín Piroyansky e Inés Efron. En el camino se quedó Nilda Sindaco (“Bety”), la actriz que Korovsky conoció internada en el Hospital Moyano y logró que pasara de un neuropsiquiátrico a las pantallas de Netflix.
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